Un hombre guiado por
la lámpara del trabajo
arduo estaba en busca
de un tesoro...
A pesar de lo duro que podía
parecer su empresa, siguió
firme, con la lámpara de la
creación ardiendo para
buscar nuevas formas de
encontrar su tesoro.
Los años pasaron, pero su
compromiso consigo mismo nunca
cesó, su llama nunca se extiguió,
porque sabía que su tesoro requería
esfuerzo.
Hasta que finalmente, Dios en respuesta se
manifestó a través de ese tesoro que siempre había
estado buscando para encender la llama de la
felicidad.
Dios es siempre la respuesta a todas
nuestras inquietudes y el único cerillo
que enciende la lámpara de la felicidad
en nuestros corazones.