son las normas de conducta y actitudes según las cuales nos comportarnos y que están de acuerdo
con aquello que consideramos correcto.
Valores materiales: Los valores materiales son aquellos que nos permiten nuestra subsistencia y son
importantes en la medida en que son necesarios. En la actualidad, vivimos un alza a nivel social, de
los valores materiales: el dinero, los coches, las viviendas y lo que a todo esto se asocia como el
prestigio, la buena posición económica, etc.
La adquisición de buenos valores depende, como casi todo en la vida de nuestro hijo, de sentirse
querido y seguro, de desarrollar lazos estables con sus padres y de tener confianza en sí mismo.
Valores socioculturales: Son los valores que imperan en la sociedad en el momento en que vivimos.
Estos valores han ido cambiando a lo largo de la historia y pueden coincidir o no con los valores
familiares.
Valores familiares: Hacen referencia a aquello que la familia considera que está bien y lo que está
mal. Tienen que ver con los valores personales de los padres, aquellos con los que educan a sus
hijos, y aquellos que los hijos, a medida que crecen, pueden aportar a su familia.
La responsabilidad que tenemos los padres en la transmisión de estos valores a nuestros hijos es
crucial. Los valores no se transmiten vía genética, por eso es tan importante tenerlos en cuenta en la
educación.
Valores personales: Los valores personales son aquellos que el individuo considera imprescindibles
y sobre los cuales construye su vida y sus relaciones con los demás.
Valores espirituales: Para muchas personas la religión es un valor de vital importancia y
trascendencia así como su práctica. De la misma manera, la espiritualidad o la vivencia íntima y
privada de algún tipo de creencia es un valor fundamental para la coherencia de la vida de mucha
gente.
Valores éticos y morales: Son aquellos que se consideran indispensables para la correcta
convivencia de los individuos en sociedad.
Respeto: tiene que ver con aceptar al prójimo tal como es, con sus virtudes y defectos, reconociendo
sus derechos y necesidades.
Sinceridad: la sinceridad es el pilar en el que se sustenta la confianza. Para que nuestros hijos no
mientan, no debemos abusar de los castigos: los niños mienten por miedo al castigo.