El bienestar humano, entendido como nivel de vida y medido fundamentalmente a través de indicadores económicos
Los vínculos entre consumo, desigualdades, bienestar y felicidad
Bienestar y felicidad dentro de los límites biofísicos de los ecosistemas
El bienestar humano no puede incrementarse de forma sostenible en un panorama de degradación generalizada de los ecosistemas
Conclusiones
A partir de un cierto nivel de ingresos no parece existir correlación alguna
(ni positiva ni negativa) entre el nivel económico y los distintos indicadores
de bienestar humano
El actual modelo de desarrollo ha
provocado dependerá, en buena medida, de la capacidad que tengamos como sociedad para transformar nuestro estilo de vida adoptando una concepción
multidimensional y socio-ecológica del bienestar humano
El bienestar humano es un concepto enormemente complejo y abstracto
El consumo y el crecimiento económico determinan en buena medida la satisfacción de las personas con sus vidas. Sin embargo, esta relación no resulta ser tan sencilla y cada vez son más las voces que reclaman una revisión al respecto.
los ingresos y la felicidad suelen evolucionar paralelamente hasta unos 10.000-13.000 dólares anuales por persona; desapareciendo siempre dicha correlación a partir de los 18.000 dólares
Se conceptúan los ecosistemas como la base de la existencia humana en todas sus dimensiones así como del bienestar humano
El complejo marco conceptual ha hecho la aparición de importantes confusiones que conducen a
recurrentes errores de interpretación (tales como la frecuente mezcla e intercambio de
conceptos tales como bienestar humano, nivel de vida o calidad de vida
Otras variables de marcado perfil crematístico, como el IDH o el consumo de papel y cartón per cápita, por ejemplo, presentan curvas asintóticas muy similares. El consumo de papel y cartón es un muy buen indicador del consumo de una nación y tiende a aumentar a medida que lo hacen los ingresos, la educación y las comunicaciones
A partir de un determinado punto seguir incrementando el consumo de papel no se traduce en aumentos proporcionales de satisfacción y bienestar humano
Si analizamos la relación ingresos-satisfacción con la vida en un solo país a lo largo del tiempo [9] las conclusiones resultan similares. Por ejemplo, a pesar de que el salario medio en Estados Unidos se ha duplicado entre 1957 y 2002, y multiplicado por 5,4 en Japón entre 1958 y 1988, la felicidad declarada permaneció prácticamente constante en ambos países
el mundo surgieron numerosos
pensadores, científicos y filósofos que hicieron de la etapa grecorromana uno de los
periodos más ricos en la historia humana
La codicia es pues un cáncer que crece paralelamente a los ingresos y se alimenta de la falsa creencia de que el dinero, el consumo y un estilo de vida materialista pueden satisfacer una vida plena.
La realidad es que el sistema económico, tal y como hoy es concebido en occidente, no funcionaría sin un bienestar conceptualmente asociado a los comportamientos consumistas. Y es por ello que, para el capitalismo, la producción más importante es la producción de insatisfacción, que nos alienta a consumir como un fin en sí mismo
Con la Revolución Industrial y la incorporación de la sociedad -y la
naturaleza- al mercado como factores de producción, se comenzó a supeditar la esfera
social a la lógica del máximo beneficio económico
Es fundamental discernir antes de nada entre dos grandes aproximaciones
al concepto de “bienestar humano”
La primera de ellas, predominante en la
cultura occidental, es una aproximación económica basada en el arte de acumular bienes
materiales.
El bienestar humano desde un enfoque socio-ecológico y multidimensional es la conocida como Calidad de vida (en el contexto
de los pueblos indígenas de América Latina podríamos hablar de Sumak kawsay o de Suma qamaña
El bienestar humano depende directa e indirectamente de los ecosistemas a través de su capacidad para generar diferentes tipos de servicios esenciales para la humanidad
se conceptúa el bienestar humano como un subsistema de la esfera biofísica de los ecosistemas de la cual depende
El bienestar humano se está incrementando a escala global, principalmente por la conversión de los servicios de abastecimiento (alimento, fibras, combustibles…) en demandas para la humanidad.
Los servicios de los ecosistemas han sufrido durante los últimos años un proceso de degradación a escala planetaria.
A pesar del contrastado deterioro que se ha venido produciendo en los servicios de los ecosistemas a escala planetaria, la Evaluación de Ecosistemas del Milenio sostiene que el bienestar humano está mejorando globalmente
La cultura capitalista se ha esmerado en gestar ciudadanos no-críticos, maleables
y especializados, cuyo ensamblaje crea una sociedad inteligente. A
Las relaciones sociales, sin embargo, no están reguladas por el mercado; es decir, no están
sujetas a precios (lo que no significa que no tengan valor)
La felicidad de las personas presenta aproximadamente un 50% de carga genética casi
imposible de modificar.
Aproximadamente un 50% de carga genética casi imposible de modificar. Sin embargo, del porcentaje restante, sólo un 10% es función del
entorno; es decir, de factores tales como la economía, el medio ambiente o las crisis. El
40% restante se relaciona con las actitudes personales
redefinir el concepto
de bienestar humano en una iniciativa colectiva en la que quepan todas las cosmovisiones
y culturas del planeta
Asumimos que el bienestar humano depende del buen funcionamiento de los ecosistemas. Entonces, ¿cómo es posible que el bienestar humano se esté incrementando a escala global mientras que los servicios de los ecosistemas se están perdiendo o degradando? Nos encontramos claramente ante una paradoja
redefinir el concepto
de bienestar humano en una iniciativa colectiva en la que quepan todas las cosmovisiones
y culturas del planeta
El progreso de
la felicidad nacional debería considerarse un objetivo político, siendo estudiado y evaluado
tan concienzudamente como el crecimiento del PIB
A la hora de hablar de indicadores de bienestar humano y satisfacción,
deberíamos ser capaces de restarle peso a la dimensión económica y sumarle más componentes capaces de valorar tanto las relaciones sociales como el estado de
conservación de los ecosistemas
Para promover la nueva filosofía de vida que demanda la transición
hacia la sostenibilidad, necesitaremos también una revolución en los indicadores de
bienestar humano, que sea capaz de percibirla.