LOS SIETE SABERES NECESARIOS PARA LA EDUCACIÓN DEL FUTURO
Description
tratado sobre el conjunto de materias que deben o deberían enseñarse: pretende única y esencialmente exponer problemas centrales o fundamentales que permanecen por completo ignorados u olvidados y que son necesarios para enseñar en el próximo siglo.
LOS SIETE SABERES NECESARIOS PARA LA EDUCACIÓN DEL FUTURO
autor
Osberto Baldemar Hernández Domingo
tratado sobre el conjunto de materias que deben o deberían enseñarse: pretende única y esencialmente exponer
problemas centrales o fundamentales que permanecen por completo ignorados u olvidados y que son necesarios para
enseñar en el próximo siglo.
Capítulo I
Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión
1. Es muy reciente el hecho de que la educación, que es la que tiende a comunicar los conocimientos, permanezca ciega
ante lo que es el conocimiento humano, sus disposiciones, sus imperfecciones, sus dificultades, sus tendencias tanto al error
como a la ilusión, y no se preocupe en absoluto por hacer conocer lo que es conocer
2. En efecto, el conocimiento no se puede considerar como una herramienta ready made que se puede utilizar sin
examinar su naturaleza. El conocimiento del conocimiento debe aparecer como una necesidad primera que serviría de
preparación para afrontar riesgos permanentes de error y de ilusión que no cesan de parasitar la mente humana. Se
trata de armar cada mente en el combate vital para la lucidez.
3. Es necesario introducir y desarrollar en la educación el estudio de las características cerebrales, mentales y culturales del
conocimiento humano, de sus procesos y modalidades, de las disposiciones tanto psíquicas como culturales que permiten
arriesgar el error o la ilusión.
Capítulo II
Los principios de un conocimiento pertinente
1. Existe un problema capital, aún desconocido: la necesidad de promover un conocimiento capaz de abordar problemas
globales y fundamentales para inscribir allí conocimientos parciales y locales.
2. La supremacía de un conocimiento fragmentado según las disciplinas impide, a menudo operar el vínculo entre las
partes y las totalidades y, debe dar paso a un modo de conocimiento capaz de aprehender los objetos en sus contextos,
sus complejidades y sus conjuntos.
3. Es necesario desarrollar la aptitud natural de la inteligencia humana para ubicar todas sus informaciones en un contexto
y en un conjunto. Es necesario enseñar los métodos que permiten aprehender las relaciones mutuas y las influencias
recíprocas entre las partes y el todo en un mundo complejo.
Capítulo III
Enseñar la condición humana
1. El ser humano es a la vez físico, biológico, psíquico, cultural, social e histórico. Es esta unidad compleja de la
naturaleza humana la que está completamente desintegrada en la educación a través de las disciplinas y que
imposibilita aprender lo que significa ser “humano”. Hay que restaurarla de tal manera que cada uno desde donde esté
tome conocimiento y conciencia al mismo tiempo de su identidad compleja y de su identidad común a todos los demás
humanos.
2. Así, la condición humana debería ser objeto esencial de cualquier educación.
3. Este capítulo indica como, a partir de las disciplinas actuales, es posible reconocer la unidad y la complejidad humanas
reuniendo y organizando conocimientos dispersos en las ciencias de la naturaleza, en las ciencias humanas, la literatura y
la filosofía y mostrar la unión indisoluble entre la unidad y la diversidad de todo lo que es humano
Capítulo IV
Enseñar la identidad terrenal
1. En lo sucesivo, el destino planetario del género humano será otra realidad fundamental ignorada por la educación.
El conocimiento de los desarrollos de la era planetaria que van a incrementarse en el siglo XXI, y el reconocimiento de
la identidad terrenal que será cada vez más indispensable para cada uno y para todos, debe convertirse en uno de los
mayores objetos de la educación.
2. Es pertinente enseñar la historia de la era planetaria que comienza con la comunicación de todos los continentes en el
siglo XVI y mostrar cómo se volvieron intersolidarias todas las partes del mundo sin por ello ocultar las opresiones y
dominaciones que han asolado a la humanidad y que aún no han desaparecido.
