La sociedad de consumo se caracteriza por una elevación
del nivel de vida, la abundancia de artículos y servicios
que están a nuestra disposición, además del culto a los
objetos y diversiones, una moral hedonista y materialista
y una generalización del proceso de la moda.
La norma de la producción y consumo es lo efímero, mientras que la
innovación es el imperativo de la producción y marketing. Se establece
un nuevo culto: el culto al confort y habitabilidad.
3.5. El crepúsculo del deber
Ante estas situaciones descritas, el término “deber” tiende a no ser utilizado
sino en circunstancias excepcionales, ya que se lo ha miniaturizado, siendo
más importante el hechizo de la felicidad y el estímulo de los sentidos.
Se exige reglas justas y equilibradas, pero no hay consagración a la vida del prójimo, familia,
nación. En la actualidad el deber está edulcorado y anémico, la moral ya no exige consagrarse a
un fin superior que el de uno mismo, la moral se basa en un “vivir mejor”. El bienestar pasa a
estar por encima del bien.
3.1. Narciso o la estrategia del vacío
El narcisismo se ha convertido en uno de los temas centrales de la cultura,
es el nuevo estadio del individuo, en el cual se relaciona consigo mismo y
nada más, desprovisto de valores sociales y morales. En el narcisismo se
pasa del individualismo limitado al individualismo total.
En esta nueva situación, el yo se convierte en un espacio flotante, donde
prima el miedo a envejecer y morir y un desinterés por las generaciones
futuras. No hay trascendencia ya que el interés por el cuerpo responde a
imperativos sociales: intimismo confortable, diminución del sentido de
pertenencia, acentuación del fenómeno de la exclusión.
3.2. La moda y el imperio de lo efímero
La moda lo invade todo. Es como una salida del mundo tradicional, como
una negación del pasado y una celebración del presente. En esta era de
la moda, los valores realzan lo nuevo y la individualidad humana.
Nuestra era funciona con la información, con la seducción de lo nuevo, con la tolerancia y
la movilidad de opiniones, como el asunto de la doble opinión sobre nuestro destino:
pesimismo del presente y optimismo del futuro. La cultura mediática se ha convertido en
una máquina destructora de la razón y pensamiento. Se instaura el reino de la moda, en el
cual el consumismo lo domina todo, organiza la vida.
3.6. La felicidad light
Se ha dado paso a una nueva civilización, que ya no
busca vencer el deseo, sino desculpabilizarlo; se
trata de “la felicidad si yo quiero”. En esta cultura del
bienestar el deber se expresa en tono menor.
En realidad, hay como dos tendencias: la una que excita los placeres inmediatos:
consumismo, hedonismo, individualismo, desestructuración y marginación, en donde el
placer es masivamente valorado, normalizado y promocionado. Se trata de un hedonismo
“light”. Y por otro lado se privilegia la gestión racional del tiempo y del cuerpo, el
profesionalismo en todo, obsesión por la excelencia y la calidad de la salud y de la higiene.
3.8. Conclusión
Frente al colectivismo, el individualismo presenta aspectos positivos como: el hecho de valorar a la persona
por encima de la sociedad e impulsarle a desarrollar sus cualidades, para que se reviertan en su propio
beneficio. También el sostener que el hombre no es una parte informe de la colectividad, sino al contrario
un ser independiente y autónomo. Sin embargo, su falla está en que tiende a la insolidaridad y al egoísmo;
es decir que no se dialoga, ni se acepta ayuda, porque se considera a la persona autosuficiente y que no
necesita de los demás; en consecuencia, cada uno se arregla por sí mismo.
Luego de conocer de manera directa y clara lo que nos presenta esta tendencia postmoderna, es tarea
nuestra hacernos conscientes de su vigencia. No cerra r los ojos ante esta situaci ó n, hacernos cargo de lo
que esto implica para nuestro futuro como á personas y como profesionales, profundizar en esta tem tica y
principalmente asumir una actitud frontal y directa.
3.7. La moral individual
La autonomía moderna de la ética ha elevado a la persona a
categoría de valor central, cada individuo tiene la obligación
incondicional de respetar a la humanidad en sí mismo, de no ir
contra el fin de su naturaleza y no despojarse de su dignidad innata.
3.4. La tiranía de la publicidad
La publicidad nos ha invadido totalmente, se ha instalado en nuestro
entorno cotidiano y lo ha hecho sin ningún límite. Con el agravante de que,
con ella, la comunicación queda atrapada en las redes de la moda. Sus
armas son la sorpresa y lo inesperado; y sus principios: la originalidad a
cualquier precio, el cambio permanente y el dominio de lo efímero.