Kiej de los Bosques nace en 1993 como una iniciativa de su fundadora, María Pacheco, y un grupo de 10 agricultores. Para entonces ella se dedicaba al cultivo de vegetales orgánicos y su principal interés era la conservación del medio ambiente por lo que decidió capacitar a los agricultores en prácticas de agricultura orgánica. Poco después de comenzar a trabajar, María se dio cuenta de que ese modelo no sería viable, ya que las tierras de la comunidad de San Martín Jilotepeque en Chimaltenango, eran demasiado inclinadas y no permitían la creación de terrazas y el riego necesario para el cultivo a mediana y gran escala, pero si la hacían óptima para la producción forestal. Con base en este potencial, desarrollaron una cadena productiva forestal que les permitía producir y comercializar los productos del bosque y como resultado aumentar sus ingresos y mejorar la calidad de vida de sus familias. Así es como nace Kiej, que significa “el venado”, guardián de los bosques, y además, el nahual de la fundadora, quien nació en el día de Kiej, según el calendario maya. COMPETITIVIDAD A NIVEL RURAL, UN MODELO INNOVADOR DE DESARROLLO SOSTENIBLE El modelo de desarrollo rural creado por Kiej de los Bosques se basaba en el concepto de dar, pero no dar cosas materiales para que la gente esté bien durante un tiempo corto, sino “dar oportunidades para que la gente pueda surgir por sí misma” y estar bien en el largo plazo. Kiej buscaba en las comunidades donde llegaba, tres elementos principales: potencial productivo, conocimiento y capacidad local y el deseo de acabar con la pobreza. Las primeras preguntas que se hacía María al llegar a una nueva comunidad eran: ¿cuál es la vocación natural de estas tierras y de esta gente? ¿Para qué son especialmente buenos? ¿Tienen los miembros de la comunidad el deseo de superarse y salir de la pobreza? Esta última pregunta era especialmente importante porque a pesar de que Kiej pudiera brindarles toda la asesoría y el apoyo, eran los propios vecinos los que iban a tener en sus manos el éxito o fracaso de la iniciativa. Kiej ha apoyado el desarrollo de nueve comunidades rurales de Guatemala (3 de San Martín Jilotepeque en Chimaltenango, 5 de Jocotán en Chiquimula y 1 de San Juan la Laguna en el lago Atitlán) y la creación de asociaciones y empresas comunitarias. Tres comunidades de San Martín Jilotepeque trabajaron en conjunto con el equipo de Kiej de los Bosques para crear una cadena forestal verticalmente integrada. Esta cadena comenzaba con un vivero que brindaba las semillas para 300 pequeñas plantaciones forestales. El proceso de siembra y tala se basaba en un manejo forestal (eco granjas) que le permitiría a la comunidad darle sostenibilidad al modelo en el tiempo. Después que la madera era cortada, se llevaba al aserradero y posteriormente a la carpintería (ambos propiedad de los miembros de la comunidad) en donde era convertida en productos de alto valor agregado como azafates, mesitas y elementos decorativos. El proyecto inició con 10 agricultores de una comunidad y se convirtió en una industria forestal que involucra a una asociación de productores y productoras Tikonel, que integra a 250 familias de tres comunidades: Sacalá, Chuisac y Pachay y que incluía, a finales del 2004, 40,000 plantas, 300 plantaciones forestales, 200 parcelas agro-forestales y un valor agregado proyectado al 2011 de Q13 millones En el 2001, después de ver el éxito que el modelo de desarrollo rural había tenido en San Martín, María y su equipo deciden visitar los municipios de Jocotán y Camotán, que en ese momento estaban sufriendo una hambruna terrible. Los líderes de la zona, expresan que lo que realmente quieren es apoyo en procesos de comercialización de sus productos artesanales y apoyo en procesos productivos. Es con este mandato de los líderes, que Kiej gestiona un programa de Reducción de vulnerabilidad y riesgos para comunidades de Jocotán, con ICCO, agencia de Cooperación Holandesa. El proyecto fue presentado para iniciar la recuperación del ecosistema, a través del establecimiento de plantas nativas, con un pago de incentivos forestales a la gente, y con huertos familiares con riego para mejorar la seguridad alimentaria. Un pequeño componente fue el de comercializar productos. El Programa arrancó en Noviembre 2001, con una campaña navideña para vender canastos de Jocotán. Esta campaña logró vender 4,000 canastos en un mes, lo que permitió que 100 familias tuvieran ingresos de $100/mes (comparado a los $5/mes de sus mercados previos). Después de unos pocos meses, la comunidad Chortí, organizada con la ayuda de Kiej de los Bosques, formó una asociación comunitaria llamada Ajpatnar Chortí, así como la empresa Nativos, dedicada a la siembra de plantas nativas como la palma y a la creación de productos de fibra natural. Esta industria le permitió a las familias generar ingresos inmediatos para comprar comida, cuidar de la salud de sus parientes y comprobar que tenían la capacidad de “crear magia” y hacer realidad uno de los enunciados de Kiej de los Bosques: “Llevando la magia del campo a la gente de la ciudad y el desarrollo a la gente del campo”. Después de meses de trabajo, los productos de Nativos estaban posicionados en Cemaco, Kalea, Hiper Paiz y Flower Express, entre otros. Unos meses más tarde y gracias al apoyo de Andrés Botrán y Lorena Vásquez, Kiej logra que la industria licorera le compre a Nativos las fundas para el ron Zacapa Centenario. La primera cuota fue de 2,000 unidades y unos años más tarde correspondía a 23,000 fundas mensuales, con lo que se generaron más de 450 empleos en estas comunidades rurales. Esta alianza permite que las familias pasaran de tener ingresos mensuales de $5 a un promedio de $60, trabajando de 3-5 horas diarias. En San Juan La Laguna la comunidad maya Tzutujil, existía una organización de mujeres denominada Lema que, con apoyo de la Fundación Solar, se encargaba de promover la conservación del medio ambiente y al mismo tiempo trabajar en el tejido de textiles.A solicitud de la Fundación Solar, María y su equipo apoyaron a la asociación lema, dedicada a la producción de hamacas, cojines, manteles y muchos otros productos textiles y lograron de esta forma insertar los productos en tiendas importantes en la ciudad de Guatemala
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