SER MUJER Y ESTUDIAR LEYES:APROXIMACIONES
ANTROPOLÓGICASAL ACOSO Y SU RESISTENCIA EN
UNAUNIVERSIDAD PÚBLICA DE LA CIUDADDE
MÉXICO.
En México el acceso a la educación
media y superior muestra un aumento
notable en la matrícula femenina
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se puede observar que en
todos sus niveles educativos (bachillerato, licenciatura y posgrado), el número de
mujeres 152.514 (50,7%) que se incorporó a las aulas es mayor al de varones
148.332 (49,2%)
Como problema de salud pública, el acoso sexual
está asociado a agresiones sexuales que afectan
la salud mental y reproductiva, ya que existe el
riesgo de experimentar abortos y de contraer
infeccio¬nes de transmisión sexual
En el ámbito de la vida escolar univer¬sitaria,
entendemos el acoso sexual como una forma de
violencia basada en el sistema sexo/género, porque
se ejerce como una agresión que puede ser física y/o
psicológica e implica relaciones de poder y control
asimétricas entre el perpetrador y la víctima
La violencia sexual está marcada por la desigualdad
estructural del género, la etnicidad y la clase social, no
necesariamente supone una relación vertical en sentido
descendente por parte del acosador y el acosado
El acoso sexual puede ser ejercido
para controlar la forma de vestir
La pedagogía punitiva como
dispositivo de acoso escolar
La disciplina escolar es un dispositivo de
poder y su rasgo distintivo en el ámbito
analizado es que puede ejercerse a
través de códigos de vestimenta
basados en principios heteronormativos.
Vigilancia heteronormativa
Los varones están obligados a asistir a clase con traje y
corbata, y las mujeres con falda y tacón, este vestuario se
convierte en el fetiche definitorio de identidad del estudiante
de derecho, es un recurso simbólico con el que se figura la
vida profesional de la abogacía.
Acoso escolar, impunidad y vida cotidiana
En las aulas es común
escuchar argumentos que
favorecen la visión de un
ejercicio profesional, apegado a
intereses monetarios y de
poder político
Un aspecto interesante de la
vida escolar: Un uso del espacio
que consigue enaltecer a los
profeso¬res como figuras
máximas de autoridad y
conocimiento.
El acoso existe habitualmente a través de agresiones de tipo
sexual, físico y psicológicas provenientes de sus profesores.
Algunos docentes
invitan abiertamente a
sus alumnas a verse en
contextos no
académicos y con fines
sexuales.
Otros recurren al correo
electrónico para promover
encuentros con estudiantes
fuera de los ámbitos
escolares, estas prácticas
son más recurrentes con
las estudiantes que son
jefas de grupo, ya que los
profesores aprovechan ese
rol para obtener todos los
datos de contacto
(teléfonos, correos
electrónicos, redes sociales).
Profesora explicó que el acoso sexual no es una
práctica que se ejerce exclusiva¬mente contra las
estudiantes, ella, como docente también lo padece
El acoso sexual ejercido por los
estudiantes contra las profesoras, solo
que es un fenómeno que se invisibiliza.
El acoso se percibe por las alumnas como
un delito que generalmente queda
impune.
El acoso no es denunciado, en parte
porque no hay procesos de tipo penal
en contra de los profe¬sores
Las estrategias para sobrevivir al acoso
El que las estudiantes no denuncien por la vía
institucional no las limita a hacerlo por vías que no
son formales o a emprender acciones que operan
bajo un discurso oculto, que las ayuda a afrontar las
agresiones de quienes detentan el poder.
Hay estudiantes que optan por camuflarse para
hacerles creer a sus profesores agresores, que son
fieles subordinadas
Ellas niegan sus convicciones feministas, asumen códigos
de vestimenta conservadores, e incluso, se masculinizan.
Algunas han tenido que “pasar por perfil bajo”
para mitigar estas agresiones
Otras estudiantes han optado por hacer públicas sus experiencias de
acoso sexual (actividades como el tendedero de las denuncias, que
consiste en hacer de conocimiento público las agresiones)
El uso de las redes sociales es otra forma de
denuncia y que transita de lo íntimo a lo público.
Conclusiones
La vida escolar es percibida por las
mujeres como un contexto hostil
del que se sienten rechazadas, lo
que puede estar asociado a las
prácticas heteronormativas o
modelos disciplinarios que buscan
definir conductas estudiantiles en
apego a códigos de género y de
clase social.
En los espacios más hostiles,
hay lugar para desnaturalizar
el acoso, pues encontramos que
algunas estudiantes recurren a
organizaciones estudiantiles
para exhibir a los profesores
que son reconocidos
generacionalmente como
acosadores
El acoso no siempre es ejercido bajo situaciones de tensión y coerción explícitas, es decir, puede ocurrir de forma imperceptible,
ligado a la microfísica del poder, ya que implica vínculos inherentes al cortejo galante, en donde los estereotipos de género
refuerzan su normalización.