Texto numero 1: Para qué la
DE-construcción de la Educación
para el Desarrollo
El 24 de marzo de 1981 en un acto de
repudio a la dictadura genocida argentina,
Julio Cortázar iniciaba un pronunciamiento.
Señalaba que cuando participamos en este tipo de
reflexiones, conversatorios, presentaciones de
investigaciones, sabemos que hay un uso frecuente de
ciertas “palabras clave”, “palabras-cumbre” en las que
intentamos reunir nuestras ideas, esperanzas y
posturas.
Pero como dice Cortazar “nosotros y nosotras, que las
amamos porque en ellas alienta nuestra verdad, nuestra
esperanza y nuestra lucha, seguimos diciéndolas porque las
necesitamos, porque son las que deben expresar y
transmitir nuestros valores positivos, nuestras normas de
vida y nuestras consignas de combate.
El enfoque de la Educación para el
Desarrollo nace en ese mismo contexto
desde el cual se realizó, en palabras de
Arturo Escobar (2007), la invención del
tercer mundo.
¿Qué pasó, entonces, cuando en el año 2006
el Consejo Superior de la Corporación
universitaria Minuto de Dios autorizó el
cambio de denominación del Centro de
Práctica Social, creado en 2001, por Centro de
Educación para el Desarrollo (CED)?.
se emprendieron dos
proyectos simultáneos.
El primero consistió en
tomar el desarrollo
La educación para el Desarrollo que surgió en el marco
de esos discursos, y que en unos casos dio lugar a una
educación funcional al “modelo” de desarrollo
hegemónico, también fue y sigue siendo dispuesta a una
revisión rigurosa.
Es necesario superar la crítica y
comenzar a proponer marcos teóricos
y metodológicos a través de los cuales
se pueda ir constituyendo un enfoque
situado, en el CED asumimos la tarea
de reconstruir el enfoque europeo.
Bajo este último propósito es que
emprendimos el trabajo de
“DE-construyendo la Educación para el
Desarrollo”
Principios
como primer principio señalamos que
nuestro enfoque educativo debe ser
contextualizado, incluso en lo que va a
asumir como concepción de desarrollo.
El segundo principio que reconocemos es la Noviolencia
como horizonte éticoepistemológico y pedagógico para
revisar aquellas estructuras violentas con las cuales se han
constituido nuestras subjetividades y desde las cuales ciertos
lugares de poder han generado y mantenido la coacción y la
dominación sobre personas y pueblos enteros
El tercer principio es la superación del antropocentrismo
epistémico, el cual ha organizado un orden bio-social de
escala global que se fundamenta en la dicotomía
humano/animal, otorgándole a lo humano un lugar de
supremacía sobre lo animal, que se sustenta en la
racionalidad para justificar su apropiación.
El cuarto principio que proponemos propende por la
deconstrucción de los saberes androcéntricos. En este
sentido, las teorías feministas van a aportar a la relectura
de una Historia, Cultura y Política pensadas por y para
ciertas formas de subjetividad predominantemente
masculina, blanca y adinerada
El quinto principio propugna por la construcción de un
pensamiento decolonial. La interculturalidad, como afirma
Pilar Cuevas (2012), es una alternativa a los paradigmas
convencionales introyectados en los modelos de desarrollo
El sexto principio apuesta por una educación
centrada en lo relacional-sentimental, la cual busca
descentrar la razón como un elemento que se ha
constituido en el eje fundamental del actuar.
Esta decontrucción de la Educación para el Desarrollo nos invita entonces, con base en estos principios, a nutrir nuestras palabras y a hacer
que estas vuelvan a ser como decía Cortazar en su pronunciamiento: “flechas de la comunicación, pájaros del pensamiento y de la
sensibilidad”. A recuperarlas de los palimpsestos de nuestras historias y hacer que nos acompañen en la construcción de una educación que
nos entreabra caminos hacia el buen vivir y hacia una educación sinceramente emancipatoria.