Hace mucho tiempo el lago Titicaca era un valle fértil.
Los hombres vivían tristes.
Todo les faltaba, la tierra era pobre.
Sobre esta tierra no se conocía ni la muerte, ni el odio, ni la ambición.
Los Apus eran los dioses del lago.
Los Apus protegían a los seres humanos.
Los hombres podían subir a las cimas de las montañas.
En la cima de las montañas ardía el Fuego Sagrado.