Se ha dicho que las raíces de la corrupción en México están en la época colonial.
El poder patrimonial absoluto de los monarcas españoles sobre sus
dominios, transferido casi intacto a sus representantes en las Indias, los
virreyes, habría convertido el ejercicio de los puestos públicos en un negocio
privado, hábito que a su vez habría persistido a través de los siglos.
Iturbide hizo negocios turbios en sus años de general invicto, Santa Anna
tuvo haciendas en México y Colombia, pero ambos fueron despilfarrados,
desidiosos, descuidados. Buscaban menos el poder que el amor de sus
compatriotas. Soñaban con guirnaldas de oliva y un sepulcro de honor. El
dinero no estaba en su horizonte práctico ni axiológico. Además, de haber
querido enriquecerse, el pobre erario se los habría impedido.
México había vivido su primer momento de apertura económica caracterizado
sobre todo por la febril construcción de los ferrocarriles. Al amparo del
gobierno se hicieron negocios ilícitos que se tradujeron en un déficit fiscal
escandaloso para esos tiempos y que estuvo a punto de provocar la
consignación del secretario de Hacienda y el tesorero de la Federación. Don
Porfirio, pérfido instigador de la maniobra, terminó por absolver a su
compadre y de ese modo se enfiló, sin rival alguno, hacia la reelección
perpetua, pero el precedente se había sentado.
USOS Y COSTUMBRES
Logra asumirse como
"cultura" y no un delito
Soborno
Desvío de recursos
Abuso de funciones
Colusión
Conspiración para cometer
actos de corrupción
Tráfico de influencia
Enriquecimiento oculto
Nepotismo
Obstrucción de la justicia
ESTRATEGIAS PARA COMBATIRLO
Informar y reforzar el
papel de la ciudadanía
Reforzar y alineación de los
órganos de control
Regular el papel de los Lobbies
Aprobar un estatuto de protección
para el denunciante de buena fe
Reconocer el carácter fundamental al
derecho de acceso a la información