La acción del Espíritu Santo en la historia
de la salvación ofrecida al hombre
I. Jesús da el Espíritu a los hombres
1. Jesús poseedor del Espíritu
a. La revelación hecha al Bautista
El conocimiento de Jesús como Mesías le viene al Bautista por la contemplación que le es otorgada.
Todo sucedió para que Jesús fuese manifestado a Israel; para esto vino el Bautista bautizando con
agua(Jn 1,31). El primero a quién Jesús se revela fue el Bautista en realidad, la bajada del Espíritu del
cielo y permanencia sobre Jesús no está contada como una invasión del Espíritu sobre Jesús, sino
como una señal que revela a Jesús El Bautista.
b. La revelación hecha por el Bautista
Fruto del conocimiento que el Bautista quiere de Jesús es la proclamación que
hace de él y al mostrarlo a Israel como Mesías. Precisamente por ser Jesús El
Mesías, lleno de Espíritu, está presentado por el Bautista como aquel que
bautiza en Espíritu Santo. (Jn 1,33). Se tiene ya desde el principio una síntesis de
la vida y actividad de Jesús, bautizar en el Espíritu.
2. Jesús, dador del Espíritu
a. Donación del Espíritu en su vida
mortal
El hecho de la donación
“Quién fue mandado por Dios habla las palabras de Dios, ya que no da el Espíritu con medida(Jn 3,34 ). El
que da el Espíritu es Jesús; para afirmar esto hay motivos de orden literario y teológico. Así, partiendo
del orden literario, se puede observar claramente que en el conjunto de la perícopa(Jn 3,31-36) todos los
verbos referidos a Jesús están en tiempo presente: es, testimonia, habla; mientras que los verbos
referidos a Dios están todos en tiempo pasado: envió, ha dado. Una razón de orden teológico para
afirmar que es Jesús el que da el Espíritu, sería el hecho que en la teología joánea jamás se dice que Dios
da el Espíritu a Cristo. El hijo posee en plenitud el Espíritu...
El modo de la donación
“Aquel que Dios ha enviado habla palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida(Jn 3, 34); La
donación del Espíritu pues está unida a las palabras de Dios; por ser enviado de Dios, habla cuanto ha
escuchado de Dios. Así al hablar palabras de Dios, al comunicarlas, comunica también el Espíritu de
Dios. Esta donación se confirma después mediante otras palabras de Jesús: “Las palabras que yo os he
dicho son Espíritu y vida”(Jn 6, 63b). Las palabras de Jesús son palabras de vida, llevan consigo el Espíritu
que vivifica, así Jesús da el Espíritu con sus palabras. Estando el Espíritu presente en Jesús y dando Jesús
el Espíritu con sus palabras, los discípulos conocen el Espíritu mediante el conocimiento de las palabras
de Jesús; el Espíritu permanece así junto a los discípulos por la presencia de Jesús junto a ellos, ya que
sus palabras son Espíritu y dan vida.
Donación del Espíritu
“El que tenga sed venga a mí, y beba el que cree en mí. Como dijo la escritura, brotarán de su seno ríos
de agua viva”(Jn 7,37b-38). El sentido de las palabras de Jesús en la fiesta de los tabernáculos, fiesta del
agua, es una invitación a venir a él y beber; es una orientación sapiencial de Jesús al presentar su palabra
como agua que se bebe. Ya antes en el discurso Eucarístico de Cafarnaún, Jesús había presentado esta
misma orientación sapiencial: “El que cree en mí no tendrá más sed” (Jn 6,35); creer en Jesús es acoger su
palabra como agua que quita la sed.
