Las nuevas aventuras de Lázaro de Tormes

Descrição

Más de veinte nuevas aventuras de Lázaro inventadas por alumnos de 3º de la ESO del IES A Xunqueira II
Ángeles Fernández
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Ángeles Fernández
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Resumo de Recurso

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Nuevas aventuras de Lázaro de Tormes salidas de la imaginación y el talento de alumnos de 3ª C y D, de A Xunqueira II (curso 2019-20)
I Íbamos camino Ciudad Rodrigo donde se hallaba una buena limosna y sepa Vuestra Merced otra de las cosas que me sucedieron con mi amo el ciego. Andando por las calles recogiendo la limosna, un señor nos dió pan, el cual le encantaba a mi amo y yo deseaba con ansia pero bien sabía que comería apenas unas migas. Mi amo no podía esperar más por el hecho de que llevábamos un día y una noche bebiendo solo media jarra de vino. Entonces fuimos a sentarnos a unas piedras cerca de la pequeña ciudad a comer el pan. Empezó a comer y a mí no me daba ni una miseria con los cual se me ocurrió decirle que había unas palomas hambrientas y si no les dábamos nada de pan nos acabarían molestando y no se irían. Distraído y cansado como estaba mi amo por no poder comer ni dormir cedió a mala gana y desconfiando. Me dió unas miserables migas y me levanté hacia las supuestas palomas y me comí yo el pan. Retrocedí y volví hacia la roca en la que nos hallábamos para decirle a mi amo que las palomas se habían ido y que si ahora podría darme un cuarto de lo que le quedaba de su pan porque si seguía así me iba a matar de hambre. Sin previo aviso y muy veloz el ciego cogió una pequeña pero resistente piedra y me dió con ella en el cogote gritándome -Pensarás que no me daría cuenta.- Dijo el astuto ciego. Me agarró con todas sus fuerzas de los pelos y finamente él solo se comió su pan. (María Agrelo)
II Sepa vuestra Merced, que de todos los amos que tuve, el que conocí en Pontevedra quizá fuera el peor. Esta historia sucedió en una plaza con un crucero de piedra en el centro, donde mi amo Coraligio, me enviaba cada día a vender numerosos haces de leña que me marcaban toda la espalda de tanto cargar de un lado a otro. Los días que vendía poco, la comida no era ni buena ni mala, era inexistente. Beber , bebía en las numerosas fuentes que habia en la ciudad, que como dice el dicho, “Pontevedra da de beber a quién pasa”. Esta era mi vida cotidiana hasta que llegó un momento en que los ingresos eran mucho menores de lo esperado , y el carácter de mi amo empeoró considerablemente . Cada trozo de leña que traía de vuelta era un leñazo para mí, hasta el punto de quedar como muerto varias veces. Por fortuna para mí , a causa de una peste , se prohibió la venta ambulante en toda Pontevedra, durante una temporada. Con lo cual yo ya era prescindible para el negocio de la leña. Aún así yo me resistía a abandonar la choza donde vivíamos. Hasta que un día , mi amo a leñazos (como de costumbre) me dejó tan medio muerto y tirado en medio del río Lérez , que de no ser por unos pescadores mi vida hubiera terminado ahí. (Angélica Badás)
III Lázaro y el ciego se levantaron por la mañana muy madrugadores. Lázaro despertó al ciego, ya que este quería llegar al pueblo más cercano antes de mediodía. Lázaro y el ciego se encontraron con un atajo, con lo que se saltaban unos cuantos kilómetros. Cuando ya llevaban un buen tramo de camino pedregoso, el ciego estaba muy enfadado porque le costaba mucho ir por esos lares y Lázaro no sabía qué hacer para contentar a su amo y conseguir comer algo. Y cuando ya quedaba muy poco para llegar al pueblo, Lázaro vio que antes iban a tener que cruzar un río de poco más de 5 metros de ancho. Se lo dijo al ciego y su reacción no fue buena, y le propinó un tortazo por haberles llevado hasta ese camino. Ahora el desafío era cruzar aquel río, pero ese día estaba caudaloso porque había llovido mucho, por suerte no era muy profundo. Ambos aprovecharon