La Revolución Industrial o Primera Revolución Industrial es el proceso de transformación económica,
social y tecnológica que se inició en la segunda mitad del siglo XVIII en el Reino de Gran Bretaña, que se
extendió unas décadas después a gran parte de Europa occidental y América Anglosajona, y que
concluyó entre 1820 y 1840. Durante este periodo se vivió el mayor conjunto de transformaciones
económicas, tecnológicas y sociales de la historia de la humanidad desde el Neolítico, que vio el paso
desde una economía rural basada fundamentalmente en la agricultura y el comercio a una economía
de carácter urbano, industrializada y mecanizada.
Causas
Aumento de la producción agraria. Era el sector primario del cual se nutría la población.
Mano de obra abundante. No es posible que crezca la industria si no hay mano de obra que
trabaje en ella.
Capital. Evidentemente, sin dinero no pueden afrontarse nuevos proyectos industriales.
Expansión del comercio. Mayor demanda promueve el que haya mayor oferta. Es decir, mientras más nos pidan, más
creamos, y eso sólo es posible con un comercio creciente.
Consecuencias
Consecuencia social: se produjo una auténtica revolución demográfica. Desde Europa se propagó un
crecimiento constante de la población favorecido por los movimientos migratorios y por la creación
de una nueva estructura social más a favor de la familia. Comenzó en esta época el declive rural en
favor de las ciudades. Crecieron el número de ciudades por todo el mundo y el tamaño de éstas.
Apareció la ciudad industrial que nacía y se desarrollaba en torno a una industria concreta. En un
siglo se calcula que hubo un movimiento migratorio entre Europa y América de unos 50 millones de
personas.
Consecuencia económica: a partir de la Revolución se pudo comenzar a hablar de «crecimiento
económico sostenible». Gracias a esta revolución, a largo plazo, se consiguió que las diferentes
naciones fueran cada vez más ricas. Comenzó a aparecer los conceptos de capitalismo, la propiedad
privada se fortaleció, la libertad de empresa, y el libre mercado que ajustaba sin injerencias la oferta
con la demanda. Las Bolsas se fortalecieron, los bancos mejoraron, y con ellos la sensación de riqueza
entre la sociedad. Surgió el movimiento obrero en torno a la mano de obra y por último, surgió el
capitalismo financiero que conduciría a la Segunda revolución Industrial.