Criado por DAVID GUTIÉRREZ RODRÍGUEZ
quase 4 anos atrás
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LA NOVELA de preguerra HASTA 1939 Nos situamos a finales del s.XIX y principios del XX. La Restauración (1874-1923) fue un periodo de relativa estabilidad que generó problemas en todos los ámbitos: políticos,sociales, económicos, educación y en general una crisis existencial y de valores a los que se sumó el llamado “desastre del 98” (pérdida colonias). Ante esta situación,la generación finisecular o del 98 reaccionó y adoptó una postura muy crítica para intentar que los españoles tomaran conciencia y salieran de ese estancamiento. La producción de novelas en este periodo es extensa y variada en temas y estilos. Las innovaciones novelescas de principios del siglo XX fueron consecuencia de la visión pesimista y el mensaje de frustración y desesperanza. Tienen un objetivo: romper el Realismo. La irrupción del subjetivismo y una clara voluntad artística son los rasgos esenciales de la novela del grupo del 98. En sus novelas no hay una visión objetiva de la realidad, las obras ya no son un vehículo para reflejar la sociedad sino un instrumento para plasmar la angustia existencial y las preocupaciones. El más claro ejemplo de la narrativa modernista está representado por el conjunto de las cuatro Sonatas de Ramón Mª del VALLE-INCLÁN, escritas entre 1902 y 1905. Con un arte refinado y un estilo exquisito, representan al decadente Marqués de Bradomín, un “don Juan feo, católico y sentimental”. Valle-Inclán se burla de los tópicos que atormentaban al hombre de fin de siglo: la muerte, la religión, la superstición. Personajes aristocráticos, ambiente señoriales y tiempos pretéritos no hacen sino incidir en el intento modernista de “escapar” de la desastrosa realidad y se opone al realismo y el naturalismo decimonónicos. Los autores del 98 introducen elementos líricos, visiones poéticas de la realidad, también lo grotesco o lo absurdo. No respetan necesariamente la necesidad de contar una historia. A medio camino entre el ensayo y la narrativa está José Martínez Ruiz “AZORÍN”, cuyas obras más interesantes son La voluntad o Las confesiones de un pequeño filósofo. Miguel de UNAMUNO también se acerca al ensayo y sus temas más frecuentes son “ hambre” de Dios, los problemas existenciales y la España de principios del siglo. Destacan sus obras Paz en la guerra, Amor y pedagogía, Niebla y San Manuel Bueno mártir. También de esta generación es PÍO BAROJA, el novelista por antonomasia de la época. Camino de perfección o El árbol de la ciencia, obras destacadas donde sus personajes se caracterizan por la inadaptación social. Con la llegada a España de las diversas vanguardias, aparece una novela con rasgos diferentes, muy intelectuales y líricas; nos referimos a las obras del llamado Novecentismo o Generación del 14. En ellas domina la pulcritud, el equilibrio. Se trata de la literatura para minorías y que huye de lo fácil en el lenguaje. Tres son los autores más representativos de esta tendencia: GABRIEL MIRÓ (Las cerezas del cementerio, El obispo leproso), Ramón PÉREZ DE AYALA (Belarmino y Apolonio, Luna de hiel, Tigre Juan) y Ramón GÓMEZ DE LA SERNA (Las viuda blanca y negra, El novelista). A finales de los años 20, la prosa termina por dar el paso hacia la narrativa del todo vanguardista con la consideración de que la obra de arte no debe mostrar las preocupaciones morales sociales y políticas de los autores. Nos referimos a la obra en prosa del 27, donde lo importante es la originalidad, la fantasía y la imaginación, el humor y la ironía. Destacamos aquí a BENJAMÍN JARNÉS (Escenas junto a la muerte), FRANCISCO AYALA (Cazador en el alba) y MAX AUB (Fábula verde). A partir de 1925 comienzan a aparecer una serie de relatos y comprometidos socialmente en los que se tiende a una presentación realista de las situaciones y personajes, con una prosa sobria y directa, alejada del estilo metafórico de las vanguardias; en definitiva, centrarse en la vida cotidiana. De entre estos novelistas, destacamos a RAMÓN J. SENDER (La noche de las cien cabezas, Siete domingos rojos). Durante la Guerra Civil, aunque la producción novelística no se detiene, es inferior a la de la poesía. En la zona republicana aparecen novelas de SENDER (Contraataque), y de HERRERA PETERE (Cumbres de Extremadura). En el bando nacionalista escribieron relatos de ideología afín a los sublevados CONCHA ESPINOSA (Retaguardia) o AGUSTÍN DE FOXÁ ( Madrid, de corte a cheka).
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