A través de los fascículos
reticuloespinales y reticulomedulares,
la formación reticular influye en la
actividad de las neuronas motoras alfa
y gamma.
En consecuencia, la FR puede modular
el tono muscular y la actividad refleja.
También mantiene la inhibición
recíproca.
La FR ayudada por el aparato
vestibular del oído interno y el
fascículo vestibuloespinal,
desempeña un papel importante en
el mantenimiento del tono de los
músculos antigravitatorios cuando el
sujeto se pone de pie.
La FR es importante para controlar
los músculos de la expresión facial
cuando se relacionan con la
emoción.
Control de las sensaciones
somáticas y viscerales
Debido a su localización central en el
eje cerebroespinal, la formación
reticular puede influir en todas las
vías ascendentes que pasan hacia los
niveles supraespinales.
La influencia puede ser facilitadora o
inhibidora. En particular la FR participa
en el mecanismo de la compuerta para
el control de la percepción del dolor.
Control del sistema
nervioso autónomo
Los fascículos reticulomedulares y
reticuloespinales pueden ejercer un
control mayor del sistema nervioso
autónomo, desde la corteza cerebral,
el hipotálamo y otro núcleos
subcorticales.
Que descienden hacia la eferencia
simpática y la eferencia
craneosacra parasimpática.
Control del sistema
nervioso endocrino
La FR influye tanto
directa como
indirectamente a través
de los núcleos
hipotalámicos, en la
síntesis o liberación de
factores liberadores o
inhibidores y, por tanto,
controla la actividad de
la hipófisis.
Influencia en los
relojes biológicos
Influye en los ritmos biológicos
a través de sus múltiples vías
aferentes y eferentes hacia el
hipotálamo.
El sistema activador
reticular
La vigilia y el nivel de consciencia
están controlados por la
formación reticular.
Las sensaciones dolorosas aferentes
incrementan de modo considerable
la actividad de la formación reticular,
que a su vez excitan mucho la
corteza cerebral. La cetilcolina
participa como neurotransmisor
excitador en este proceso.