nació en una familia de orfebres, fue el tercero de dieciocho hijos y quince de sus hermanos murieron debido a las
duras condiciones de la época. Desde temprana edad se destacó en el dibujo, habilidad aprendida de su padre y
muy útil en el trabajo de orfebrería. A los trece años realizó un autorretrato que reveló su destreza artística y dio
inicio a lo que sería una obsesión con su propia imagen, la cual lo acompañó durante toda su vida, ya que llegó a
realizar varios autorretratos en distintas edades. Los autorretratos de Durero ofrecen la posibilidad de ver la
transformación del aspecto del artista, pero también permiten descubrir su gran destreza como retratista capaz de
copiar la fisonomía y, al mismo tiempo, evocar la personalidad de quien es retratado.