Criado por albagomezbarrena17
aproximadamente 10 anos atrás
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Merano-Untermais Pensión OttoburgEstimada Frau Mílena:Acaba de cesar una lluvia que se prolongó por espacio de dos días y una noche. Es probable que sólo se haya detenido por un rato, pero de todas maneras es un acontecimiento digno de ser celebrado. Y eso es lo que estoy haciendo al escribirle. Sin embargo, hasta la lluvia era soportable, porque aquí uno está en el extranjero, extranjero sólo en cierta medida, pero con todo hace bien al corazón. Si mi impresión fue correcta (un pequeño encuentro aislado, semimudo, parecería ser inagotable en el recuerdo), usted también disfrutaba de la sensación de ser extranjera en Viena, aunque más tarde las circunstancias generales hayan ensombrecido ese placer. Pero ¿no disfrutó usted de lo desconocido como tal? (Cosa que, dicho sea de paso, puede ser un mal síntoma, un síntoma que no debería presentarse.) Yo lo paso bastante bien aquí. Difícilmente pueda el cuerpo mortal soportar más cuidados. El balcón de mi pieza está inmerso en un jardín rodeado, desbordado de arbustos en flor (la vegetación es muy curiosa aquí: con una temperatura que en Praga casi congelaría los charcos, ante mi balcón comienzan a abrirse las flores) y expuesto por completo al sol (mejor dicho, a un cielo densamente nublado, desde hace casi una semana). Me visitan lagartijas y pájaros, parejas desparejas. ¡Me gustaría tanto que viniera a Merano! Hace poco me hablaba usted, en una carta, de atmósfera irrespirable. La imagen y el sentido están muy próximos en ese caso y ambos podrían mejorar un poco aquí.Con los más afectuosos saludosSuyo, F. Kafka
Fragmento de CARTAS A MILENA (Franz Kafka)
Este es el único medio moral de fundar la familia, de conservar la especie y suplir las imperfecciones del individuo, que no puede bastarse así mismo para llegar a la perfección del género humano. Este no existe en la persona sola sino en la dualidad conyugal. Los casados deben ser y serán sagrados el uno para el otro, aún más de los que es cada uno para sí. El hombre cuyas dotes sexuales, son principalmente el valor y la fuerza, debe dar y dará a la mujer protección, alimento y dirección; tratándola siempre como la parte más delicada, sensible y fina de sí mismo y con la magnanimidad y benevolencia generosa que el fuerte debe al débil, esencialmente cuando este débil se entrega a él y cuando por la sociedad, se le ha confiado. La mujer cuyas principales dotes son, la abnegación, la belleza, la compasión, la perspicacia y ternura, debe de dar y darán al marido obediencia, agrado asistencia, consuelo y consejo, tratándolo siempre con la veneración que se debe de dar a la persona que nos apoya y defiende y con la delicadeza de quien no quiere exasperar la parte brusca irritable y dura de sí mismo. El uno y el otro se deben y tendrán respeto, diferencia, fidelidad, confianza y ternura, y ambos procurarán que lo que el uno no esperaba del otro al unirse con él no vayan a desmentirse con la unión. Ambos deben prudenciar y atenuar sus faltas. Nunca se dirán injurias porque las injurias entre casados deshonran al que las vierte y prueba su falta de tino o de cordura en la elección, ni mucho menos maltratarán de obra porque es villano y cobarde abusar de la fuerza. Ambos deben prepararse con el estudio y amistosa mutua corrección de sus defectos a la suprema magistratura de padres de familia, para que cuando lleguen a serlo, sus hijos encuentren el buen ejemplo y una conducta digna de servirles de modelo. La doctrina que inspiren a estos tiernos y amados lazos de sus afectos hará suerte próspera o adversa; y la felicidad o desventura de los hijos será la recompensa o el castigo, la ventura o desdicha de los padres. La sociedad bendice, considera y alaba a los buenos padres, por el gran bien que le hacen dándole buenos y cumplidos ciudadanos y la misma censura y desprecia debidamente los que por el abandono, por mal entendido cariño, o por su mal ejemplo, corrompen el depósito sagrado que la naturaleza les confió concediéndoles tales hijos. Y por último cuando la sociedad ve que tales personas no merecían ser elevados a la dignidad de padres sino que sólo debían haber vivido sujetas a tutela, como incapaces de conducirse dignamente, se duele de haber consagrado con su autoridad, la unión de un hombre y una mujer que no han sabido ser libres y dirigirse por sí mismos hacia el bien.
“EPISTOLA DE MELCHOR OCAMPO”
Usada en el registro civil cuando dos personas contraen matrimonio.
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