para beber hasta saciarse. Una vez bebido Lázaro llevaba de la mano al ciego y le iba indicando, pero en la otra mano llevaba las cosas y esto hacía que perdiera el equilibrio Cuando ya no quedaba más de un metro para llegar Lázaro tropezó con un pequeño canto rodado del río y esto hizo que cayeran los dos. El ciego cayó hacia atrás y se hizo mucho daño. Lázaro, que enseguida se levantó, ayudó al ciego a ponerse en pie, y mientras el ciego esperaba en la orilla a que el Lazarillo cogiera las cosas perdidas notó que estaba cerca y decidió darle un pequeño escarmiento tirándole al río. Esa tarde pudo comer trozos de pan, pero la cicatriz que tiene en la cabeza aún le duele hoy en día. (Martín Balea)
IV Lazaro y su amo ciego hicieron un alto en el camino en el pueblo de Sigüenza. En la plaza del pueblo, como era costumbre, el ciego recitó con maestría varios poemas y un corro de aldeanos escuchaban fascinados. Cuando acabó el recital el ciego se acercó a la gente, sombrero en mano, a pedir limosna. Fue entonces cuando un hombre delgado y con barba se acercó a Lázaro y le regaló un libro escrito por él mismo para que el muchacho se entretuviese un rato, ya que le había despertado gran ternura y compasión. Cuando el amo se enteró del miserable obsequio le ordenó a Lázaro ir a venderlo de inmediato. El niño acudió al mercado del pueblo en busca de un comprador. Se acercó a un puesto donde vendían libros, estampitas... y le mostró el ejemplar al vendedor. El hombre abrió los ojos como platos en cuanto hojeó el libro. Se trataba de un ejemplar de “El Quijote” en su 1ª edición. Como era un hombre honesto le dio al muchacho el valor real del libro: 50 monedas Lázaro no podía estar más feliz. De camino a la plaza se puso a pensar que el ciego no tenía idea de que se trataba de un ejemplar tan valioso. Por esta razón el joven decidió que se guardaría 45 monedas en su calzón y sólo le daría 5 a su amo. Cuando llegó, como había planeado, le dio las 5 monedas al ciego. El amo ignorante quedó muy contento de que por un mísero libro consiguiera 5 monedas y Lázaro más contento todavía pensando que pronto podría abandonar a su cruel amo. Esa noche, en sueños, el muchacho agradeció al tal Miguel Cervantes regalo tan valioso. (Noelia Blanco)
V Sepa Vuestra Merced que no es mi intención en esta historia alabarme por mis hechos, pues ya sé que son pecado, pero puestos a contar mi hazañas, las contaré todas. Esto ocurrió una tarde de Julio, cuando yo estaba con mi amo en el camino que comunicaba dos pueblos. Era este bastante largo, por lo que tuvimos que quedar a dormir en donde estuvieran dispuestos a dar cobijo a un ciego y un niño durante tres noches. Fue una de estas noches cuando mi amo no me dejó dormir, pues me mandó arreglar su mochila, además de ordenar todo lo que contenía. Como me pidió, cosí el agujero que tenía para que no sospechara, pero hice otro del tamaño suficiente para que sin que se diese cuenta pudieran caer cosas del interior. Durante el resto del camino se caía todo el contenido, entre ello comida, la cual comía o guardaba para futuras ocasiones. Pero cuando mi amo fue a coger una bolla de pan para la cena, se dio cuenta de todo lo que faltaba en la mochila y encontró el agujero. Él estaba convencido de que era obra mía, pues nadie más había tocado su mochila, por lo que se sentó en un banco del pueblo y me mandó ir a buscar todo lo que se había caído hasta el pueblo donde la “arreglé. Sobre las consecuencias de haber comido lo que tenía, prefiero no hablar...(María Buceta)
