La ruina de quienes habían suscrito créditos bancarios y la imposibilidad de hacer frente a su devolución ocasionó la quiebra de numerosos bancos (sólo en Estados Unidos más de 5.000). Muchas empresas cerraron sus puertas.
La ausencia de créditos, la bajada de los precios y la escasa circulación monetaria condujeron al descenso generalizado de la actividad económica.
La adopción de medidas proteccionistas provocó el estancamiento del comercio. Los estados que fundamentaban sus economías en la exportación se vieron afectados. Las relaciones internacionales que trabajosamente se habían logrado recomponer a partir de 1924 se quebraron.
Todos los países sufrieron un descenso del P.I.B. Los niveles de renta disminuyeron aceleradamente y no volvieron a recuperase en muchos casos hasta pasada la Segunda Guerra Mundial, ya en los años cincuenta.
Incremento del desempleo
El hundimiento de la industria y la ruina financiera llevaron implícita la destrucción del empleo. En 1932 se contabilizaban más de 30 millones de parados.