La agricultura proporcionaba el sustento básico
de la población prehispánica y lo siguió haciendo
luego de la Conquista.
La caída demográfica de la población indígena, que se
calcula en un 90%, dejó despobladas muchas tierras.
Los españoles introdujeron
nuevos cultivos.
Durante el siglo XVIII, la agricultura participó
del ciclo de crecimiento económico desatado
por el auge minero.
La producción minera a gran escala en Nueva España comenzó a
mediados del siglo XVI, a raíz de los descubrimientos de yacimientos
de plata en Taxco, Real del Monte, etc.
Debido a la abundancia de materia prima y a
la gran demanda, la industria textil fue la más
importante.