Etimológicamente, el término sexo proviene del término latino
sexum y este, a su vez, del término secare , que significa: separar
(Rathus, Nevid, y Fichner-Rathus, 2002).
La evolución de las especies dio un salto cualitativo fundamental:
el paso de la reproducción asexual a la sexual.
El origen de la sexualidad se establece en el momento en que la
reproducción sexual exige la creación de dos formas, de dos sexos.
Desde un punto de vista filogenético, el sistema reproductivo es esencial
para ello. En el origen la reproducción es asexual.
Una célula madre se divide en dos células hijas idénticas (mitosis). Las
ventajas de la reproducción asexual se centran fundamentalmente en su
facilidad y rapidez.
La reproducción sexual ha sido la opción más eficaz.
Esencialmente, el intercambio genético de dos seres hace posible
que se creen otros diferentes e irrepetibles.
Los cuerpos han tenido que diferenciarse para hacer posible la
fecundación. Fisiológicamente, la diferenciación también ha
generado los sistemas conductuales necesarios que hacen posible
la reproducción.
El origen del sexo, de la sexualidad, se establece en el
momento en el que aparece el dimorfismo sexual.
El origen del erotismo, del deseo sexual, de la atracción sexual, de la
respuesta diferencial a estímulos con valor erótico, forma parte también del
proceso de sexuación.
La homosexualidad, la transexualidad, las identidades sexuales, son
el resultado del proceso de sexuación cuyo origen parte de la génesis
del dimorfismo.
El proceso de sexuación tiene una evidente dimensión psicológica, no
podemos entendernos a nosotros mismos sin la dimensión sexual.
El proceso de sexuación posee también una dimensión social en la
medida en que la especie humana es gregaria. La sexuación se
expresa en relaciones interpersonales y comportamientos
sexuales.
El hecho social ha influido en la sexuación de una manera determinante
en el desarrollo de las identidades sexuales. Considerado el género como
el conjunto de atribuciones que la cultura ha ido desarrollando respecto a
la realidad sexo
La regulación de la sexualidad en
la humanidad ha sido una de las
principales palancas de control
social
Hay tres pilares básicos en los que
se sustenta la sexualidad humana:
las bases biológicas, psicológicas y
sociales
Algunas aproximaciones conceptuales
Los humanos somos seres constitutivamente sexuados por mor de la
propia evolución de las especies, la sexualidad es la manera de vivir tal
realidad.
Merleau-Ponty (1945), la sexualidad es una realidad existencial, no podemos
entendernos a nosotros mismos sin ella, como tampoco nuestra manera
personal de situarnos en el mundo.
La “erótica”. Se trata de la expresión del modo de vivir la propia sexuación,
es todo aquello que una persona hace para expresar su propia sexuación, se
refiere a los modos de expresar la propia identidad y el deseo erótico que se
manifiesta a través de imágenes, de símbolos, de emociones y
sentimientos.
El coito hace referencia a la experiencia profundamente íntima que se
produce en el encuentro entre dos personas
Para Félix López, (1989). La sexualidad no sólo mediatiza todo nuestro ser,
sino que también es mediatizada por él. Esta mediación se produce a través
de procesos biofisiológicos, cognitivo - lingüísticos, y afectivo - emocionales
La dimensión sexual forma parte del eje que lo constituye. Por tanto,
el ser humano está mediatizado por su propia sexuación, por el
desarrollo de su constitución sexuada, por sus bases biofisiológicas, por
su herencia genética
Los procesos cognitivos mediatizan la sexualidad en la medida en
que la estructura cognitiva conforma la identidad, los contenidos
del deseo erótico, las actitudes y los comportamientos
El deseo erótico es una de las dimensiones esenciales de la sexualidad. Es
vivido como una experiencia emocional subjetiva. Como toda emoción,
genera una tendencia de acción hacia la búsqueda del placer a través de
experiencias eróticas, vividas de manera autoerótica o compartida, con
personas del mismo o distinto sexo.
Freud (1972), indica que la pulsión sexual es una realidad limítrofe
entre lo biológico y lo psíquico enormemente flexible, de tal modo
que el deseo sexual puede ser satisfecho directa y libremente,
puede ser reprimido, aplazado, sublimado, etc.