Octubre de 2019 ha sido nefasto para Ecuador, pues el país está ahora con una economía, una democracia y una
convivencia social peores. Primero lo esencial: la violencia. Hemos vivido en Quito escenas dantescas inolvidables e
imperdonables.
Y hemos visto cómo la violencia era auspiciada por actores como la Conaie, que ha reconocido el
secuestro de periodistas, de policías y la “toma” de la Asamblea. Y además ha sido, como mínimo,
connivente con el con el cierre de las vías, con el saqueo de empresas, con el sabotaje a la
producción petrolera
Peor pues, durante más de una semana, se ha negado a muchos ecuatorianos su legítimo derecho a
trabajar y a producir, poniendo en dificultades a innumerables negocios; peor pues se han asaltado
centros de producción y destruido pozos petroleros y, más aún, pues la imagen dada por Ecuador ha
espantado la inversión y el turismo por mucho tiempo.
Y la mayoría seguimos esperando que todos aquellos que se oponían a la eliminación de los subsidios
presenten argumentos sustentados y alternativas viables sobre cómo equilibrar el presupuesto.
Mientras en Ecuador nos seguimos empobreciendo a nosotros mismos. A todos.