Entre 1721 y 1917 el estado ruso se
convirtió en un poderoso imperio
con posesiones en Europa, Asia y el
norte de América.
El hecho histórico que marca el inicio del
imperio es la conquista paulatina de
territorios desde el Mar Báltico hasta el
Oceáno Pacífico.
Esta expansión comenzó bajo el
reinado del zar Pedro I y el terminó el
corto gobierno de Nicolás II, último de
los zares, cuya caída detonaría el inicio
de la Revolución bolchevique de
octubre de 1917.
Políticamente Rusia era un imperio
conducido por un zar, dueño de un
poder absoluto, con decisiones
únicas sin cuestionamientos.
Los campesinos que conformaban un 85%
de la población vivían en condiciones de
extrema pobreza, al intenso frío se
sumaba el hambre y las pestes debido a su
debilidad.
Los campesinos comenzaron a
organizarse para tratar de
rebelarse contra este sistema
injusto y opresor
En 1914, el Imperio ruso estaba
dividido en 81 provincias (óblasti)
y 20 regiones (gubérniyas)
La capital del imperio fue San
Petersburgo
El extenso imperio ruso alcanzó casi 23 millones
de kilómetros cuadrados y su población en 1897
rebasa los ciento veinticinco millones.
El Imperio Ruso es la
denominación que se
le da a Rusia entre
1721 y 1917.
PERIODO DE REFORMAS
En 1861 proclamó la emancipación de casi 20
millones de siervos.
En 1864 gobiernos locales de la parte
europea rusa fueron organizados en
provincias y en zemstvos o distritos, que
fueron compuestos por los representantes
de todas las clases y eran responsables de
escuelas locales, salud pública, los caminos,
las prisiones, el suministro de alimentos, y
otros tratos. En 1870 las dumas o consejos
elegidos para la ciudad, fueron formadas.
Dominado por los dueños y obligada por los
gobernadores provinciales y la policía, los
zemstvos y las dumas aumentaron los
impuestos y el trabajo impuesto para apoyar
sus actividades.
En ciudades importantes, estableció cortes
de estilo occidental con jurado
Reformas importantes
ocurrieron en las esferas
educativas y culturales
Rusia estableció el banco del estado en 1866, que dio a la divisa
nacional estabilidad y firmeza. El ministerio de las finanzas apoyó el
desarrollo del ferrocarril, que facilitó actividad vital de la exportación,
pero era cauteloso y moderado en sus empresas extranjeras.
El imperio también intentó
reformar a los militares.