¿Cómo contestaré a las preguntas que la vida me sugiere?
La pregunta nunca puede nacer de la pura ignorancia, si no supiera nada o no creyese al menos saber algo,
ni siquiera podría hacer preguntas. Pregunto desde lo que sé o creo saber, porque me parece insuficiente y
dudoso.
Así que debo empezar por someter a examen los conocimientos que ya creo tener. Y sobre ellos me puedo
hacer al menos 3 preguntas:
¿Cómo los he obtenido?
¿Cómo he llegado a saber lo que creo saber?
¿Hasta qué punto estoy seguro de ellos?
¿Cómo puedo ampliarlos, mejorarlos, o en su caso, sustituirlos por otros
más fiables?
En este capítulo, el autor, sienta las bases del raciocinio humano. El hombre piensa, pero ¿cómo? ¿en qué se
basa para afirmar algo? Hay dos conceptos de especial relevancia: La no infalibilidad humana. Es
decir, el ser humano siempre busca respuestas, pero no siempre las obtiene. A pesar de ello, mediante la
razón puede descartar hipótesis contradictorias y encontrar posibles soluciones a los problemas. La
universalidad de la razón. La razón es el único medio para establecer o descartar deducciones y
pensamientos. Y este medio es igual para todos. Por ello, debemos de reconocer las buenas
argumentaciones de los demás y ser objetivos.
La Razón
Hay tendencias “disidentes” de la razón:
Escépticos: Ponen en cuestión o niegan
rotundamente la capacidad de la razón para
establecer verdades concluyentes.
Relativistas: Creen que no existen verdades absolutas
sino sólo relativas. Por lo tanto, ninguna forma universal
de razón puede ser válida para todos.
Revelacionistas: Partidarios de una forma de conocimiento
superiro, mucho más intuitiva o directa, que no deduce o
concluye la verdad sino que la descubre por “revelación” o
“visión” inmediata.