Criado por Andrea García
quase 8 anos atrás
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Immanuel Kant vivió en el siglo XVIII, coincidiendo con la independencia de los Estados Unidos, la Revolución Francesa y los inicios de la Revolución Industrial. Estos cambios estuvieron vinculados a la consolidación del capitalismo y al ascenso social y político de la burguesía, que impuso un nuevo modelo cultural: la Ilustración (Siglo de las Luces o Iluminismo). Kant compartió con el resto de los ilustrados los ideales de tolerancia, igualdad, libertad y progreso de la humanidad, de los que se hizo eco en sus obras, donde describe la Ilustración como aquella actitud mental por la que el hombre se decide a "salir de su minoría de edad [...] utilizando su razón sin ayuda de otro". En el terreno político, predomina el despotismo ilustrado, sistema en el que los monarcas aplicaban las reformas sociales propugnadas por los ilustrados, pero sin contar con la participación popular. En Prusia, el prototipo de monarca ilustrado fue Federico II el Grande -muy admirado por Kant- protector de la libertad de pensamiento. La Encicopedia, que defendía los principios de tolerancia, cosmopolitismo y respeto a la dignidad del ser humano, es la mejor expresión de los ideales ilustrados. Con la Ilustración culmina el movimiento de secularización característico de la Edad Moderna: la razón se libera de cualquier tutela política o religiosa. Todos los ilustrados mantuvieron el ideal del progreso: pensaban que los avances educativos, científicos y tecnológicos harían posible una humanidad más justa e igualitaria. Así, Kant proponía fundar una Sociedad de Naciones que acabara con la rivalidad entre los Estados. En el terreno científico, la física de Newton (adoptada por Kant como modelo de conocimiento científico riguroso) culminaba la obra de Copérnico, Kepler y Galileo, con una concepción de la ciencia basada en la combinación de la experimentación y el cálculo matemático. En este siglo, la ciencia avanzó de forma considerable. El contexto filosófico en el que se va a desarrollar la filosofía de Kant está dominado por el enfrentamiento entre racionalistas y empiristas, que mantenían concepciones diferentes del conocimiento humano: mientras que los racionalistas sustentaban todo el conocimiento en principios procedentes de la razón, los empiristas apoyaban su explicación del conocimiento en los datos de la experiencia. Kant, educado en el racionalismo pero sensible a los argumentos del empirismo, sintetizará ambas corrientes en su filosofía transcendental. Desde el racionalismo dogmático alemán, Wolff mantenía la posibilidad de la metafísica, es decir, de un saber a priori, independiente de la experiencia, acerca del alma, del mundo y de Dios. Desde el empirismo, Hume, al fundar el conocimiento humano a posteriori, en la experiencia, consideraba la metafísica una ciencia imposible. En el ámbito religioso destacan tres corrientes: el deísmo de Voltaire, que mantenía una religión natural, válida para todos los seres humanos y sin dogmas; el pietismo, secta protestante que basaba la religión en la reflexión personal y en la práctica de la virtud; y el ocultismo místico de algunos teósofos, que significó el contrapunto a la filosofía de las luces. Respecto a la Ilustración alemana, debemos destacar que la fragmentación en pequeños principados, el humanismo protestante y la libertad de conciencia, hicieron que se diferenciase notablemente de la francesa e inglesa. No obstante, la influencia que ejercieron el pensamiento inglés y el francés fue importante. Su espíritu académico se caracterizó por ser claro y sistemático. Los ilustrados alemanes se preocuparon principalmente por la filosofía de la religión, la metafísica y la educación. Entre los pensadores que más influencia ejercieron en la Ilustración germana podemos destacar a Lessing y a Mendelssohn.
