El diferencial autoblocante tiene la función de anular el efecto del propio diferencial, que permite que los
coches puedan trazar curvas al haber una diferencia de giro entre la rueda exterior y la interior de la curva.
Los hay de varios tipos, pero actualmente están proliferando los electrónicos, mucho más versátiles. En
este reportaje, te contamos en detalle cómo funciona y para qué sirve este sistema que encontramos
habitualmente en coches de corte deportivo como Ford Fiesta ST, Toyota GR Yaris o Mercedes AMG GTC
Roadster.
Todos los coches necesitan llevar un diferencial en el eje motriz para permitir que pueda trazar una curva.
Es un elemento mecánico muy ingenioso que funciona muy bien, pero que, en determinadas situaciones,
sería mejor no tenerlo. Para esas situaciones es para lo que se diseñan los diferenciales autoblocantes o
los bloqueables
El diferencial recibe la fuerza de la salida de la caja de cambios a un engranaje llamado piñón de
ataque. Éste hace girar una corona dentada que tiene atornillada un conjunto de piñones, que
son los que hacen posible la diferencia de giro. Se denominan satélites y planetarios. Los
planetarios van unidos uno a cada semi-eje (cada uno va a una rueda del eje), de forma que su
movimiento hace girar las ruedas. Los satélites giran alrededor de los planetarios y son los que
permiten la diferencia de giro entre estos últimos. En linea recta, los satélites están quietos y
ambos planetarios giran a igual velocidad. En una curva, los satélites empiezan a girar y hacen
que los planetarios giren a diferente velocidad. Un diferencial autoblocante es aquel que permite
anular el giro de los satélites bloqueándolos según convenga.
¿Cómo se bloquea el diferencial?
Bloqueos mecánicos
Existen varios tipos dentro de este grupo; los más
frecuentes son los de disco, que se basan en la fricción.
Se intercalan una serie de discos especiales en cada
semieje, de forma que el rozamiento entre ellos
arrastra siempre al semieje opuesto. Cuanto más
apretados están, más fricción hay y más arrastran. Son
muy efectivos y sencillos, pero tienen bastante
desgaste si se abusa de ellos. Otros sistemas se basan
en la fuerza centrífuga; comunmente se les llama de
“dados”. Básicamente, se trata de unos trinquetes que
se expanden con la fuerza centrífuga y engranan en
una corona que arrastra el otro semieje. Son muy
bruscos y ruidosos y apenas se emplean.
Luego están los diferenciales “Torsen”: la forma
de sus engranes hace que trabajen de forma
distinta al diferencial convencional. Son súper
efectivos, pero muy caros y pesados. Por último
tenemos los diferenciales de tipo viscoso. El
principio de funcionamiento es el mismo que el
de discos: la fricción. El diferencial está bañado
en una silicona especial que varía su viscosidad
con la temperatura. Cuando hay mucha
diferencia de giro entre una rueda y otra, la
silicona se calienta y se expande, arrastrando al
semi eje opuesto.
Bloqueos electrónicos
En este caso, emplean los sensores del
ABS y del ESP para decidir cómo debe
repartir el diferencial la fuerza. Según
convenga, la unidad de mando bloquea
más o menos el diferencial gracias a unos
embragues intercalados en el diferencial.
Estos embragues se accionan
normalmente con presión hidráulica.
Estos diferenciales precisan de una
unidad electrónica que tome la decisión
de cómo, cuándo y cuánto bloquearlos.
Lo normal es que, ya que tenemos un
ordenador que varía el reparto del
diferencial, se puedan seleccionar varios
programas de trabajo para adaptar el
comportamiento del diferencial bien a los
gustos del conductor, bien al tipo de
superficie sobre el que circulemos. Son
los diferenciales activos que se suelen
encontrar en coches de tracción integral
de altas prestaciones, como los Subaru
Impreza o Mitsubishi EVO.
Actualmente, estos avances electrónicos están haciendo
que proliferen unos diferenciales que, en lugar de quitar
par a la rueda interior, lo que hacen es incrementar el de
la rueda exterior, de forma que ayudan a girar el coche
en la curva. Es, por ejemplo, el que emplea Porsche en el
eje trasero de sus 911; se suelen llamar diferenciales
vectoriales.
Para qué sirve el diferencial
En una curva, la rueda que va por el interior de la trayectoria recorre una circunferencia de menos
perímetro que la del exterior. Si ambas ruedas estuviesen unidas por un mismo eje y girasen solidarias,
sólo podrían describir una circunferencia si la que va por el interior patinase. Así,
¿cómo conseguir que la rueda del exterior dé más vueltas que la del interior de la curva? La forma más
sencilla es como sucede en los ejes de los trenes, en los que la superficie de rodadura de las ruedas no es
plana; es cónica. Sin embargo, los automóviles no van sobre raíles, así que, para permitir que una rueda
gire a distinta velocidad que la otra del mismo eje motriz, se intercala entre ambas el diferencial.
Cuando circulamos en linea recta, ambas ruedas recorren la misma distancia y ofrecen la misma
resistencia a dar vueltas de modo que, en el diferencial, toda la potencia del motor se reparte a partes
iguales entre las dos ruedas del mismo eje. Al trazar una curva, la rueda del interior tiene que dar menos
vueltas que la exterior, se frena y ofrece una resistencia mayor a girar que la del otro extremo, de modo
que el diferencial envía la fuerza del propulsor a la exterior, que es la que menos resistencia ofrece. El
mecanismo funciona siempre.
Lo malo es que no siempre una rueda que ofrece menos resistencia que la otra al avance lo hace porque
estemos trazando una curva: puede que esté sobre el musgo del arcén, una placa de hielo o, simplemente,
en el aire. En esas circunstancias, el diferencial enviaría toda la fuerza a la rueda que “gira loca”; la que
tiene adherencia se quedaría sin nada. Si no disponemos de un dispositivo que elimine la acción del
diferencial, bastaría que una sola rueda no tuviese adherencia para que nuestro coche no se moviera del
sitio, aunque fuese un 4×4.