VI Esto ocurrió un 23 de septiembre cuando Lázaro volvía a su casa después de una larga tarde trabajando como pescador. De repente Lázaro chocó con un señor mayor que parecía ser ciego y que, al chocarse con Lázaro, provocó que todos los bollos de pan se desperdigaran por el suelo y Lázaro se sintió tan mal que sin pensárselo dos veces le dijo al ciego lo primero que se le vino a la cabeza que era nada mas y nada menos que preguntarle si podría trabajar para el siendo su mozo ya que a Lázaro no le gustaba pescar en el río y el ciego accedió y Lázaro feliz se fue a vivir con el ciego sin que su madre lo supiese y unos cuatro días más tarde Lázaro volvió a su casa para recoger sus cosas y a despedirse de su madre ya que se iba de Salamanca con su nuevo amo, el ciego. Pero con el paso de los días mientras Lázaro y el ciego caminaban ya fuera de Salamanca Lázaro se empezó a dar cuenta de que el ciego lo estaba matando de hambre porque este comía todo lo que quería y, en cambio ,no le daba a Lázaro lo necesario para poder vivir. Entonces cuando llegaron a su nueva ciudad Lázaro aprovechó que el ciego se había ido a misa y que el arcón con los panes y la comida estaba abierto y decidió vengarse del ciego: cogió todos los panes y la comida que tenía en el arcón y se fugó de casa del ciego en busca de un nuevo amo que lo tratase mucho mejor. (Lucas Campos)
VII Un día como otro cualquiera en mi vida, acompañé a mi amo, el ciego, a mendigar a la calle. Sin embargo, al volver a casa, me fijé en un perro que iba guiando a una señora ciega y que llevaba un pequeño saco, el cual presumí que tenía monedas en su interior. De repente, la señora se sentó en un banco. Entonces se me pasó una idea por la cabeza. Me acerqué al perro y me lo llevé disimuladamente, sin que la señora y el ciego se percataran, puesto que el ciego se había dormido en una esquina porque estaba demasiado cansado de haber estado pidiendo dinero todo el día. Cuando me acerqué con el perro lo recosté al lado del ciego y casi se despierta pero le hablé para tranquilizarlo y me marché sin hacer ruido, dejando al perro como si fuese yo mismo. ¡No podía dar crédito a la cantidad de monedas que tenía la bolsa del perro ¡y, lo primero que hice, fue disponerme a gastarlo todo. Me dirigí ansioso a comprar vino con el pretexto de curar heridas y a continuación me acerqué a una taberna y me llené el estómago de comida hasta quedar saciado. Cuando llegué al lugar donde se había quedado el ciego, me di cuenta de que ya no estaba allí. Lo busqué por todas partes y, de repente sentí un golpe fuerte en la espalda. Era el ciego que sostenía una pala en la mano. Al final el vino que me iba a beber me sirvió para curarme mis propias heridas… El ciego me obligó a devolver el perro a su dueña. Así que me fui al mismo banco donde cogí al perro y allí estaba su dueña, llorando desconsoladamente. Me acerqué a ella, le entregué al perro y le dije que me lo había encontrado. Para mi sorpresa, la dueña, agradecida, me regaló dinero y comida (Erik Castellanos)
VIII Una noche Lázaro pensativo y enfadado con su amo por todas las maldades que le había hecho decidió vengarse, intercambiando el bastón del anciano ciego, por uno hecho con palos verdes y blandos que había en el bosque cercano a la casa donde vivían. Al ver que el anciano yacía en su cama roncando y durmiendo plácidamente, Lázaro se dispuso a ir al bosque, pero no antes sin pasar por la casa de un vecino para pedirle que le prestase una navaja con la excusa de que quería pelar una manzana. El vecino, como era muy generoso, fue en busca de una navaja para prestársela. Una vez en el bosque empezó a cortar el número necesario de palos verdes para que el bastón falso tuviera la misma altura que el verdadero : ni mas alto ni mas bajo.Tenía que ser de la medida exacta pues, si no, seguramente que el ciego se daría cuenta de que aquel no era su bastón. A Lázaro tampoco se le olvidó cortar un trozo de la misma madera de la que estaba hecha el bastón para ponerla al principio y que el ciego pensara que era su bastón. Una vez acabado, Lázaro volvió a casa y colocó el bastón falso donde estaba antes el verdadero. Al día siguiente, cuando el ciego se despertó, le pidió a Lázaro su bastón para evitar chocarse contra algo. Lázaro le dio el bastón que había estado haciendo la otra noch. Una vez que el ciego tuvo el bastón en la mano y se dispuso a caminar apoyándose en el bastón, como los palos verdes eran blandos, se doblaron haciendo así que el viejo se cayera al suelo torciéndose un tobillo (Verónica Castiñeira)
