Con la ruptura protestante, cada
país adoptó su confesión. Europa
quedó dividida en países católicos
y países protestantes.
Esto creó tensiones, y se empezó a desarrollar una
doctrina que defendía la supremacía y el dominio del
Estado sobre la Iglesia.
La Revolución Francesa
Supuso el fin del antiguo regimén. El pueblo tenía ahora
capacidad de actuar como si fuera una persona. Lo que
decidía sobre la forma de gobierno, no dependía de un
príncipe ni del poder de la Iglesia
Para los seguidores de la Revolución
el poder estaba en el pueblo.
Las dificultades de la Iglesia
La Iglesia venía de una situación social y política de privilegios y tendío a aliarse
con las fuerzas que se oponían a la Revolución.