“Esto lo dijo del Espíritu que debían recibir los que crean en él, pues no era aún [venido] el Espíritu
porque Jesús no había sido glorificado” (Jn 7,39). Según el evangelista, los ríos de agua que brotarán del
seno de Jesús se refieren al Espíritu; esto quedará luego confirmado cuando Jesús “Inclinando la cabeza
entregó el Espíritu” (Jn 19,30) y después abierto su costado por una lanza, “salió inmediatamente sangre y
agua” (Jn 19,34)
b. Donación del Espíritu en la vida gloriosa de Jesús
El mismo día de la resurrección, en la aparición de Jesús a los discípulos en el cenáculo, el
evangelista cuenta el gesto de Jesús con ellos: “Sopló y les dijo: recibid el Espíritu Santo, a
quienes perdonéis los pecados les quedan perdonados” (Jn 20,22- 23). Como Dios con su
aliento comunicó la vida, también Jesús con su aliento de vida realizará la donación del Espíritu,
como expresión de la nueva vida que trae el Espíritu. Así se hace una nueva conexión entre la
humanidad de Jesús palabra hecha carne y la donación del Espíritu. El don del Espíritu se
expresa no sólo con el aliento de Jesús sino también con sus palabras: “Recibid el Espíritu
Santo” (Jn 20,22).
Esta donación del Espíritu se continuará en la vuelta de Jesús junto al
Padre. Una vez vuelto Jesús al Padre ya con su humanidad glorificada,
será más abundante el envío del Espíritu que haga presente al Jesús
ausente. Jesús habla del Espíritu a los discípulos como don del Padre:
“Os dará otro Paráclito” (Jn 14,16), “el Paráclito, el Espíritu Santo que
enviará el Padre” (Jn 14,26). Aparece, pues claro, que Jesús es dador del
Espíritu ya durante su vida mortal, pero sobre todo da y envía el Espíritu
en su glorificación y vuelta al Padre.
II. El Espíritu conduce los hombres a Jesús
1. Relación del Espíritu con el mundo
a. La actitud del mundo con el
Espíritu
La actitud del mundo con el Espíritu “El Espíritu de verdad que
el mundo no puede recibir porque no lo ve y no lo conoce” (Jn
14,17). El sentido del verbo “ver” parte de una visión externa
para llegar a descubrir otra realidad que no se ve. En el caso
concreto del mundo, a través de las obras externas de Jesús
no ve la realidad del Espíritu que está en Jesús. Los discípulos,
por el contrario, a través de los signos y las obras de Jesús
descubren el Espíritu.. Del mundo en relación con el Espíritu
se dice que “no lo conoce”,; la expresión “no conoce” indica el
proceso por el que se llega al conocimiento y así significa que
el mundo “no reconoce”, “no comprende”, “no descubre” la
presencia del Espíritu en las palabras y persona de Jesús,
precisamente porque no tiene la visión atenta de ellas.
b. La actitud del Espíritu con el mundo
“Convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Jn
16,18). El verbo “convencerá” tiene ciertamente un sentido
fundamentalmente jurídico. La acción del Espíritu es sobre
los discípulos con un testimonio e iluminación interna, no
delante de los tribunales con la que hará ver a los
discípulos la actitud negativa y culpable del mundo. En
primer lugar “sobre el pecado”: La actitud negativa y
pecaminosa del mundo por no creer, en segundo lugar,
“sobre la justicia” en contraste con el pecado; del Espíritu
hará ver a los discípulos la justicia que se ha hecho a
Cristo, su triunfo, su victoria y recompensa por razón de
cuánto se dice a continuación: “Porque marchó al Padre”
(Jn 16,10).
Por último la iluminación del Espíritu sobre los discípulos
recae también “sobre el juicio” el Espíritu convencerá a los
discípulos sobre el juicio, es decir, sobre la condenación, no
ya del mundo, sino del príncipe de este mundo “que ha sido
juzgado” (Jn 16,11). Coincidiendo con la glorificación de Jesús:
“El príncipe de este mundo será echado fuera” (Jn 12,31).
