El conjunto de ideas propias que
estaban dirigidas a afianzar la unión
de las distintas regiones, rechazar a
los extranjeros y darse una identidad
constituyeron la base de las
ideologías nacionalistas que
permitieron a las burguesías
europeas afianzar su poder.
Las ideologías trataron de
imponer sistemas de
ideas únicos,
omnipresentes y
omniabarcantes,
sistemas cerrados, como
la única verdad tolerada.
En el siglo XIX, en toda
Europa surgieron
movimientos
nacionalistas que
tendieron a encerrarse
en sí mismos y a ver en
cada extranjero a un
enemigo.
Los movimientos de liberación de toda
presencia extranjera prepararon la formación
de Estados autoritarios, fuertes y
centralizados que en aras de la defensa de la
patria restringieron las libertades y la
democracia.
En el siglo XIX en nacionalismo
abandonó la mayor parte de los
principios ilustrados , en su
lugar, exigió el sometimiento
de los ciudadanos al proyecto
nacional y encendió la pasión
por levantar grandes imperios
que dominaran extensas
regiones.
La lucha entre las potencias
imperialistas impidió que estas,
junto con los imperios ruso,
astro-húngaro y
turco-otomano, resolvieran sus
diferencias por la vía pacífica y
racional.