IX Ya harto como estaba de la mala vida que me daba el ciego, me pasé día y noche pensando en alguna otra trastada que le incitara a abandonarme y así no verle más. Después de dar vueltas y vueltas se me ocurrió: el día siguiente intentaría quedarme todas las limosnas Era por la mañana cuando el ciego y yo salíamos de casa para ir a misa. Mientras pedíamos limosna, me di cuenta de que la iglesia tenía una finca en la que había unas hierbas de las que había escuchado hablar. Decían que si las exprimías conseguías un zumo que provocaba que todo aquel que lo bebiera se quedara dormido durante horas; así que en un momento que el ciego estaba despistado me fui a coger una de estas plantas. Ya en casa y a la hora de la comida, el ciego me ordenó que le sirviera vino, entonces aproveché para echarle el zumo mezclado con vino y así no se daría cuenta. Justo al acabar de comer el ciego se quedó dormido, así que salí a la calle a pedir limosna, y así toda la que consiguiera sería para mí solo. Yo solo había cogido una planta pensando que daba igual la cantidad y que haría el mismo efecto, pero el ciego solamente se durmió una hora, así que, como siempre, acabó pillándome. Cuando se despertó y notó que yo no estaba fue a buscarme; salió de casa y escuchó como yo pedía limosna, así que volvió a casa y se hizo el dormido otra vez. Al día siguiente, como de costumbre, fuimos a pedir limosna pero esta vez el ciego se quedaba todo lo que nos daban; y cuando le pregunté por qué no me daba me dijo que no iba a darme más limosna durante los próximos tres días. Aún con estas, el ciego no quería librarse de mi. ¡Ese viejo astuto siempre se salía con la suya! (Cristina Couso)
X Cuando un día Lázaro muy cansado y su amo, el ciego, llegando a Madrid escucharon una gran algarabía. Se acercaron y vieron que se trataba de una boda que se estaba celebrando en un campo a las afueras de esa ciudad. Como Lázaro estaba con mucha hambre,, pues el ciego no le había dado nada de comer tras el incidente con el cántaro de vino, le dijo al ciego que cuando los invitados se levantaran de las mesas para bailar y cantar ellos se harían pasar por invitados sentándose en la mesa que más comida hubiera sobrado y así comer y beber a su antojo. Cuando estaban comiendo se acercó la madre de la novia que los acusó de no conocerlos . Como Lázaro la había visto del lado de los familiares de la novia se lo dijo en el oído a su amo; entonces este le contestó que estaban invitados por parte del novio y continuaron disfrutando del banquete Cuando Lázaro y el ciego estaban sentados a la sombra de un árbol reposando la comida, Lázaro recordó todos los incidentes que había sufrido con el ciego y quiso vengarse. Fue a hablar con la señora que se había acercado a la mesa contándole que no eran invitados de la boda, pero que el ciego, que era su amo, le había obligado ha hacerse pasar por invitado para así comer y poder robar todo lo que estuviera a mano. La señora, muy indignada, fue a buscar a algunos de los invitados, echando al ciego a palazos del banquete. Mientras,Lázaro corría detrás diciéndole, “donde las dan, las toman”. Esta fue la última desventura que le sucedió a Lázaro con su amo el ciego (Clara Fernández)
XI Cuando entramos en las tierras de Toledo, mi amo y yo procuramos buscar un buen lugar para pedir limosna. Nos acomodamos bajo una casa de posibles. En ella vivía una anciana rica, pero muy avariciosa, que solo ofrecía limosna en la iglesia para que el resto de la gente la viera. Cuando nos encontramos con ella y le pedimos limosna ella, muy feliz y orgullosa de hacer algo por nosotros, le ofreció a mi amo buena ropa de su hermano monje, ya fallecido. A mi amo le gustó mucho la oferta porque así podría venderlos Cuando nos los donó me di cuenta de que entre las ropas de monje había un vestido de mujer. Convencí a mi amo que se probara un traje haciéndole creer que le quedaría bien. Le puse el de doncella, y le hice pensar que parecía un verdadero monje, así podría pedir limosna en favor de la iglesia y le darían más cantidad de monedas. Pero en cuanto se lo puso y el pueblo lo vio comenzaron a reírse de él. Entonces mi amo empezó a sospechar que yo lo había engañado. Vuestra Merced hoy en día todavía me acuerdo de la guantada que me dio. (Andrea Fontecoba)