2. Relación del Espíritu con los
discípulos
a. Actitud de los discípulos con el
Espíritu
“Vosotros lo conocéis” (Jn 14,17b); a través de la
relación con Jesús, han creído ya en Jesús y así han
conocido la presencia del Espíritu en las palabras y
obras de Jesús. El conocimiento de los discípulos es
todavía rudimentario en el período de convivencia
con Jesús en su vida mortal, pero irá creciendo con
la presencia y actuación del Espíritu.
b. Actitud del Espíritu con los discípulos
La presencia del Espíritu
En el presente de la vida mortal de Jesús se dice respecto a los discípulos: “El Espíritu permanece junto a
vosotros” (Jn 14,17b). Para el futuro como fruto del don y del envío del Espíritu, está presencia se
intensificará; así aparece en las palabras de Jesús a los discípulos: “Os dará otro Paráclito para que esté
con vosotros siempre” (Jn 14,16); se trata de otra presencia del Espíritu; no es simplemente “junto a
vosotros” sino también “con vosotros”; se trata de la asistencia y ayuda del Espíritu a los discípulos para
que cumplan su misión. Esta presencia será siempre a partir del don y envío del Espíritu al retorno de
Jesús al Padre. La presencia del Espíritu en el futuro llegará a ser en intimidad, compenetración,
inhabitación.
La actuación del Espíritu
1. Actuación en una vida que comienza
Jesús en el diálogo con Nicodemo, habla de una vida nueva: “Si
uno no nace de lo alto no puede ver el reino de Dios” (Jn 3,3); en
la marcha Jesús vuelve a insistir “Si uno no nace del agua y del
Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” (Jn 3,5). El nacer
“del agua y del Espíritu” comporta entrar en el reino de Dios;
esto implica también que por la acción del Espíritu se participa
de cuánto ofrece Jesús como realización del Reino de Dios. “Lo
que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es
Espíritu” (Jn 3,6). Eso mismo es Espíritu, es decir, participa
plenamente de la vida y de la fuerza del Espíritu como si lo
nacido nuevo fuese a su vez Espíritu. Lo nacido del Espíritu por
este nuevo nacimiento, llega a ser verdaderamente hijo de
Dios.
2. Otras características de la actuación del
Espíritu
Una de estas características es dar testimonio
“El Paráclito, que yo os enviaré
desde el Padre, el Espíritu de la
verdad que procede del Padre, él
dará testimonio de mí” (Jn 15,26).
La misión del Espíritu es dar
testimonio en el interior de los
discípulos a favor de Jesús para
que su fe en él no desfallezca, sino
que permanezcan seguros en su
adhesión a Jesús.
El Espíritu será Paráclito
Paráclito sería uno que es llamado para que
esté junto a otro y lo defienda, ayude, proteja
y consuele. No sólo les hace ver a los
discípulos que el pecado es del mundo por no
creer, sino que también testimonió a favor de
Jesús mostrando que se le ha hecho justicia
en su vuelta al Padre (Jn 16,10). Al hablar así el
Espíritu a favor de Jesús, hace firmes a los
discípulos en su fe y adhesión al maestro (Jn
15,26).
Espíritu de verdad
1. "Os enseñará todas las cosas" (Jn 14,26)
De las 10 veces que se usa el verbo “enseñar” en el cuarto Evangelio, ocho veces están aludidas a Jesús. La
verdad enseñada por Jesús tiene que ser interiorizada, el creyente tiene que permanecer en la palabra
de Jesús (Jn 8,31) y la palabra de Jesús tiene que introducirse en el creyente (Jn 15,7). Esta es la misión del
Espíritu en su enseñanza
2. " Os recordará todas las cosas que yo os he dicho" (Jn 14,26)
El verbo “recordar” en el cuarto evangelio no es solamente traer a la memoria, hacer que uno no se olvide.
El recordar, implica el hacer captar el sentido exacto de cuánto Jesús ha dicho y hecho; es un caer en la
cuenta del sentido hondo de lo realizado por Jesús al entrar en Jerusalén como algo ya pronunciado de él
en la escritura.
3.“Hablará no de sí mismo sino cuánto oirá” (Jn
16,13)
“Hablo cuanto oí de junto al Padre” (Jn 8,38). La revelación del Espíritu al hablar no parte de sí, sino de
cuánto oirá; así el origen de la revelación propuesta del Espíritu es siempre Jesús.
