Se extiende a lo largo de más de trescientos kilómetros y recorre una considerable extensión de
Oriente Medio. Nace en Líbano, sirve como frontera entre Jordania, Siria e Israel y atraviesa la
Cisjordania ocupada hasta desembocar en el mar Muerto, que en los últimos tiempos ha reducido su
tamaño considerablemente.
Conflicto
El río Jordán y sus afluentes son factores estratégicos clave en la zona: quien los controle estará en
posesión del verdadero poder. Desde los inicios del sionismo hasta hoy, pasando por todas las
guerras y la ocupación, el agua y su poder de unión de las personas con la tierra han estado en el
centro del tablero.
El mayor desafío que afronta el río Jordán hoy en día es el de ser capaz de abastecer las demandas
hídricas de los cinco territorios que lo disputan. Un río cuyo caudal disminuye año tras año tiene que
proveer agua para una población creciente. La explotación indiscriminada de su caudal ha
conseguido que, en pocos años, este se vea reducido y, además, contaminado. El descenso drástico
del nivel del agua del mar Muerto, donde desemboca el Jordán, es una señal clara de la amenaza que
acecha al ecosistema de Oriente Medio: el cambio climático y la desertificación podrían cebarse con
la zona.
Si a esto le sumamos la calidad deteriorada de las aguas del Jordán, tenemos los ingredientes
necesarios para una catástrofe climática que, sin duda, llevará a más conflictos, disputas y guerras.
Todo esto simplemente supondría un añadido a las ya deterioradas relaciones entre los países de la
zona: las tensiones empezaron a principios del siglo XX y no hay señales de que vayan a desaparecer
pronto.