XII Durante el trayecto que nos llevaría a Toledo mi amo y yo, exhaustos del largo camino y el sofoco que teníamos por el ardiente sol, decidimos parar para descansar bajo un pequeño olivar. Al lado pasaba un riachuelo con cristalinas aguas y grandes peces. Le propuse que me permitiese meterme en el río y pescar unos peces para almorzar. Pero como mi amo era muy desconfiado juzgó que yo solamente deseaba empaparme en el fresco río para reponerme del intenso calor. Entonces le planteé que se metiera él en el agua para refrescarse mientras yo pescaba. Vuestra Merced pensará que soy un pícaro por lo que a continuación le voy a narrar. Convencí a mi amo que estábamos solo en ese lugar, para que se quitara la ropa y se bañase completamente desnudo sin saber ni sospechar que al otro lado del riachuelo se encontraba una doncella lavando sus ropas. Tan pronto la joven doncella se dio cuenta de que mi amo estaba completamente desnudo, comenzó a mofarse de él. Podrá Vuestra Merced suponer lo que me pasó a continuación. No logré sentarme en tres días. (Fátima Fontecoba)
XIII Lázaro y su nuevo amo, el ciego, iban en busca de comida y bebida. A mitad de camino vieron a lo lejos un mercadillo. Fueron allí con la intención de comprar comida, pero cuando llegaron resultó que el ciego no era bienvenido porque no era la primera vez que robaba en ese lugar. Entonces, cuando la gente los vio acercarse, empezaron a gritarles y echaron a correr tras ellos. El ciego y Lázaro se metieron por un callejón y lograron despistarlos. Cuando llegaron a otro pueblo cercano, el ciego le enseñó a Lázaro a robar, y como era su primera vez lo pillaron y tuvieron que volver a escapar de la gente. Esta vez no lo lograron y la gente del pueblo los retuvo durante un tiempo. Dejaron marchar al ciego, pero a Lázaro lo querían castigar por su acción, pero consiguió despistar a los pueblerinos y logró escaparse con la comida que había robado. Al poco rato de que se hubiera huido se volvió a encontrar con el ciego. Al hacerse de noche, estaban cenando la comida que había robado Lázaro, pero como era de esperar se la comió todo el ciego y no le dio ni un poco. Cuando el ciego estaba durmiendo, Lázaro aprovechó para intentar cogerle la comida que tenía en la bolsa; lo malo es que el ciego dormía agarrando la bolsa con la mano. Cuando Lázaro intento quitársela el ciego se despertó y le dio un golpe con el bastón en la cabeza. Lázaro empezó a sangrar y el amo le tuvo que vendar la herida con un pañuelo de tela.(Naiara García)
XIV Mas también quiero que sepa Vuestra Merced lo que me aconteció un día de camino a Toledo. Estaba yo muy enfadado con mi amo por todas las adversidades por las que me había hecho pasar y solo pensaba en vengarme de él sin que se diese cuenta. Pues bien, pasamos por un lugar donde había muchos arbustos y árboles con frutos silvestres. Yo bien sabía que el fruto del acebo era venenoso; no mataba pero producía unos efectos secundarios no muy graves pero sí molestos. Se me ocurrió ofrecérselos como una variedad silvestre de arándanos. Él se alegró mucho y aceptó. Comió y comió. Él se creía que yo también estaba comiendo y cuando se cansó de comer empezaron las molestias. Le dolía mucho la barriga, empezó con una fuerte diarrea y con vómitos. Me maldecía todo momento y yo me reía entre dientes. Me divertí mucho. Se las hice pagar todas juntas... Pero, al poco tiempo me pidió que lo ayudase a limpiarse y, cuando me acerque, cogió las heces deshechas y me las restregó por la cara. Después me dijo: -¡Lázaro! ¡El que ríe último ríe mejor! (Brais García Alonso)
