Nació en Provence, un
pueblecito del Jura
suizo. Era el noveno
hijo
Estudió teología en las universidades de
Lausana y Estrasburgo. En la última etapa de
la segunda guerra mundial llevó a la práctica
su compromiso con la paz iniciando la
aventura que vendría a ser la comunidad
ecuménica de Taizé.
Aunque se vio obligado a ausentarse de la gran casona
de Taizé debido a algunas denuncias y visitas de la
Gestapo, en 1944 volvería con los primeros hermanos de
la comunidad: Max Thurian, Pierre Souvairan y Daniel de
Montmollin. Y nadie ha podido detener ya lo que el
Espíritu ha suscitado en esa comunidad monástica que
ha pasado a llevar el nombre del lugar geográfico donde
está situada.
La tarde en que fue asesinado había estado
hablando con uno de los hermanos intentando
redactar un texto. Su agotamiento no le permitió
terminar la siguiente frase: “En la medida en que
nuestra comunidad cree en la familia humana
posibilidades para ensanchar…”. Roger utiliza el
verbo "elargir" que se puede traducir por agrandar,
ampliar, dilatar… y nos muestra cómo hasta el
último día de su vida estuvo habitado por esa
pasión de una comunión cada vez mayor con Dios y
entre las iglesias, las personas y los pueblos.
Con motivo de su asesinato, uno de
los hermanos de la primera
generación, el Hermano François,
escribió: “El Hermano Roger era un
inocente. Para mí, esta afirmación…
no significa ausencia de defectos en él.
A la palabra le doy otro sentido… Para
él, la realidad no tiene la misma
opacidad que para los demás: “Ve a
través” de ella.”
Un texto del Hermano Roger resume lo
esencial del itinerario hecho: “La
acogida excepcional que nos otorgó el
Papa Juan XXIII en 1958, su apertura a
la vocación ecuménica, la invitación
que nos dirigió para participar en el
Concilio Vaticano II, supusieron para
nosotros un punto de inflexión. En
muchas personas despertó un interés
por la búsqueda que perseguía nuestra
pequeña comunidad. Cada vez más
jóvenes de distintos países vinieron a
pasar unos días en nuestra colina.
Después de veinte años de vida en
común, nos sentíamos como lanzados a
la plaza pública. Nos hicieron falta años
para asimilar y comprender lo que nos
estaba ocurriendo”.
Roger quedará marcado por la vivencia que él llama
“asombro de un amor”. En él destacará su pasión por la
reconciliación, el deseo de unidad, la acogida
incondicional a toda mujer y todo hombre y una
búsqueda constante por reconciliar en uno mismo la
vida interior y las solidaridades humanas.
Roger ha sido un místico del ecumenismo de la santidad que supo
reconciliar vida interior y solidaridades humanas.
Ecumenismo es la tendencia o movimiento que busca
la restauración de la unidad de los cristianos, es decir,
la unidad de las distintas confesiones religiosas
cristianas «históricas», separadas desde los grandes
cismas.
En el sentir de numerosas
personalidades cristianas del
último siglo, el ecumenismo
constituye un camino de
superación de las divisiones
entre los cristianos, en orden al
cumplimiento del mandato de
Cristo: «[...] que todos sean uno
[...]» {Juan17:21
Roger ha sido un hombre de comunión que ha sabido ir
más allá de los muros confesionales. En este sentido, ha
abierto un camino que a los cristianos aún nos queda por
recorrer.
En su libro "¿Presientes una felicidad?" nos vuelve
a decir algo que ha dado un toque original al
camino abierto por él: “encontré…mi propia
identidad de cristiano, reconciliando en mí la fe de
mis orígenes con el misterio de la fe católica, sin
romper la comunión con nadie”.
. Su vida nos muestra
que hay un cristianismo
creativo.
En sus últimos textos Roger llama a
construir un porvenir de paz, a vivir el
asombro de una alegría hasta en las
pruebas. Y lo vemos como uno de los
últimos místicos, amado por muchos y no
comprendido por todos