Los seres humanos han sido capaces de comunicarse desde hace milenios. Sin embargo, la comunicación científica, tal como hoy la conocemos, es relativamente nueva. Los conocimientos, científicos o de otra clase, no pudieron transmitirse eficazmente hasta que se dispuso de mecanismos apropiados de comunicación. Los orígenes de la redacción centífica han evolucionado mucho al pasar de los años, existieron muchos tipos en los años antes de jesucristo y fueron desarrollando eficientemente hasta llegar a la actualidad.
La redacción científica tiene una finalidad distinta comunicar nuevos descubrimientos científicos. Por esta razón, debe ser tan clara y sencilla como sea posible. Es por ello que, además de la organización, el segundo ingrediente principal de un artículo científico debe ser un lenguaje apropiado. La redacción científica es la transmisión de una señal clara al receptor. Las palabras de esa señal deben ser tan claras, sencillas y ordenadas como sea posible. La redacción científica no tiene necesidad de adornos ni cabida para ellos. Es muy probable que los adornos literarios floridos, las metáforas, los símiles y las expresiones idiomáticas induzcan a confusión, por lo que rara vez deben utilizarse al redactar artículos de investigación.
Para que la información se pueda captar correctamente debe ser;
Clara.
Concisa.
Ordenada.
Verás.