En 1900, la mayoría de los humanos del planeta trabajaba en la labranza y el
pastoreo; en 2011, en Francia, y lo mismo ocurre en países análogos, solo existe el
1% de los campesinos. Aquel o aquella ya no vive en compañía de los animales, ya
no habita la misma tierra ni tiene la misma relación con el mundo, vive en la
ciudad; ya no tiene la misma vida física ni hay la misma cantidad de gente y aquí, su
esperanza de vida llega hasta los 80 años.
El individuo
El individuo ya no sabe vivir en pareja, se divorcia; ya no sabe estar en clase, se mueve y charla; ya no
va a rezar a la iglesia. Este individuo recién nacido resulta, antes bien, una buena noticia. Como un
átomo sin valencia, Pulgarcita está desnuda. Nosotros, los adultos, no hemos inventado ningún lazo
social nuevo. La empresa generalizada de la sospecha, de la crítica y de la indignación contribuyó más
bien a destruirlos.
Aquello en cuanto al cuerpo; esto en cuanto al conocimiento
SUS ANCESTROS fundaban su cultura en un horizonte temporal de algunos miles de años, decorados
por la antigüedad grecolatina, la Biblia judía, algunas tabletas cuneiformes, una prehistoria corta.
Ahora millonario, su horizonte temporal se remonta a la barrera de Planck, pasa por la acreción del
planeta, la evolución de las especies, una paleontología de millones de años.Al no habitar ya el mismo
tiempo, viven una historia por completo diferente.
¿Qué transmitir? ¿El saber? Ahí está, en todas partes por la Red, disponible, objetivado. ¿Transmitirlo a
todos? En este momento, todo el saber es accesible para todos. ¿Cómo transmitirlo? ¡Ya está hecho!
Con el acceso a las personas por el teléfono celular, con el acceso a todos los lugares por el GPS, el
acceso al saber ya está abierto. De una cierta manera, ya es transmitido siempre y en todas partes.