La ontogénesis humana es el proceso mismo de hominización referido al individuo concreto. En este
proceso de hominización hay que tener en cuenta que una cosa es el cigoto (resultado de la unión de
células germinales), otra la vida específicamente humana, otra el nuevo organismo individual de la
especie humana y otra la aparición de un nuevo ser personal.
A la hora de plantear estas cuestiones se suelen cometer dos inexactitudes. La primera de ellas es
considerar que toda la información para el desarrollo del nuevo ser está ya contenida en el ADN
originario; y la segunda, no distinguir distintos momentos desde la concepción hasta el nacimiento.
Anotaciones e informaciones sobre la hominización ontogenética
El cigoto es la unión entre el óvulo (gameto femenino) y el espermatozoide (masculino).
El llamado momento de la "concepción" no es un momento puntual, tarda al menos unas horas.
Algunos llegan a afirmar que la concepción (unión del espermatozoide y el óvulo) tiene lugar durante
unos catorce días. Es mejor hablar de "fertilización" o "fecundación".
En el cigoto hay información genética para la constitución de un nuevo ser, pero no toda la requerida,
pues hay información que le llegará posteriormente a través de la madre.
El cigoto, que pasará a denominarse mórula y después blastocisto, quedará completamente
implantado en el útero hacia el decimocuarto día. Antes de las dos primeras semanas no se puede
hablar de individualidad, pues las células son totipotentes, es decir, pueden dar lugar a más de un
individuo y, además, estas células no están especializadas.
A partir del octavo día el blastocisto pasa a llamarse embrión. Es un periodo que dura hasta los dos
meses. En este periodo es cuando ocurre la hominización del embrión.
Al final de la tercera semana tenemos ya un individuo. A partir de ahora hay desarrollo y crecimiento
de lo constituido. Al final de la séptima semana se comienza a distinguir la "figura humana".
La nueva célula producto de la unión del óvulo y el espermatozoide tiene 46 cromosomas, y en tanto
que tal, pertenece a la especie humana. Pero para que esa célula dé lugar a un ser humano distinto va
a necesitar de un complejo proceso de expresión genética que en sus primeras fases tiene un carácter
constitutivo.
Los nutrientes y los inductores que le vienen de la madre no tienen en las primeras fases del
desarrollo embrionario la categoría de meros accidentes, sino absolutamente sustantivos, de modo
que sin ellos no se constituirá ese ser humano distinto. Esa determinación es esencial y no
meramente accidental. En el desarrollo embrionario hay un periodo constitutivo en el cual lo que nos
viene de fuera, nutrientes, inductores, etc., es tan esencial como la propia información genética.