Y en el intercambio cuasicómico de preguntas y respuestas, de
saber y no saber que muestra Platón, se puede reconocer que
para todo conocimiento
El futuro es certeza del retorno, un adelantamiento preciso,
firme, determinado y diáfano. La experiencia de la lectura se
sostiene en la flexibilidad que ofrece la triada de la
temporalidad pasada, presente y futura.
El pasado se recuerda por la vivencia adquirida que viene
constantemente cuando se le evoca o se quiere volver a representarla
como en un escenario cuyos actores están siempre dispuestos a poner
en marcha la pieza teatral.
El presente es pura generosidad de donación inagotable de
significación. El futuro es promesa, expectativa, seguridad de
volver a posar la mirada en el goce de lo que ya tiene existencia
En el acto de leer confluyen el pasado, el presente y el
futuro y ninguno de los tres tiene prioridad porque están
entrelazados
Escuchar, dejar que otro dirija su palabra al oído propio es ya
ganar el privilegio del lector. El silencio es desprendimiento
de sí, salida y evasión de la mismidad.
El silencio es puro, es realmente una atmósfera. Entre el pensamiento del
autor y el nuestro no interpone esos elementos irreductibles, refractarios al
pensamiento
El lector al disponerse se hace lento, parsimonioso y asume la posición
del caminante en un bosque que le ofrece múltiples colores y matices.
En coherencia con esto la tesis que quiero exponer en este
escrito es la siguiente: En la experiencia de la lectura
confluyen el pasado, el presente y el futuro y ninguno de los
tres tiene prioridad porque están entrelazados.
el potencial de un enorme reservorio de emociones, ideas, vivencias que es la
cultura escrita y, a partir de un ejercicio de atención e inteligencia, prolongarlo,
fertilizarlo