Criado por nivardo rodriguez
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INTRODUCCIÓN La multiplicidad de voces que dicen definir el concepto de izquierda, en el ámbito político, hizo parecer absurdo siquiera buscar una definición definitiva. En un artículo aparecido en Nueva Sociedad hace algunos años el historiador venezolano Miguel Caballero, después de, según señala, haber buscado la definición de izquierda por mucho tiempo, sostenía que: "…no existe una definición política de la izquierda, por la sencilla razón de que no es un concepto político sino puramente espacial, y el problema planteado sería equivalente al de quien pretendiese medir las ideas por metros." "…un concepto demasiado estático y una realidad demasiado dinámica." Al tomar Miguel Caballero el concepto de izquierda como un concepto unívoco (“puramente espacial”), es lógico que lo creyera estático y que pensara que es indefinible si se toma únicamente la idea de que la izquierda de hoy no es la de ayer. Pero el análisis lógico y el uso histórico del mismo refutan esta opinión. Incluyendo o no a Caballero, muchos escritores y agentes (políticos) dieron pie a mantener la indefinición del concepto de izquierda en sentido político no tanto por una convicción teórica, como por conveniencia pragmática. La confusión, en este sentido, conviene desde hace mucho a grupos conservadores al darles la posibilidad de identificarse con la izquierda; debido a que en determinados momentos nadie quiere identificarse con la derecha. Veamos cómo se resuelve el problema de la supuesta indefinición del concepto de izquierda política desde el materialismo filosófico propuesto. El primer problema que atraviesan las dudas sobre estos conceptos se dan con el fin de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. El siguiente video elaborado hace 9 años daba una perspectiva difícil para el socialismo e izquierda internacional.
La Izquierda Históricamente, el concepto de izquierda en el ámbito político es válido recién desde su empleo en la Asamblea Revolucionaria de la Francia de 1789. Los conceptos “izquierda” y “derecha” fueron conceptos topográficos en esa época; pues la idea consistía en diferenciar políticamente a los grupos que se sentaban a la derecha del presidente y los que lo hacían a la izquierda. Eso significa que hay una relación espacial inicial que sirve para esa distinción política bajo el empleo de ambos conceptos (izquierda y derecha) en esta génesis. En ese sentido, el concepto parecería relacional y no unívoco, pero si se atiende a la doctrina que esgrimían y no a la “denominación” que recibieron, es decir al contenido y no al término, los que estaban a la izquierda representaban “la soberanía del pueblo”, mientras que los de la derecha “al Trono y al Altar”. Tenemos así en derecha e izquierda dos casos de conceptos unívocos absolutos, en una primera instancia y relacionales en una segunda. Si el espacio conceptual político-ideológico se configura a partir de la idea de izquierda y derecha (o que la comprensión de izquierda o de derecha determina la relación amigo-enemigo), se puede entender que la idea absoluta de izquierda se extienda en el tiempo. Incluso a personajes del siglo XX. Sartre, por ejemplo, consideró que cualquier postura, así esta se considere neutra, frente las contradicciones del sistema capitalista, siempre influía políticamente, y que, en consecuencia, el apoliticismo o el quietismo eran parte del paquete de intereses capitalistas por lo que el “compromiso” a la causa era la única posibilidad. Es decir, izquierda frente a no izquierda. Varios grupos locales de hoy en día creen en una situación maniquea del posicionamiento político al tildar al quietismo como actitud reaccionaria, o apelar a la sensibilidad, la filantropía, el progresismo, etc. Si se toma el concepto izquierda en un sentido no unívoco sino relacional (aunque algunos conceptos relacionales pueden ser también unívocos) se puede pensar primero en un formato posicional precisamente por su cualidad espacial primitiva. Hay una conexión entre el concepto unívoco absoluto y el concepto relacional, pues en un concepto unívoco absoluto se determinan positivamente las cualidades internas, pero al determinar las externas aparece un esquema interesante. La idea de izquierda política depende de la idea de derecha política. Ambos conceptos son contrarios pero no contradictorios (como sería izquierda frente a no-izquierda).
