Criado por edgar alvarez
mais de 5 anos atrás
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Los maestros tomamos miles de decisiones durante una jornada laboral, muchas de ellas desde la intuición. La mayoría de las veces estas decisiones no son un acto plenamente consciente, ni fruto de un razonamiento lógico.
Esto es así, por diversos motivos, entre ellos, porque los humanos funcionamos de esta forma; y está bien que sea así. Ahora bien, sabemos que en toda decisión se expresa un proyecto educativo, una idea sobre la persona, la sociedad; también se expresa una concepción sobre cómo se aprende. Justamente por esto vale la pena pensar sobre nuestras decisiones, a poder ser en compañía de otras compañeras y compañeros.
Aprender es convivir con propósitos. Convivir comprendiendo el mundo supone un compromiso individual con objetivos colectivos. Este compromiso individual supone cultivar un interés por comprender a los otros. Comprender a los otros pide mucha comunicación y respeto. Sabemos que, cuando se trata de construir conocimiento, la comunicación ha dejado de ser unívoca. https://www.youtube.com/watch?v=9ydikxGHGOM
Los humanos nos comunicamos en cuanto encontramos sentido para hacerlo. Lo hacemos, conversando, escribiendo, leyendo, dibujando, conectándonos a Internet... realizando artefactos. Por esto es tan importante construir con el alumnado el sentido de lo que se hace. El hecho de escribir para comunicar, o de dibujar para comunicar, o de hacer una maqueta, nos hace mejorar un puñado de habilidades más o menos técnicas.
La finalidad de la educación es conseguir que los chicos y la chicas adquieran las herramientas necesarias para comprender el mundo en el que están creciendo y que les guíen en su actuar; poner las bases para que lleguen a ser personas capaces de intervenir activa y críticamente en la sociedad plural, diversa, y en continuo cambio, que les ha tocado vivir. Además de desarrollar los conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes (el saber, el saber hacer, el saber ser, el saber estar) necesarios. Los chicos y la chicas han de aprender a movilizar todos estos recursos personales (saber actuar) para conseguir una realización personal llegando a ser personas responsables, autónomas e integradas socialmente, para ejercer la ciudadanía activa, incorporarse en la vida adulta de manera satisfactoria, ser capaces de adaptarse a nuevas situaciones y de desarrollar un aprendizaje permanente a lo largo de la vida.
Entender al alumno como sujeto de los procesos de aprendizaje es tanto como reconocer que éste sabe cosas, que tiene unos intereses, unas preferencias, unas formas de hacer, de mirar, de relacionarse, una ideología. Es entender al alumno como un ser lleno de potencialidades que se precisan desarrollar, mejorar, ampliar. Excepto en casos muy excepcionales, todos los niños y las niñas poseen estas potencialidades.
A su vez, nadie nace enseñado. Como decía el poeta: “se hace camino al andar”; por tanto, nuestra función de maestros es muy importante para el desarrollo de nuestros alumnos. Las vivencias que ellos tengan en su paso por la escuela, influirán sobre su identidad, sobre sus preferencias, sus rechazos, su espíritu crítico,... Los maestros tenemos la responsabilidad de ampliar y potenciar lo que ellos y ellas ya traen, también de introducirles nuevos intereses. Sabemos que la construcción de conocimiento es un acto social porque es una acción comunicativa. La comunicación exige ser dos, como mínimo.
La educación del siglo XXI está experimentando, desde hace algún tiempo, una serie de transformaciones tanto dentro como fuera del salón de clase. A pesar de los cambios en el campo educativo, conocer y entender el proceso de enseñanza-aprendizaje es clave para crear una efectiva acción pedagógica. Para construir un aprendizaje significativo en los estudiantes, los docentes debemos dar respuesta a tres cuestiones claves: ¿quién aprende? ¿cómo aprende? y ¿qué, cuándo y cómo evaluar? Un adecuado proceso de enseñanza-aprendizaje nos ayudará a responder y actuar ante estos retos educativos.
Probablemente, como docentes en algún momento hemos escuchado en educación sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje, pero ¿sabes qué es exactamente? Empezaremos por definir los dos términos que la componen:
Proceso de enseñanza: En esta parte del proceso la tarea más importante del docente es acompañar el aprendizaje del estudiante. La enseñanza debe ser vista como el resultado de una relación personal del docente con el estudiante. El docente debe tomar en cuenta el contenido, la aplicación de técnicas y estrategias didácticas para enseñar a aprender y la formación de valores en el estudiante.
Proceso de aprendizaje: De acuerdo a la teoría de Piaget (1969), el pensamiento es la base en la que se asienta el aprendizaje, es la manera de manifestarse la inteligencia. La inteligencia desarrolla una estructura y un funcionamiento, ese mismo funcionamiento va modificando la estructura. La construcción se hace mediante la interacción del organismo con el medio ambiente. En este proceso de aprendizaje, las ideas principales que plantea esta teoría son:
El encargado del aprendizaje es el estudiante, siendo el profesor un orientador y/o facilitador. El aprendizaje de cualquier asunto o tema requiere una continuidad o secuencia lógica y psicológica. Las diferencias individuales entre los estudiantes deben ser respetadas. Como docentes, es necesario comprender que el aprendizaje es personal, centrado en objetivos y que necesita una continua y constante retroalimentación. Principalmente, el aprendizaje debe estar basado en una buena relación entre los elementos que participan en el proceso: docente, estudiante y compañeros.
¿Cómo funciona el proceso de enseñanza-aprendizaje? El aprendizaje y la enseñanza son procesos que se dan continuamente en la vida de todo ser humano, por eso no podemos hablar de uno sin hablar del otro. Ambos procesos se reúnen en torno a un eje central, el proceso de enseñanza-aprendizaje, que los estructura en una unidad de sentido. El proceso de enseñanza-aprendizaje está compuesto por cuatro elementos: el profesor, el estudiante, el contenido y las variables ambientales (características de la escuela/aula). Cada uno de estos elementos influencia en mayor o menor grado, dependiendo de la forma que se relacionan en un determinado contexto.
Al analizar cada uno de estos cuatro elementos, se identifican las principales variables de influencia del proceso enseñanza-aprendizaje: Estudiante: capacidad (inteligencia, velocidad de aprendizaje); motivación para aprender; experiencia anterior (conocimientos previos); disposición; interés y; estructura socioeconómica Conocimiento: significado/valor, aplicabilidad práctica Escuela/aula: comprensión de la esencia del proceso educativo Docente: relación docente-estudiante; dimensión cognoscitiva (aspectos intelectuales y técnico-didácticos); actitud del docente; capacidad innovadora; compromiso con el proceso de enseñanza-aprendizaje.
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