Según la doctrina cristiana el hombre ha sido puesto por Dios al
frente de la creación para que la cuide y se sirva de ella para sus
necesidades.
En primer lugar, hay que evitar
destruirla. Es inmoral, por
ejemplo, un uso indiscriminado de
los recursos naturales que los
agote;
En cualquier país industrializado,
cada ciudadano genera
diariamente varios kilos: Y es un
problema completamente nuevo
En las culturas menos desarrolladas, y en las nuestras hace tan solo unos decenios, se aprovechaba
todo; no se tiraba nada: ni papel, ni envoltorios, ni cajas.
Esto da lugar a cifras fantásticas si se tiene
presente el número de días del año, el número de
años de vida, el número de ciudadanos de cada
ciudad, el número de ciudades...
Y es un problema
completamente nuevo
Podemos y debemos servirnos de la naturaleza para satisfacer
nuestras necesidades, pero respetándola inteligentemente,
tratándola bien, como cuidamos la propia casa o el propio
hábitat.
Nuestra Relacion con las
cosas
Es la expresión de la voracidad humana, del deseo irracional de poseer; irracional porque va más
allá de lo lógico y de lo conveniente, porque carece de medida
La voracidad no respeta el ser
de las cosas: se lo traga.
Es ese modo de poseer que no sabe distinguir, por así
decir, la personalidad de las cosas, o, para ser más
exactos, su individualidad.
¿En qué consiste respetar las cosas?
Primero en darse cuenta de su dignidad.
Respetar las cosas quiere decir,
antes que nada, tratarlas de
acuerdo con lo que son:
respetar su modo de ser
En el caso de los instrumentos, de
las cosas creadas por el hombre
para su servicio utilizarlas para lo
que sirven, respetar la vida,
respetar el planeta, respetar tu
vida.
Esto es la avaricia: el afán
desordenado de tener por
tener, sin que se sepa para qué.
Cuando no se conserva la
distancia, cuando desaparece el
espíritu de contemplación y solo
priva el de poseer, resulta que el
hombre deja de ser realmente
poseedor de las cosas y las
cosas pasan a dominarle.
Consiste en disfrutar de la belleza
poniéndose ante las cosas, guardando
una distancia, sin ánimo de comérsela
o de apoderarse de ellas.
Hay quien solo disfruta de un árbol, de una casa, o de un mueble, cuando son suyos y en la medida
en que son suyos. Hay, en cambio, quien disfruta de un árbol, de una casa o de un mueble porque
aprecia su belleza y su gracia, sin considerar si son o no de su propiedad.
El amor al dinero
Se refuerza con el
deseo de seguridad, de
poder y de presumir,
que proporciona el
tener mucho.
No es propiamente un bien, sino un medio
convencional de cambio que permite obtener
bienes reales
El dinero es
importante y que
hay que esforzarse
por conseguirlo; en
nuestra sociedad,
sin dinero no se
puede vivir.
Se pueden adquirir muchos
bienes materiales, se pueden
pagar muchos servicios; da
garantías y seguridad de cara al
futuro; prestigio, poder y
consideración social.
Hay que tener un estilo de
vida frente al dinero, para
emplearlo bien y para no ser
engañados por él.