3. Habrá que señalar la complejidad de la crisis planetaria que enmarca el siglo XX mostrando que todos los humanos,
confrontados desde ahora con los mismos problemas de vida y muerte, viven en una misma comunidad de destino.
Capítulo V
Enfrentar las incertidumbres
1. Las ciencias nos han hecho adquirir muchas certezas, pero de la misma manera nos han revelado, en el siglo XX,
innumerables campos de incertidumbre. La educación debería comprender la enseñanza de las incertidumbres que han
aparecido en las ciencias físicas (microfísica, termodinámica, cosmología), en las ciencias de la evolución biológica y en las
ciencias históricas.
2. Se tendrían que enseñar principios de estrategia que permitan afrontar los riesgos, lo inesperado, lo incierto, y modificar
su desarrollo en virtud de las informaciones adquiridas en el camino. Es necesario aprender a navegar en un océano de
incertidumbres a través de archipiélagos de certeza.
3. La fórmula del poeta griego Eurípides que data de hace 25 siglos está ahora más actual que nunca. «Lo esperado no se
cumple y para lo inesperado un dios abre la puerta». El abandono de los conceptos deterministas de la historia humana
que creían poder predecir nuestro futuro, el examen de los grandes acontecimientos y accidentes de nuestro siglo que
fueron todos inesperados, el carácter en adelante desconocido de la aventura humana, deben incitarnos a preparar nuestras
mentes para esperar lo inesperado y poder afrontarlo. Es imperativo que todos aquellos que tienen la carga de la
educación estén a la vanguardia con la incertidumbre de nuestros tiempos.
Capítulo VI
Enseñar la comprensión
1. La comprensión es al mismo tiempo medio y fin de la comunicación humana. Ahora bien, la educación para la
comprensión está ausente de nuestras enseñanzas. El planeta necesita comprensiones mutuas en todos los sentidos.
Teniendo en cuenta la importancia de la educación para la comprensión en todos los niveles educativos y en todas las
edades, el desarrollo de la comprensión necesita una reforma de las mentalidades. Tal debe ser la tarea para la educación
del futuro.
2. La comprensión mutua entre humanos, tanto próximos como extraños es en adelante vital para que las
relaciones humanas salgan de su estado bárbaro de incomprensión.
3. De allí, la necesidad de estudiar la incomprensión desde sus raíces, sus modalidades y sus efectos. Este estudio sería tanto
más importante cuanto que se centraría, no sólo en los síntomas, sino en las causas de los racismos, las xenofobias y los
desprecios. Constituiría, al mismo tiempo, una de las bases más seguras para la educación por la paz, a la cual estamos
ligados por esencia y vocación.
Capítulo VII
La ética del género humano
1. La educación debe conducir a una (antropo-ética), considerando el carácter ternario de la condición humana, que es el
de individuo sociedad especie. En este sentido, la ética individuo/especie necesita un control mutuo de la sociedad por el
individuo y del individuo por la sociedad, es decir la democracia; la ética individuo, especie convoca a la ciudadanía
terrestre en el siglo XXI.
2. La ética no se podría enseñar con lecciones de moral. Ella debe formarse en las mentes a partir de la conciencia
de que el humano es al mismo tiempo individuo, parte de una sociedad, parte de una especie. Llevamos en cada
uno de nosotros esta triple realidad. De igual manera, todo desarrollo verdaderamente humano debe comprender
el desarrollo conjunto de las autonomías individuales, de las participaciones comunitarias y la conciencia de
pertenecer a la especie humana.
3. De allí, se esbozan las dos grandes finalidades ético-políticas del nuevo milenio: establecer una relación de control
mutuo entre la sociedad y los individuos por medio de la democracia y concebir la Humanidad como comunidad
planetaria. La educación debe no sólo contribuir a una toma de conciencia de nuestra Tierra-Patria, sino también
permitir que esta conciencia se traduzca en la voluntad de realizar la ciudadanía terrenal.