La característica de la función izquierda política tal y como la plantea Bueno es el “racionalismo universalista”, y universalista en el sentido del “socialismo racionalista”. En el concepto de izquierda el racionalismo ya implica la universalidad. Por eso la racionalidad de la izquierda que consideremos, para ser tal, necesariamente debe ser universalista y no particularista. Se supone que el racionalismo es universal y que se puede aplicar a cualquier sociedad humana desde que éstas existen, sin implicar esto que esa racionalidad o racionalismo no se produzca en medio de “nebulosas mitológicas” –como señala Gustavo Bueno. Hay que considerar que Bueno no se está refiriendo a una racionalidad o racionalismo efectivo o en sí, sino a una racionalidad lógica, a una virtualidad o fuerza potencial, lo mismo que la característica de universalismo. Este racionalismo plantea un alejamiento de las posturas que no consideren el mundo de los hombres dentro de un logos de construcciones teóricas elaboradas, a partir de cuerpos, por sujetos operatorios. En un momento dice: “La racionalidad lógica es, desde una perspectiva materialista, una racionalidad dialéctica.” La racionalidad propuesta así no es la racionalidad occidental o andina, sino la común a la especie, expresión de la facultad de poseer un cerebro humano. Ahora bien, ésta característica no queda subsumida en esa racionalidad materialista. Si la racionalidad es universal esto no significa que todo lo universal sea racional. Por eso, en esta función se persigue que un determinado proyecto contemple ambos aspectos. Un proyecto racional pero sin universalidad, es decir, excluyente, no puede ser de izquierda. Como en los aspectos de correlación de fuerzas hay espacios ideológicos que copar. Por una correlación, se consideraría que la función derecha política, tiene como características “el concepto de «intuicionismo praeterracional» y el de particularismo”.
Generaciones de izquierda y otras aplicaciones Ese Estado político, radicalmente distinto al absolutista, el Estado-Nación, fue el parámetro de las distintas formas que adquirieron las izquierdas subsecuentes desde su aparición: el parámetro sobre el que fluctúan las distintas modulaciones del concepto izquierda política. Cada izquierda es diferente de las otras, pero se relacionan estrechamente con la nación, con su consolidación, reforma o desaparición. Las modulaciones más relevantes están dadas, en el esquema de Bueno, por seis generaciones. La primera generación de valores de izquierda, la de los revolucionarios, está dada precisamente bajo la concepción del parámetro inicial de nación política. Es la “izquierda nacional republicana” (“izquierda política”) cuyos valores se mantienen a pesar de las sucesivas generaciones que modificaron el contenido pero mantuvieron ciertos valores traducidos en conceptos específicos, como el oponerse siempre al régimen conservador. Aparece, a decir de Bueno, por un proceso dialéctico. Como lo es la “liquidación” del Antiguo Régimen, que implica la primera globalización (universalización) de la humanidad y que constituye el momento en que por primera vez se puede hablar de humanidad no como una clasificación sino como “totalidad atributiva”. En este caso el Estado, que es la forma que toma la nación política, no es el resultado de un proceso evolutivo de una sociedad étnica. La nación política tiene la fisonomía del Estado porque procede del Antiguo Estado. Es una “refundición anamórfica” de sus partes pasada por la “razón práctica”. La racionalidad política alcanza un nivel nunca antes visto. Se eleva el concepto de ciudadanía como el criterio de igualdad de los diferentes elementos (antes súbditos) que constituían el “pueblo” del antiguo régimen. La condición de racionalidad de todos los seres humanos depende de su calidad como ciudadanos bajo la determinación de una república censitaria aunque la idea de “hacer a todos los hombres letrados” sea una aspiración filosófica de fondo a la que la nación no renuncia. En todo caso es interesante observar que los valores de esta primera generación serán valores que hasta hoy tienen plena vigencia en ciertas izquierdas. Así, la izquierda de primera generación se instituye en la medida de la nación política y en la subversión del orden. Si el antiguo régimen se gobierna bajo la doctrina cristiana (la idea de que todo poder viene de Dios, siguiendo a Pablo), la nación es laica. En la nación política, que es republicana, será la razón, evidentemente a través de la soberanía, la que determine las leyes. La nación, que es una “realidad abstracta” producida como categoría política “racional” (“cerrada”), como nación política, tiene razón de ser en un mundo de naciones políticas. Dado el fenómeno francés, serán los imperios de la época los susceptibles de convertirse en naciones políticas en un proceso de universalización. Es decir que la noción de nación política es abstracta en su entorno. Y con relación a su dintorno Bueno establece que la necesidad, principalmente de comercio, revela de algún modo la “artificiosidad de las propias naciones políticas”.
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