XV Vuestra Merced: quiero que sepa que mi amo, el ciego sabe hacer de todo. Reza tanto para él solo como para el resto. Dice saber medicina (daba remedios para cualquier al o enfermedad) y toda mujer embarazada recurría a él para saber si tendría niño o niña. Todas las mujeres lo creían y era más rico que todos los ciegos juntos. Mi amo y yo solíamos salir todas las mañanas al campo para llevarnos comida a casa, siempre haciendo el mismo recorrido, viendo a las mismas personas trabajar sus cosechas, de modo que conocíamos sus horarios. Los últimos días mi amo aún estaba menos generoso de lo normal y mis raciones de comida se redujeron a nada. Yo, frustrado, ideé un plan. Un día llegamos al campo durante la hora de descanso de los trabajadores. Llevé al ciego por el camino que estaba pegado al río. Entonces le dije que saltara para esquivar un charco lleno de barro. Lo que él no sabía era que estaba el río. Cuando quedaba un minuto para que los trabajadores volvieran le dije “Saltad”. El lo hizo, cayéndose, momento que aproveché para huir en busca de otro amo, mientras que los campesinos le ayudaban a salir. (Nerea García)
XVI Era un día caluroso en el que el Lázaro pretendía conocer a una dama . Para ello lograr hizo al ciego y a la vez su amo beber y beber vino sin parar para que una borrachera le impidiese pensar. El ciego, muy astuto, supo que algo pasaba ya que el Lázaro normalmente no le daba más vino sino que él bebía lo sobrante. Entonces comenzó desde la mañana a encomendarle tareas al pobre Lázaro para tenerlo ocupado Ante esto y si ningún remedio Lázaro obedeció y realizó las tareas lo más rápido que pudo. Una vez todas completadas y con el ciego durmiendo trató de salir de casa, sin éxito. El ciego ,muy astuto, había pasado la llave a puertas y ventanas por lo que era imposible salir. En un ataque de cólera Lázaro fue a la habitación del ciego y lo hizo levantar. Este ya despierto se comenzó a reír y a menospreciarle, a lo que Lázaro respondió con un golpe culminante en la cabeza de su amo con un jarrón cerámico hallado en la mesilla de este. Días después Lázaro acudió a otro amo… (Yago González)
XVII Después de que Lázaro le tendiese una trampa al ciego, este logró escaparse dejando atrás al ciego tumbado medio muerto en el suelo debido al fuerte golpe que se había dado contra un pilar. Lázaro corrió lo más rápido posible. El ciego días después se despertó en una cama con la cabeza vendada y gracias al golpe recuperó la vista del ojo derecho. Enfadado y lleno de venganza decidió ir en busca de Lázaro para darle su merecido. Día tras día fue preguntando por las casas, pero nadie lo había visto hasta que llegó a una iglesia donde preguntó por él. Allí le respondió un clérigo que le había acogido en su casa durante varios días, pero que le robaba la comida de su baúl y culpaba a una serpiente. Un día la llave que tenía escondida en la boca hizo un sonidito muy extraño, el clérigo se asustó pensando que era una serpiente y casi mata al Lazarillo del golpe que le dio. El clérigo le dijo al ciego por dónde se había ido y le pidió si podía vengarse de él. El ciego fue siguiendo las instrucciones del clérigo, pero se perdió y tardo 6 días en encontrar al siguiente amo. Días más tarde encontró a otro amo, un fraile de la Orden de la Merced. Con él duró unos 8 días y fue a buscar a otro amo. El ciego ,cansado de caminar cada vez se encontraba peor. Un día se puso a preguntar por Lázaro, pero debido a su malestar se desplomó en el suelo. La gente preocupada se acercaba a él para ayudarlo, pero no pudieron hacer nada porque ya había fallecido en el momento en que su cabeza había sido golpeada contra el suelo. Entre toda la multitud, un hombre se dio cuenta de que el fallecido tenía una carta entre sus manos dedicada a un tal Lázaro. Una vecina de allí escuchó ese nombre y le dijo al hombre que Lázaro era su esposo. El hombre le entregó la carta a la mujer y esta se la llevó a su esposo. Lázaro leyó la carta en la cual el ciego le daba la enhorabuena por ser tan astuto como él le había enseñado. Finalmente acudió a su entierro y leyó en alto la carta que el ciego le había escrito (Lucía González Silva)
