Las artes dialogan entre sí. Se influencia unas a otras. Se prestan lenguajes, conceptos, formas. Aunque
cada una de ellas tenga un idioma propia, que puede ser mutuamente comprensible o no con los de las
otras. La fotografía tomó prestado en sus inicios muchos de los conceptos de la pintura, como la principal
y más difundida arte visual conocida hasta el momento. Hasta que fue desarrollando su propio lenguaje y
sus propios términos.
Característicos encuadres en los que vemos a los personajes, especialmente al
principal. Y una exquisita gradación de grises, sin estridencias, con detalle
perfecto en cada una de las luces y las sombras de la imagen. Una metáfora
quizá del detalle fino que debemos buscar en cada uno de los personajes del
filme, cada uno con sus luces y con sus sombras.
Como vemos, el blanco y negro no está muerto. Sólo necesita encontrar su momento, su
motivo y su artista. Y todos los aficionados a la fotografía, y a las artes visuales en
general, lo agradeceremos constantemente.
Nada hay superfluo en el tratamiento de la imagen de este filme, verdadero
tratado en 80 minutos de fotografía en blanco y negro. Encuadres clásicos,
encuadres simétricos, encuadres más arriesgados cuando tocan, la filosofía del
"menos es más". Ni un elemento superfluo en la toma.
Ida es una película que contiene dos cosas que en el cine contemporáneo es dificil de poder encontrar: Una
fotografía impresionante y una historia cruda, pero elegante. Del aclamado y galardonado cineasta Pawel
Pawlikowski. La trama de la película se centra en Anna, una novicia que ha vivido toda su vida en un convento y
que está a punto de asumir los votos. Antes de ello, debe conocer a su tía, su única pariente viva, una jueza de
vida bohemia y pasado antifascista que le da a conocer su origen judío y su verdadero nombre: Ida. Ambas irán
en busca de los restos de los padres de Ida, asesinados durante la ocupación nazi durante la Segunda Guerra
Mundial.
Como se puede ver, dos cuestiones llaman la atención a primera vista.
La elección del formato del fotograma, el llamado formato académico
1,37:1 (aproximadamente similar al 4:3 en fotografía, y al de los
televisores antiguos), y la opción por el rodaje en blanco y negro.
Los movimientos de cámara son escasos y muy cuidados.
Composiciones muy cuidadas, verdaderas fotografías en blanco y
negro propias de una época y de un estado social y político, que se
convierten en el escenario en el que los caracteres interaccionan y
desarrollan el drama.