planificar es imprescindible para aplicar con
eficiencia la propia influencia y para resolver
los problemas con rapidez.
Establecer el
problema del
cliente
Es importante comenzar por una comprensión clara de la
dolencia que ha traído al cliente a nuestra consulta
Cuando la dolencia es vaga, el terapeuta debe
aclararla antes de seguir avanzando. Puesto que el
objetivo general de la terapia consiste en eliminar o
reducir de modo satisfactorio la dolencia que
manifiesta el paciente, la claridad en este aspecto
resulta decisiva
Establecer la solución intentada
por el cliente
es necesario obtener una comprensión completa y exacta
de qué representan tales esfuerzos (las pretendidas
soluciones), en especial los que se estén llevando a cabo en
el momento presente.
Resulta importantísimo entender cuál es el impulso básico de los diversos esfuerzos realizados. Por ejemplo, un
padre que se queja de su hijo adolescente podría decir: «He hecho todo lo humanamente imaginable. Le he
advertido, he dejado de darle dinero para sus gastos, algunas veces he llegado a pegarle. Le hemos castigado, nos
hemos sentado para hablar con él explicándole que se trata de nuestra casa y que tiene que atenerse a nuestras
normas. Hemos intentado evitar que se viese con esos muchachos punk que viven al otro lado de la ciudad;
finalmente el año pasado lo sacamos de la escuela pública y lo enviamos a un internado especial. Allí no duró más
que dos meses. Ya ve usted, hemos hecho todo lo que un padre puede hacer.» Sin embargo, «todo» consiste en
variantes sobre un tema central: «Te exigimos que nos obedezcas.»
Decidir qué
se debe
evitar
Si sabe lo que hay que evitar, el terapeuta por lo menos no colaborará en el
mantenimiento del problema del cliente. Sin embargo es aún más importante el
hecho de que conocer aquello a evitar sirve para suministrar, por contraste, una
orientación básica para la formulación del impulso estratégico más apropiado en
cada caso.
Formular un
enfoque
estratégico
Las estrategias efectivas suelen ser aquellas que se oponen al impulso
básico del paciente, apartándose en 180 grados de dicha dirección.
Lo que se presenta como postura neutral acostumbra a ser, con
mucha frecuencia, una continuidad del impulso básico del cliente, o
bien provoca directamente tal continuidad.
Formular
tácticas
concretas
El terapeuta tiene que hacer frente al
interrogante: «¿Cuál de estas acciones será más
eficaz para impedir la anterior solución?»
¿Cuáles son las transacciones que se
producen con carácter más repetitivo
mientras está teniendo lugar el
problema y se intenta solucionarlo?
¿qué cosa, dicha o hecha por el
cliente, representaría un
apartamiento más evidente con
respecto a su anterior actitud?
El terapeuta puede conseguir un impacto
estratégico al solicitarle al paciente que haga lo
que en apariencia no es más que una pequeña
alteración en el manejo del problema.
Encuadrar la sugerencia en un contexto:
«vender» la tarea
La postura del paciente suministra un instrumento muy importante al respecto, dado que
expresa su marco de referencia. Es la línea directriz de aquello que resulta razonable a
ojos del cliente.
las tareas de enmarcar y definir de nuevo el marco
de referencia del paciente desempeñan un
significativo papel en el acortamiento del
tratamiento. Representan medios para conseguir
que los clientes adopten un curso de acción que en
otras circunstancias se negarían a adoptar.
Formular objetivos
y evaluar el
resultado
Primero, basándonos en nuestra propia estimación del impulso principal de las soluciones
ensayadas en cada caso, intentamos determinar un objetivo concreto de cambio de
conducta; en otras palabras, intentamos prever una conducta específica cuya realización
consideremos incompatible con la continuidad del problema y que, si es posible, quepa
constatar en términos de «sí» o «no».
En segundo lugar, podemos constatar el cambio declarado, ¿Qué ha sucedido que explique
este cambio? Cuando el primer criterio de evaluación implicaba la previsión de que
determinada conducta sería incompatible con la continuidad de la dolencia, ello implica el
vincular un cambio en la dolencia con un cambio de conducta o de opinión.
por lo que respecta a situaciones en las que el problema no ha
variado pero el cliente ya no lo considera un problema, preferimos
en cambio que el cliente redefina la queja anterior en términos
que demuestren que ya no considera el problema como problema