El grafeno es un alótropo del carbono, un teselado hexagonal plano formado por
átomos de carbono y enlaces covalentes que se forman a partir de la superposición de los híbridos sp(2) de
los carbonos enlazados. Entre las propiedades más sobresalientes se encuentran que es transparente,
flexible, extraordinariamente resistente, impermeable, abundante, económico y conduce la electricidad mejor
que ningún otro metal conocido.
Grafeno en lámina: Para producirlo no se utiliza
grafito, sino gas metano, que se transforma mediante
una tecnología denominada deposición química en
fase vapor (Chemicol Vapor Deposition, CVD): “Es
una de las grandes ventajas, pues no dependemos de
ningún producto mineral”, señala.
“Se realiza en un reactor CVD donde se introduce un gas con
carbono. Mediante la aplicación de energía se despositan los
átomos de carbono sobre un substrato metálico. El siguiente paso
es transferir la lámina de grafeno al substrato final que puede ser
un polímero, vidrio, silicio u otros, dependiendo de la aplicación”,
explica
Grafeno artificial:Pese a sus extraordinarias
cualidades, el grafeno no es perfecto. Sin embargo,
sí parece una base muy adecuada para desarrollar
nuevos materiales inspirados en él y que incorporen
nuevas ventajas. Es decir, algo así como un grafeno
perfeccionado.
Este nuevo material ha sido fabricado colocando y
moviendo moléculas de óxido de carbono sobre una
superficie de cobre, aunque según señala Guinea, “se
pueden usar otros metales”. De momento, “el artificial
es más costoso de producir que el otro grafeno”.
Grafeno en polvo: se utiliza en aplicaciones que requieren un material más
barato, como composite para construcción. Lo más frecuente es mezclarlo
son otros materiales. “El proceso de producción de grafeno en formato polvo
básicamente parte del grafito como materia prima y consiste en realizar una
oxidación violenta y un proceso de ultrasonificación para separar las
pequeñas láminas de grafeno que componen el grafito
Los científicos estudian también las posibles aplicaciones en medicina. Por ejemplo, para fabricar biosensores y
detectar ADN. “También se especula con la posibilidad de producir implantes neuronales y regenerar tejidos
nerviosos dañados”, señala De la Fuente, aunque advierte que, aunque estos avances médicos lleguen llegan a
lograrse, tardarían años en aplicarse.