La mayoría de los profesionales de la salud elegimos
esta profesión para beneficiar a las personas que
nos solicitan ayuda, pero cuando esa ayuda tiene
que ver con la experiencia de la muerte y el duelo,
hay algo que limita nuestra capacidad para ayudar
La Muerte. La muerte, es el
acontecimiento universal por
excelencia que, en cierta forma, le
confiere intensidad y valor a la vida
permite configurar una
vida más consciente, para
ser más responsable con
la propia existencia y para
madurar más
intensamente.
El miedo a la muerte es algo universal, porque
el ser humano le teme a lo desconocido
todos los miedos del ser humano,
tienen su origen en el miedo a la
muerte y si aprendemos a mitigar ese
miedo podremos enfrentarnos a todos
los demás miedos con mayor
tranquilidad.
Desde niño, se aprendían patrones de conducta al
observar cómo se comportaban los adultos, en
estas situaciones de duelo
El temor a la muerte, no es otra cosa que considerarse
sabio sin serlo, ya que es creer saber sobre aquello que
no se sabe. Quizás la muerte sea la mayor bendición del
ser humano, nadie lo sabe, y sin embargo todo el mundo
le teme como si supiera con absoluta certeza que es el
peor de los males
el duelo es la respuesta normal y natural a una pérdida humana o
separación. El duelo es una experiencia global, que afecta a la
persona en su totalidad: en sus aspectos psicológicos, emotivos,
afectivos, mentales, sociales, físicos y espirituales
el duelo representa una desviación del estado de salud, y de la misma
manera que es necesario curarse en la esfera de lo fisiológico para
devolver al cuerpo su equilibrio homeostático, se necesita un período de
tiempo para que la persona en proceso de duelo vuelva a su estado de
equilibrio.
El profesional de la salud debe analizar las dimensiones de su persona, clarificar sus emociones e integrar sus
sentimientos acerca de su propia muerte, a fin de estar en condiciones de apoyar a personas en el último
tiempo de la vida.