Prohíbe la codicia del bien ajeno, raíz del robo, de la rapiña y del fraude
El desorden de la concupiscencia
El apetito sensible nos impulsa a desear
las cosas agradables que no poseemos
Prohíbe la avaricia y el deseo de
una apropiación inmoderada de
los bienes terrenos
No se quebranta este mandamiento
deseando obtener cosas que
pertenecen al prójimo siempre que
sea por medios justos
Exige que se destierre del
corazón humano la envidia
La envidia es un pecado
capital
La envidia representa una de
las formas de la tristeza, y un
rechazo de la caridad
Los deseos del Espíritu
La economía de la Ley y de la Gracia aparta
el corazón de los hombres de la codicia y de
la envidia
La Ley confiada a Israel nunca
fue suficiente para justificar a
los que le estaban sometidos
Pero ahora, independientemente de
la ley, la justicia de Dios se ha
manifestado
Los fieles de Cristo han
crucificado la carne con sus
pasiones y sus apetencias
La pobreza de corazón
Jesús exhorta a sus
discípulos a preferirle a Él
respecto a todo y a todos
Les propone renunciar a todos sus
bienes por Él y por el Evangelio
Todos los cristianos han de
intentar orientar rectamente
sus deseos para que el uso de
las cosas de este mundo y el
apego a las riquezas no les
impidan buscar el amor
perfecto
El Señor se lamenta de los
ricos porque encuentran su
consuelo en la abundancia de
bienes
Quiero ver a Dios
El deseo de la felicidad
verdades aparta al hombre
del apego desordenado a los
bienes de este mundo
Le corresponde al pueblo santo
luchar para obtener los bienes
que Dios promete