El hombre
contemporáneo parece
estar incapacitado para
distinguir ente querer y
desear.
. La voluntad tiene en
común con el deseo el
hecho de apetecer.
La virtud de la voluntad el hombre anticipa el
conocimiento del fin y conforme.
En el deseo, los actos no se realizan
conforme a la razón, seguir los deseos no
implica ejercicio alguno de la voluntad.
El deseo pertenece al
orden sensible, la
voluntad al orden
cognoscitivo.
El acto voluntario no es sólo un acto
anticipatorio y conocido en sus
consecuencias, sino también algo previsto,
premeditado y decidido; el deseo no.
AUTODOMINIO Y REPRESION
El no querer de la voluntad, es
sinónimo de represión. Tan propio de
la voluntad es querer como no querer.
.
. El hombre antes de estar a merced de sus tendencias y deseos, se
halla sobe sí mismo y en sí mismo (autocontrol, autoposesión). El
hombre no le basta con querer algo, sino que le es necesario
quererse a sí mismo.
El hombre no se halla forzosamente arrastrado
por sus tendencias y deseos, sino que lo propio
de él es hacer frente a sus tendencias,
manteniéndose por encima de ellas y optando o
no, sin tener que seguirlas irremediablemente.
La inseguridad patológica y sus consecuencias. os.
Tanto la
seguridad como
la inseguridad
pueden darse
cita en la
inmadurez de la
personalidad, se
erigen en
sistemas
cerrados,
impermeables,
clausurados y
ensimismados.
LA INSEGURIDAD
hace que el hombre inmaduro caiga en el
instantaneismo y en la contingencia de las
decisiones, resistiéndose a hipotecar su futuro.
La inseguridad condena al hombre a la tiranía
en el futuro.
en las personas inmaduras supone la
renuncia a todo lo que significa riesgo en la
apuesta existencial de nuestra propia vida. La
inseguridad es fruto de las circunstancias, del
aquí y ahora que determinan nuestras
elecciones.
La excesiva seguridad puede asociase a la
inmadurez personal, querer tener la razón
a toda costa, la testarudez cerril, la rigidez
hermética, etc. manifiesta un apego
patológico