4.“Os introducirá en toda la verdad” (Jn
16,13)
“Introducirá” por una parte, hace alusión al camino como aparece en la raíz misma del verbo, pero por otra
parte, se une con el término final: “la verdad”. Jesús es a la vez camino y verdad (Jn 14,6). “Toda” se indica
así la plenitud de la revelación en la que introduce el Espíritu hasta lo más íntimo de la verdad; además, la
verdad, le introducen en el íntimo de hombre.
5. “Y os revelará las cosas que sucederán” (Jn
16,13)
La misión del Espíritu en ese después será el manifestar, revelar el modo claro y abierto cuando Jesús ya ha insinuado. Los hechos futuros del
texto toman una dimensión escatológica de cuánto comienza con la vuelta de Jesús al Padre; se alude con estos hechos a la economía de
salvación que ya fue inaugurada por la muerte y resurrección de Jesús y también por el don del Espíritu; con estos hechos futuros se alude,
en una palabra, al tiempo de la Iglesia.
6." El me glorificará porque recibirá de lo mío y os lo revelará” (Jn
16,14)
El Espíritu comunica cuánto recibe de Jesús; el Espíritu manifiesta, revela, introduce, enseña la persona
misma de Jesús como Hijo, su obra, cuánto ha dicho y hecho.
El Espíritu hará verdaderos adoradores
La adoracion verdadera que hay que tributar a Dios en este tiempo del Espíritu, es la que actúa en clima de
asimilación de la verdad traída por Jesús, pero comprendida e interiorizada por la actuación del Espíritu.
Por eso Jesús afirmó en el diálogo con la mujer samaritana: “Los verdaderos adoradores adorarán al Padre
en Espíritu y verdad” (Jn 4,23)
Jesús se identifica con la
verdad. El Espíritu el llamado
“de la verdad” porque todo él
está orientado a la verdad de
Jesús. Jesús como verdad es la
revelación misma; el Espíritu
está orientado a hacer
conocer la verdad
III. Línea de continuidad sobre el Espíritu en los escritos joáneos
1. El Espíritu en las Cartas
El aspecto convergente entre la primera Carta y el
cuarto evangelio reviste diversidad de facetas; la
primera es la dominación del Espíritu como don y
como Espíritu de verdad. Una segunda convergencia
entre los dos escritos joánicos en la presentación del
Espíritu es su actuación. El Espíritu está en el origen
de la vida nueva, es fuente de conocimiento, hasta el
discernimiento de diversos Espíritus; el Espíritu es
testigo de Jesús al mostrar que viene con el agua (su
bautismo) y con la sangre (su muerte); el Espíritu es
también testigo de que la vida nos viene de donde
ella está, nos viene del hijo de Dios.
Pero hay también alguna diferencia en el modo de ser presentado el
Espíritu en los dos escritos joánicos: En el cuarto evangelio hay una
insistencia en las promesas que se hacen del Espíritu; en la primera Carta,
sin embargo, falta esta faceta de promesa, aunque no hay contradicción
en ello. El motivo último de esta diferencia radica en el género literario
distinto en cada uno de los escritos. El cuarto evangelio contiene sobre
todo un testimonio sobre la vida de Jesús; esto conlleva un desarrollo
mayor de Jesús como dador del Espíritu, también comporta una
insistencia subrayada sobre las promesas que Jesús hace del Espíritu. En
la primera carta por el contrario se encuentra una exhortación a una
perseverancia en la vida cristiana bajo la acción del Espíritu.
2. El Espíritu en el Apocalipsis
Diferencias en la denominación: Algunas de las
denominaciones del Espíritu presentes en el cuarto
evangelio están ausentes en el Apocalipsis tales
como: “Paráclito”, “Espíritu santo”, “Espíritu de la
verdad”. Por el contrario algunas están presentes en
el Apocalipsis y faltan en el cuarto evangelio: la
mención de “siete Espíritus” y “Espíritu de la profecía”.