XVIII El ciego y yo llegamos a Toledo, cerca de un pueblo llamado Almorox. Mi amo y yo andábamos por las calles del pueblo, cuando un pueblerino se nos acercó, al parecer el ciego y el pueblerino se conocían. Estuvimos hablando un rato. Luego se despidieron y nosotros seguimos nuestro camino. Llegamos a una zona donde las calles estaban llena de baches con agua sucia. Los primeros baches los esquivamos, pasamos cerca de una taberna, y me quedé encandilado por el rico olor que procedía del lugar. Cuando volví a ver a mi amo estaba dirigiéndose a un gran bache y lo más probable es que se cayese empapándose del agua sucia del suelo y luego se enfadase, así que corrí para intentar que no se tropezase pero no llegue, y mi amo se empapó del agua sucia y fría de la calle. Le ayude a levantarse, estaba muy enfadado y me empezó a golpear con su bastón de madera. - Lázaro,¿ porque no me dijiste que había un bache, eres necio o te haces? (Bea López)
XIX Tras la mala suerte que tuve con este amo, decidí irme a lavarme a un lado que estaba cerca. Cuando estaba a punto tirarme al lago, vi a un pescador con un recipiente lleno de ricos peces. Pensé que era buena idea preguntarle al pescador si quería ser mi amo. Me acerqué a él , le pregunté y él aceptó. Quedé muy contento por aquella noticia ya que el pescador tenía ropa limpia y mucha comida. De hecho, cuando llegue a su domicilio, vi que el señor vivía en una casa gigante, con vidrieras y unas puertas inmensas. Yo estaba encantado con mi nuevo amo porque no tenía problemas para comer y además tenía amigos porque aquel señor tenía varios criados. La primera noche que pase en esa casa, mientras estaba intentando dormir, escuché unos ruidos muy extraños que salían del cuarto de mi amo, pero decidí ignorarlos y ponerme a dormir. La segunda noche volví a escuchar los ruidos y miré a mi alrededor y no encontré a mi compañero Federic. La siguiente noche volví a escuchar los mismos ruidos y volví a mirar a mi alrededor y no estaba mi compañero Domingo,. Decidí ir a ver lo que est Al día siguiente iba a escaparme, pero ,de repente ,apareció mi amo y me preguntó dónde iba. Yo le respondí diciéndole que iba a hacerle algo de comer para llevarle a su cama, para agradecerle mi estancia allí. Mi amo me dijo que no hacía falta, pero que si le podía llevar la cena a su cama a la noche. Yo sabía a lo que se refería con eso y decidí escaparme durante la comida ya que él tenía más criados y no iba a estar tan atento de mí. Llegó la hora de la cena y cogí unas sábanas entrelazadas que había hecho anteriormente Las tiré por la ventana agarrando un extremo en la pata de un mueble, cuándo estaba colgado de las sábanas llegó el pescador por la puerta y se puso a gritarme. Yo ,asustado, baje lo más rápido que pude y conseguí salir por la puerta dejando atrás a mí amo gritándome por la ventana. (Sabela Lorezo)
XX Un día Lázaro se encontraba haciendo trastaas en la plaza del pueblo, cuando, de repente, apareció su amo, que por aquellos tiempos era el ciego. Este le dijo. “¿Serás cazurro, niño? ¿Tú qué quieres? ¿Que nos destierren de este apacible y hermoso pueblo?”. Lázaro le contestó “¿Me vais a volver a dejar sin comer otro día?”El amo, enfadado, le dijo. “ No. Pero te voy a llevar a trabajar a un campo”. Al final del día el ciego le preguntó si había aprendido la lección y Lázaro le contestó que sí. Al atardecer le amenazó “Hoy te quedarás sin cena. Vete a tus aposentos”. Con el hambre, sobre la medianoche, Lázaro se despertó. Se levantó de la cama y robó algo de comida. En el momento en que iba a comérselo apareció el ciego, cogió un bastón y empezó a pegarle, hasta que Lázaro quedó inconsciente (Daniel Matías Fernández)

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