Cristo Salvador, que se
identificó con sus «hermanos
más pequeños »
difundiendo más amplia y profundamente la verdad de
que somos hijos de Dios, de que somos hermanos y
traduciendo esta verdad en una nueva organización social
El fundamento de la hermandad entre Jesús y
nosotros y entre todos los hombres radica en que Él
y nosotros somos hijos del mismo Padre
AMOR A LOS HOMBRES
El verdadero amor a Jesucristo, es obra del Espíritu
Santo, se traduce inmediatamente en amor al hombre
con más vigor que cualquier revolución social
El amor que debemos a nuestros semejantes
tiene unos criterios muy serios: al prójimo
debemos amarlo como a nosotros mismos... y
debemos amarlo como Cristo nos amó.
El Minuto de Dios tiene la vocación de aproximarse a los pobres y a las
comunidades marginadas, urbanas o rurales. Los que sufren deberían sentirnos
cercanos, experimentar nuestro amor y nuestro servicio
“Amarás al Señor, tu
Dios, y a tu hermano el
hombre”.
COMPROMETIDOS CON LOS POBRES
El Minuto de Dios es “expresión de un compromiso con los
pobres” y “entidad comprometida en el desarrollo integral
de la persona humana y de las comunidades marginadas”.
¿Que implican los términos “compromiso” y “entidad
comprometida”?
El compromiso es la actitud de la persona fiel a sus
creencias que, para cumplir su misión en la familia, en
la Iglesia o en el mundo, arriesga cuanto es y cuanto
tiene
El Minuto de Dios ha escuchado el grito
angustiado de muchas personas, no sólo en los
momentos dramáticos de los terremotos y las
avalanchas, de los deslizamientos y las
inundaciones, sino el clamor sordo, permanente,
que musita la miseria en los barrios subnormales
de las ciudades.
UNA EXIGENCIA DE JUSTICIA
Siguiendo las huellas de tal enseñanza, procede la
educación y la formación de las conciencias humanas en el
espíritu de la justicia, lo mismo que las iniciativas
concretas, sobre todo en el ámbito del apostolado de los
seglares, que se van desarrollando en tal sentido
La justicia social es superior a la justicia conmutativa. La
justicia social es el fin, la justicia conmutativa es el medio.
Ésta es la auténtica enseñanza de santo Tomás y el
magisterio de la Iglesia desde León XIII
Esa visión no satisface: para los cristianos, la justicia social y el
amor no sólo se complementan, sino que se compenetran, son
inseparables. La justicia social es una forma concreta de cumplir el
mandamiento del amor.
ELABORADO: JULIÁN ANDRÉS MARTÍNEZ RINCÓN
El amor dinamiza la justicia, la estimula y la
acompaña hasta que corona sus acciones y,
luego, la supera y avanza hasta límites que la
justicia social no logra alcanzar
OBJETIVO: EL HOMBRE
“Objetivo: el hombre”. Semejante parece la meta que desde su
fundación ha perseguido El Minuto de Dios. Aquí podríamos
repetir: “Nada de lo humano nos es ajeno”.
El Minuto de Dios ha querido servir a todo hombre, de
cualquier raza, sexo, idioma, cultura o condición.
El Minuto de Dios ha deseado atender a todos los hombres: a los pequeños de la
guardería infantil, a los niños de preescolar, a los estudiantes de primaria y
secundaria, a los universitarios, a los jóvenes y adultos que cursan educación no
formal, a las mujeres jefes de hogar, a los artesanos y a las personas de la tercera
edad.
El Minuto de Dios ha procurado promover al hombre, en todo lo que es,
en sus ideas espirituales y materiales: instrucción intelectual y búsqueda
religiosa, vivienda y trabajo, salud y recreación, vida comunitaria y social.
DISTINTOS E IGUALES
Somos tan diferentes los hombres, los unos de los otros, por la raza a
la que pertenecemos, el color de la piel, las facciones del rostro, la
altura del cuerpo, la proporción de los miembros.
Somos tan diversos los unos de los otros, según la educación
que recibimos, el lenguaje que utilizamos, la fe y los valores que
orientan nuestra vida.
El Minuto de Dios anhela que se dé la igualdad entre los hombres, que a todos se les respete el derecho a la vida, que
todos tengan acceso a la educación, que todas las familias posean una vivienda digna, que todos pueden trabajar en un
empleo retribuido con justicia, que todos se puedan beneficiar de la atención médica y hospitalaria, que todos disfruten
de expansión y descanso, que todos puedan expresar su fe y sus creencias religiosas con libertad, que todos se sientan
participantes en la construcción del mundo y sean protagonistas de su propio desarrollo.