Pre-adolescencia (9 a 13 años): Es ese estado vital entre la niñez y la
adolescencia, marca el comienzo de una nueva etapa de construcción de la
identidad de nuestros niños. En esta construcción de su YO, intervienen
cambios corporales, conductuales y emocionales.
Adolescencia temprana (11-13 años): Es la primera etapa
de desarrollo del niño. Se caracteriza porque comienza a
experimentar cambios físicos a una gran velocidad. En esta
fase aparecen los caracteres sexuales secundarios. Los
cambios psicológicos y sociales no tienen un gran
desarrollo durante esta fase, sino que son consecuencias o
se derivan de los cambios físicos.
Adolescencia tardía (17-21 años): El desarrollo físico y sexual ha terminado.
El adolescente ya es físicamente adulto y sus órganos sexuales están
plenamente capacitados para la reproducción. El pensamiento abstracto
también se ha desarrollado en su totalidad y el joven puede pensar en
abstracto sin dificultad y percibe perfectamente las implicaciones futuras de
sus actos. El desarrollo del pensamiento es un factor individual que depende
de las condiciones del entorno y de las propias capacidades de la persona. A
partir de este momento, el adolescente comienza a enfrentarse a las
exigencias del mundo adulto, las necesidades de atención y de pertenencia a
un grupo pierden importancia en pro del fomento de las relaciones
individuales.
Habilidades Para su Desarrollo Social
Vínculo: capacidad de establecer lazos afectivos con otras personas.
Empatía: capacidad de ponerse en el lugar del otro y entenderle. A través de la terapia y de los
grupos con adolescentes tratamos de inculcarles la capacidad de diferenciar sus necesidades de las
necesidades de los demás para que entiendan y respeten que cada uno es diferente. Aprender a
percibir estas diferencias ayuda a relacionarse de una manera sana con el otro porque entienden que
al tener necesidades diferentes cada persona valora o piensa de forma distinta.
Asertividad: capacidad de defender los propios derechos y opiniones respetando los de los demás.
Cooperación: capacidad de colaborar para lograr un objetivo común. Esto ayuda a la integración del
adolescente en un grupo ya que necesita formar parte más allá de sí mismo.
Comunicación: capacidad de expresar: Emociones positivas: poder reconocer y expresar lo que le
agrada. Emociones negativas: poder reconocer y expresar lo que le desagrada. Peticiones: expresar
cómo se siente y pedir algo que para él o ella es importante respetando el no a su petición. Críticas:
expresar cómo se siente ante otra persona y pedir un cambio. Capacidad de rechazar la petición sin
dañar al otro.
Auto-control: Controlar las propias emociones o sentimientos ante situaciones determinadas.
Resolución de conflictos: Para enseñar a comprender y resolver los conflictos conviene estimular el desarrollo
de la capacidad del adolescente para adoptar diferentes perspectivas. Si el adolescente es flexible para ver
las diferentes perspectivas también será capaz de valorar las diferentes opciones para resolver el problema
sin quedarse en una sola solución que puede que no se dé.