Kant nació en Königsberg (Prusia Oriental) el 22 de Abril de 1724. Su padre era un modesto comerciante llamado Georg Kant y su madre Anna Regina Reuter, de quien habla siempre con gran veneración. Ella le educó en un ambiente de religiosidad inteiorizada y le inspiró un profundo sentimiento de moral personal.En el colegio Fridericianum adquirió una sólida y clásica formación humanística y científica. El 1740 ingresó en la Universidad de Königsberg, donde asistió a cursos de Filosofía, Teología y Matemáticas bajo la dirección de Martin Knutzen, profesor de Lógica y Metafísica y gran admirador de Newton; por ello se inició no sólo en la Filosofía de Wolf, sino también en la ciencia física, astronomía y matemáticas. Adquirió, pues, buen conocimiento de la física de Newton, de la que recibió fuerte influencia, manifestada en numerosos escritos.Al terminar sus estudios, trabajaba duramente diez años como preceptor privado. A partir de 1755 enseña en la Universidad de Königsberg, durante 15 años, como profesor auxiliar. Fueron años fructíferos que corresponden al llamado " período precrítico".En 1770 obtuvo el nombramiento de profesor ordinario de lógica y metafísica. Kant se había ganado un merecido prestigio y popularidad como profesor, ya que era un hombre ameno y afable con sus alumnos y, preocupado por la didáctica; publicará algunos escritos pedagógicos. Junto a la docencia se dedica a una reflexión profunda y a una lenta elaboración de sus sistema. Será este año cuando se da la transición al "período crítico".A partir de 1797 abandona la cátedra a causa de su vejez, pues cayó en una debilidad senil que le privó de sus facultades. Muere el 12 de Febrero de 1804 y fue enterrado en las cercadas de la catedral. Su epitafio dice " El cielo estrellado y la ley interior", eco de una frase suya en la que señala las dos cosas que le conmovían profundamente, haciendo referencia a su vez a la ley del Universo de Newton y a la moral interior en la que tanto reflexionó.
Su obra es típicamente alemana, muy elaborada y un tanto nebulosa. Encerrado en su gabinete, donde pasó su larga vida de casi 80 años, cuidaba poco el filósofo del mundo banal, aun cuando lo frecuentaba con placer. Encasillado en su subjetividad, a la manera de Descartes, da a sus teorías una dirección muy distinta a la del filósofo francés. Descartes se adentra en su yo, pero ha de encontrar el camino para elevarse a Dios, y a un tiempo, para dar «certidumbre» al mundo físico o de la res extensa. Kant, encerrado en un mundo fenoménico, ha de descalificar la posibilidad de contactar con las cosas en sí mismas: las del mundo, la de Dios, la del alma. La filosofía de Kant no niega la existencia de Dios, ni un orden moral, ni la realidad pensable de un mundo físico. Lo que niega, (salvo en lo moral) es que la razón humana pueda trascender y llegar a esos entes en sí mismos: sean el “mundo”, “Dios” o el “alma”. Además, constituyó la idea de que el mundo, el sol y todos los planetasson complementarios unos con otros.Kant parte de la conciencia, de las representaciones fenoménicas del yo. Sean provenientes del mundo externoo interno. Y se aboca, desde un principio, a la estética trascendental.Kant entiende por sensación el efecto de un objeto sobre la facultad representativa, en cuanto somos afectadospor él. Se entiende que se prescinde por completo de la naturaleza del objeto afectante y que solamente sepresta atención al efecto que se produce en nosotros, en lo puramente subjetivo.La intuición empírica es una percepción cualquiera que refleja a un objeto, y así el conocimiento es como un“medio”. La intuición empírica es la que se refiere a un objeto, pero por medio de la sensación. El fenómeno esel objeto indeterminado de la intuición empírica. El objeto puede afectarnos y de él tenemos una representaciónfenoménica. Nada podemos saber del objeto en sí. La realidad de la cosa, en ella misma, es un noúmeno no alcanzable.Su pensamiento se divide en dos etapas: Periodo precrítico: Kant publicó gran número de tratados sobre temas de física, geografía, astronomía y filosofía, se nota en ellosla influencia del racionalismo de Leibniz y Wolff, del que Kant se alejó poco a poco; Abarca desde su primeraobra hasta, depende del libro que se consulte, que comienza a escribir la "Critica de la razón pura" (1770) ohasta que esta se publica (1781). Esta etapa a su vez se puede dividir en dos sub-etapas:•Periodo con interés por la física:En este periodo Kant intenta unificar el pensamiento de Leibniz con el de Newton, destaca la otra"Pensamientos sobre el verdadero valor de las fuerzas vivas" (1747), su primera obra, e "Historia naturaluniversal y teoría de los cielos" (1755) en la que se adelanta la teoría del origen del universo de Laplace.Periodo con interés por la filosofía:En este periodo Kant se empapa de las ideas de los ilustrados franceses e ingleses, en especial