El concepto desarrollo sustentable es el resultado de una acción concertada de las naciones para
impulsar un modelo de desarrollo económico mundial compatible con la conservación del medio
ambiente y con la equidad social.
Sus antecedentes se remontan a los años 50 del siglo XX, cuando germinan
preocupaciones en torno a los daños al medio ambiente causados por la segunda
guerra mundial. Sin embargo, es hasta 1987 cuando la Comisión Mundial del Medio
Ambiente y del Desarrollo (CMMAD) de las Naciones Unidas, presidida por la Dra. Gro
Harlem Brundtland, presenta el informe “Nuestro Futuro Común”, conocido también
como “Informe Brundtland”, en el que se difunde y acuña la definición más conocida
sobre el desarrollo sustentable
“Desarrollo sustentable es el desarrollo que satisface
las necesidades del presente sin comprometer la
capacidad de las generaciones futuras para satisfacer
sus propias necesidades”. (CMMAD, 1987:24)
El desarrollo sustentable se ha constituido un “manifiesto político”, es decir, se ha
elevado como una poderosa proclama que se dirige a ciudadanos, organizaciones
civiles, empresas y gobiernos para impulsar acciones, principios éticos y nuevas
instituciones orientadas a un objetivo común: la sustentabilidad.
La premisa central que sostiene esta tesis implica que el
desarrollo no debe degradar el medio ambiente biofísico ni
agotar los recursos naturales. Esta premisa es la que le ha
dado sentido a toda la concertación internacional desde la
Cumbre de Estocolmo en 1972, que pasa por el informe
“Nuestro Futuro Común” en 1987, pero sobre todo con un
sentido estratégico a partir de la Cumbre de Río en 1992,
promoviendo la reflexión sobre cómo compatibilizar las
necesidades y aspiraciones de las sociedades humanas, con
el mantenimiento de la integridad de los sistemas naturales.
Además, se reconoce que el deterioro ambiental de las
actividades humanas no es un fenómeno homogéneo, sino
que depende de los estilos de desarrollo, el modo de vida y
las condiciones del entorno.
El día del planeta tierra, 22 de abril de 1970, como iniciativa del senador Gaylord Nelson; cuyo
objetivo fue generar conciencia en los Estados Unidos de Norte América sobre la necesidad del
cuidado del planeta.
Se da inicio a la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, por la firma de la NEPA,
National Environmental Policy Act en la administración del presidente Richard Nixon (1969-1974).
Puerto Rico, al mismo tiempo, establece la Ley sobre Política Pública Ambiental para ese país, y
establece la Junta de Calidad Ambiental de Puerto Rico (Naredo, 2000).
En 1972 se desarrolla la Conferencia de Estocolmo de la ONU sobre el ambiente humano,
manifestando su preocupación por la problemática ambiental global con el informe del Club Roma
denominado "Los límites del Crecimiento". La Declaración de Estocolmo, refleja la introducción de la
dimensión ambiental a la agenda política internacional, con una imagen limitadora del modelo
tradicional de crecimiento económico (Baylis y Smith, 2005).
En 1976 el informe de la
Academia Nacional de las
Ciencias de Estados Unidos
aportaba evidencia científica
sobre la disminución de la
capa de ozono por los
clorofluorocarbonos (Naredo,
2000).
En 1977 la conferencia
intergubernamental de Tbilisi define a
nivel internacional los principios
pedagógicos de la educación ambiental,
así como las grandes orientaciones que
deben regir su desarrollo. Más adelante,
las estrategias Conservación Mundial por
la Unión Internacional para la
Conservación de la Naturaleza, PNUMA y
Fondo Mundial para la Vida Silvestre,
promovieron que la idea de la
conservación del ambiente tenía
importancia para la sobrevivencia de la
especie humana (UNESCO/PNUMA, 1977).
Para 1987 el Informe final de la Comisión Mundial del Medio Ambiente y Desarrollo llamó la atención
sobre la necesidad urgente de un desarrollo económico que reuniera elementos de equidad
ambiental y social. Es aquí donde se hace oficial el concepto Desarrollo Sustentable o Sostenible
(ONU, 1987).
En el mismo año el Protocolo de
Montreal analizó la problemática
relacionada con el deterioro de la capa
de ozono y consideró la reducción de la
fabricación de halógenos y
clorofluorocarbonos (CFC) para reducir el
agujero de la capa de ozono en la
Antártica. Fue hasta 1994 cuando en los
Países desarrollados dejó de producirse
los halógenos y en 1996 los CFC (PNUMA,
2006).
En 1992 durante la Conferencia de las
Naciones Unidas sobre el Medio
Ambiente y el Desarrollo se presentó
la Agenda 21, en Río de Janeiro,
Brasil. Se aprobó y fue promovida
como un programa de acción de las
naciones para su implementación
(ONU, 1992).
A la par surgió el interés por crear estrategias propias
para las Américas y en 1994 se desarrolla la Primera
Cumbre de las Américas en Estados Unidos. En el
mismo año, pero en Francia, se celebró la Convención
de las Naciones Unidas de lucha contra la
desertificación en los países afectados por sequías
graves o desertificación, principalmente en África.
La cumbre de las Américas sobre Desarrollo
Sostenible, se celebró en 1996, en Santa Cruz de la
Cierra, en Bolivia. Posteriormente continuaron
realizándose, en diversas partes del mundo, una
serie de reuniones, convenios, creación de
Reservas de la Biósfera.
Fue en 2002 cuando se celebró la Cumbre Mundial
sobre Desarrollo Sostenible Johannesburgo conocida
como Río +10 y en 2004 la Cumbre Extraordinaria de
las Américas en México. Hasta este momento todos
los países continuaban comprometiéndose a legislar,
desarrollar planes de acción, convenios de
cooperación, y todo relacionado a la búsqueda de la
protección ambiental y el desarrollo sustentable.
Lo anterior permitió que en
2005 se llevara a cabo en Kyoto,
Japón, el Protocolo de Kyoto,
entrando en vigor el mayor
pacto ecológico de la historia
humana. Este protocolo fue
firmado por más de 140 países.
Su objetivo principal es limitar la
emisión de gases causantes del
efecto invernadero por parte de
los países mayormente
contaminantes.