Criado por Carla Cazarin
aproximadamente 8 anos atrás
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Qué es La cirrosis es la inflamación intersticial del hígado. Se trata de una enfermedad crónica e irreversible que provoca fibrosis y nódulos entre las células del hígado, lo que provoca cambios en la estructura del hígado y en sus funciones, ya que la circulación de la sangre está bloqueada. Si la cirrosis es muy avanzada, puede llegar a provocar insuficiencia hepática o cáncer de hígado. Causas las causas más comunes de la cirrosis son: Infección por el virus de la hepatitis B o de la hepatitis C. Enfermedades autoinmunitarias del hígado como la hepatitis autoinmunitaria, la cirrosis biliar primaria o la colangitis esclerosante primaria. Enfermedades del hígado graso no alcohólico, que puede darse en personas con obesidad. Enfermedades hereditarias metabólicas del hígado como la hemocromatosis, la enfermedad de Wilson o la deficiencia de antitripsina. Exposición prolongada al alcohol que provoca la inflamación del hígado. Síntomas En los primeros estados de la patología muchos de los pacientes no presentan síntomas. Según avanza la enfermedad, pueden empezar a detectarse los siguientes: Debilidad y fatiga. Pérdida de apetito y de peso. Náuseas y vómitos. Dolor e hinchazón abdominal. Los vasos sanguíneos adquieren forma de araña en la superficie de la piel. En estados avanzados de la enfermedad, también se pueden empezar a presentar síntomas más graves: Edemas y ascitis. Moretones y hemorragias frecuentes. Hipertensión portal: es un aumento de presión sanguínea en la vena porta, la cual conecta los intestinos y el bazo con el hígado. Aparición de varices esofágicas y gastropatía. Esplenomegalia. Ictericia: ocurre cuando un hígado enfermo no elimina suficiente bilirrubina de la sangre, lo que hace que la piel y el blanco de los ojos adopten un tono amarillento, así como un oscurecimiento de la orina. Cálculos biliares. Mayor sensibilidad a los medicamentos. Encefalopatía hepática. Diabetes tipo 2: la cirrosis provoca resistencia a la insulina, lo que acaba provocando un exceso de glucosa en el torrente sanguíneo. Cáncer de hígado. Tipos Dependiendo de la causa, se pueden distinguir entre varios tipos de cirrosis: Cirrosis alcohólica: provocada por un consumo excesivo de alcohol, daña al hígado de forma general. Hepatopatía grasa no alcohólica: la acumulación de grasas en las células del hígado crea una fibrosis. Cirrosis vinculada a la hepatitis: la hepatitis B o C de un paciente acaba generando fibrosis en el hígado. Cirrosis criptogénica: se desconoce qué causa la fibrosis. Cirrosis biliar primaria: un fallo del sistema inmunológico hace que este ataque a las células que revisten las vías biliares del hígado. Colangitis esclerosante primaria: las vías biliares se hinchan y presentan fibrosis, lo que hace que queden obstruidas. Cirrosis biliar secundaria: surge como consecuencia de la obstrucción de las vías biliares. Diagnóstico En primer lugar, el médico realiza una anamnesis para buscar signos de cirrosis. La decisión de llevar a cabo este examen suele basarse en determinar que el paciente se encuentra en riesgo de sufrir una cirrosis, por ejemplo, si presenta un problema de alcoholismo u obesidad.Para estudiar el hígado se realizan otras pruebas como una ecografía, una elastografía por resonancia magnética, una tomografía computarizada o una resonancia magnética.Por último, para confirmar el diagnóstico, se realiza una biopsia para obtener una muestra de tejido hepáticoRECOMENDACIONES NUTRICIONALES Las recomendaciones generales para personas con enfermedad hepática grave incluyen: Consuma grandes cantidades de alimentos con carbohidratos. Los carbohidratos deben ser la mayor fuente de calorías en esta dieta. Consuma una ingesta moderada de grasas, como lo indique el proveedor de atención. El incremento de carbohidratos y grasas ayuda a prevenir la descomposición de las proteínas en el hígado. Coma aproximadamente 1 gramo de proteína por kilogramo de peso corporal. Esto significa que un hombre de 154 libras (70 kilogramos) debe comer 70 gramos de proteína por día. Esto no incluye la proteína proveniente de alimentos con almidones y verduras. Una persona con daño hepático grave posiblemente deba consumir menos proteína. Hable con su proveedor de atención sobre sus necesidades proteínicas. Tome suplementos vitamínicos, en especial vitaminas del complejo B. Reduzca la cantidad de sal que consume (normalmente menos de 1,500 miligramos por día) si está reteniendo líquidos.
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