El inicio de este siglo coincide con la instalación en el trono español de la casa reinante francesa: los
Bordón. Esta circunstancia y el extraordinario auge de la colonia de plantaciones esclavistas en que
se convirtió en pocos años el Saint Domingue francais, incentivaron el tráfico comercial intercolonial
que le abrió un mercado al ganado y maderas dominicanas, y permitieron reactivar la abandonada
colonia española.
Esta posibilidad de comercio intercolonial de carne, víveres, maderas, pieles y ganado en pie, a
cambio de productos de origen europeo, fue defendida por los colonos y se manifestó en la conocida
"Rebelión de los Capitanes" (1721) en la parte norte del país, después de la cual se liberalizaron esos
intercambios.
También contribuyeron a esta reactivación, durante los
primeros decenios de ese siglo, la declaración de
algunos puertos dominicanos como "libres" durante las
guerras franco-inglesas, e incluso la piratería contra
buques ingleses. Más tarde, la eliminación del
monopolio comercial de España, la reanimación
económica de la metrópoli y de las colonias vecinas; así
como una política migratoria y cultural más amplia,
permitieron la gradual repoblación y fortalecimiento
material y cultural del país.
La venta de ganado y
maderas del otro lado
de la frontera permitió
a un sector de los
propietarios de la zona
del Cibao central
financiar el cultivo
sistemático del tabaco
para la exportación, o
como una de las
principales fuentes de
riqueza que habría de
tener el país durante
más de un siglo.
El predominio
hatero sobre la
sociedad
dominicana se
acentuó en el
siglo XVIII, al
establecerse el
comercio
fronterizo con el
Saint Domingue
francés,
precisamente
sobre la base de
ganado y sus
productos.
De manera que las relaciones sociales imperantes en el hato, de esclavitud laxa y relaciones
patriarcales entre hatero y peones, se proyectaron a toda la sociedad dominicana; aún cuando en la
provincia de Santiago comenzó a gestarse un núcleo social de agricultores precisamente con la ayuda
de técnicas, herramientas y hasta esclavos adquiridos allende los límites intercoloniales gracias al
comercio fronterizo.