de Hume y de Rousseau. Kant se alejará del racionalismo y se sentarán las bases del pensamiento crítico. Destaca la obra"principios formales del mundo sensible e inteligible", en la que distingue entre mundo sensible e inteligible y entre conocimiento sensitivo e intelectual (algo parecido a Platón) Periodo crítico: Kant se encontraba en posesión de lo esencial de la filosofía crítica. Durante casi diez años, meditó y desarrolló su sistema sin publicar nada. En 1770, Kant decide solucionar el gran problema de la filosofía: "¿es la metafísica una ciencia?", esto le ocupará 10 años, en los que escribirá su obra cumbre, la Crítica de la razón pura. En esta época intenta responder a cuatro preguntas claves: ¿Qué puedo saber?, ¿qué debo hacer?, ¿qué me está permitido esperar? y ¿qué es el ser humano? Estás preguntas son respondidas en las tres críticas (Crítica de la razón pura, Crítica de la razón práctica y Crítica del juicio)
Esta separación entre ambas esferas suele expresarse diciendo que la ciencia (la razón teórica) se ocupa de loque es, mientras que la moral (la razón práctica) se ocupa de lo que debe ser. La diferencia entre estas actividades racionales se manifiesta, según Kant, en el modo totalmente distinto en que una y otra expresan sus principios o leyes: la razón teórica formula juicios teórico-objetivos, mientras que la razón práctica formula imperativos o mandamientos. El formalismo moral. La teoría moral de Kant no es menos original que su teoría del conocimiento científico. La ética kantiana representa una auténtica novedad dentro de la historia de la filosofía: si antes de él todas las éticas habían sido materiales, la ética de Kant es formal. Para comprender el significado de la teoría kantiana, es necesario entender qué es una ética material. En primer lugar, no debe confundirse ética material con ética materialista: lo contrario de una ética materialista es una ética espiritualista; lo contrario de una ética material es una ética formal (por ejemplo, la ética de Tomás de Aquino es material, pero no materialista).De modo general, podemos decir que son materiales las éticas que fijan un bien supremo para el ser humano como criterio de la bondad o de la maldad de su conducta; por tanto, los actos serán buenos cuando nos acerquen a la consecución de tal bien y malos (reprobables, no aconsejables) cuando nos alejen de él.De acuerdo con esta definición, en toda ética material encontramos estos dos elementos:1) Hay bienes, cosas buenas para el hombre (el placer, la felicidad, etc.). 2) Una vez establecido el bien supremo, la ética propone unas normas o preceptos encaminados a alcanzarlo. Con otras palabras, la ética material es una ética que tiene contenido, y lo tiene en el doble sentido que acabamos de señalar: en cuanto que establece un bien supremo (por ejemplo, el placer en la ética epicúrea) y en cuanto que dice lo que ha de hacerse para conseguirlo (preceptos de la ética epicúrea son, por ejemplo, «No comas en exceso» o «Aléjate de la política»)
Crítica de Kant a las éticas materiales. Kant rechazó las éticas materiales porque, a su juicio, presentan las siguientes deficiencias:1) Las éticas materiales son empíricas, son a posteriori, es decir, su contenido está extraído de la experiencia. En el caso de la ética epicúrea, ¿cómo sabemos que el placer es un bien máximo para el hombre? Indudablemente, porque la experiencia nos muestra que desde niños los hombres buscan el placer y huyen del dolor. ¿Cómo sabemos que para conseguir un placer duradero y razonable se ha de comer sobriamente y se ha de permanecer alejado de la política? Sin duda, porque la experiencia nos muestra que el exceso produce, a la larga, dolor y enfermedades, y la política, disgustos y sufrimientos. Se trata, pues, de generalizaciones a partir de la experiencia.Cuando el sabio epicúreo aconseja «No bebas en exceso», quiere decir «No bebas en exceso si quieres alcanzar una vida moderada y largamente placentera». ¿Qué ocurre si alguien contesta «Yo no quiero alcanzar esa vida de placer moderado y continuado»? Evidentemente, el precepto epicúreo carece de validez para él. He aquí un segundo motivo por el cual una ética material no puede ser, a juicio de Kant, universalmente válida.3) Las éticas materiales son heterónomas: la heteronomía consiste en recibir la ley desde fuera de la propia razón. Justo lo contrario de la autonomía, que consiste en que el sujeto se dé a sí mismo la ley desde su naturaleza y determinación racional, en que el sujeto se determine a sí mismo a obrar. Las éticas materiales son heterónomas, según Kant, porque la voluntad es determinada a obrar de este modo o del otro por el deseo, por la inclinación, por la ley divina o por meras normas sociales. Siguiendo con el ejemplo del epicureísmo, el hombre es determinado en su conducta por una ley natural, por la inclinación al placer; es dominado por este.
Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la ilustración? La ilustración es la salida del hombre de su minoría de edad. El mismo es culpable de ella. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin la conducción de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la ilustración. La mayoría de los hombres, a pesar de que la naturaleza los ha librado desde tiempo atrás de conducción ajena (naturaliter maiorennes), permanecen con gusto bajo ella a lo largo de la vida, debido a la pereza y la cobardía. Por eso les es muy fácil a los otros erigirse en tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un pastor que reemplaza mi conciencia moral, un médico que juzga acerca de mi dieta, y así sucesivamente, no necesitaré del propio esfuerzo. Con sólo poder pagar, no tengo necesidad de pensar: otro tomará mi puesto en tan fastidiosa tarea. Como la mayoría de los hombres (y entre ellos la totalidad del bello sexo) tienen por muy peligroso el paso a la mayoría de edad, fuera de ser penoso, aquellos tutores ya se han cuidado muy amablemente de tomar sobre sí semejante superintendencia. Después de haber atontado sus reses domesticadas, de modo que estas pacíficas criaturas no osan dar un solo paso fuera de las andaderas en que están metidas, les mostraron el riesgo que las amenaza si intentan marchar solas. Lo cierto es que ese riesgo no es tan grande, pues después de algunas caídas habrían aprendido a caminar; pero los ejemplos de esos accidentes por lo común producen timidez y espanto, y alejan todo ulterior intento de rehacer semejante experiencia. Si se nos preguntara ¿vivimos ahora en una época ilustrada? responderíamos que no, pero sí en una época de ilustración. Todavía falta mucho para que la totalidad de los hombres, en su actual condición, sean capaces o estén en posición de servirse bien y con seguridad del propio entendimiento, sin acudir a extraña conducción. Sin embargo, ahora tienen el campo abierto para trabajar libremente por el logro de esa meta, y los obstáculos para una ilustración general, o para la salida de una culpable minoría de edad, son cada vez menores. Ya tenemos claros indicios de ello. Desde este punto de vista, nuestro tiempo es la época de la ilustración o “el siglo de Federico”. Un príncipe que no encuentra indigno de sí declarar que sostiene como deber no prescribir nada a los hombres en cuestiones de religión, sino que los deja en plena libertad y que, por tanto, rechaza al altivo nombre de tolerancia, es un príncipe ilustrado, y merece que el mundo y la posteridad lo ensalce con agradecimiento. Al menos desde el gobierno, fue el primero en sacar al género humano de la minoría de edad, dejando a cada uno en libertad para que se sirva de la propia razón en todo lo que concierne a cuestiones de conciencia moral. Bajo él, dignísimos clérigos —sin perjuicio de sus deberes profesionales— pueden someter al mundo, en su calidad de doctos, libre y públicamente, los juicios y opiniones que en ciertos puntos se apartan del símbolo aceptado. Tal libertad es aún mayor entre los que no están limitados por algún deber profesional. Este espíritu de libertad se extiende también exteriormente, alcanzando incluso los lugares en que debe luchar contra los obstáculos externos de un gobierno que equivoca sus obligaciones. Tal circunstancia constituye un claro ejemplo para este último, pues tratándose de la libertad, no debe haber la menor preocupación por la paz exterior y la solidaridad de la comunidad. Los hombres salen gradualmente del estado de rusticidad por propio trabajo, siempre que no se trate de mantenerlos artificiosamente en esa condición. He puesto el punto principal de la ilustración —es decir, del hecho por el cual el hombre sale de una minoría de edad de la que es culpable— en la cuestión religiosa, porque para las artes y las ciencias los que dominan no tienen ningún interés en representar el papel de tutores de sus súbditos. Además, la minoría de edad en cuestiones religiosas es la que ofrece mayor peligro: también es la más deshonrosa. Pero el modo de pensar de un jefe de Estado que favorece esa libertad llega todavía más lejos y comprende que, en lo referente a la legislación, no es peligroso permitir que los súbditos hagan un uso público de la propia razón y expongan públicamente al mundo los pensamientos relativos a una concepción más perfecta de esa legislación, la que puede incluir una franca crítica a la existente. También en esto damos un brillante ejemplo, pues ningún monarca se anticipó al que nosotros honramos. Pero sólo alguien que por estar ilustrado no teme las sombras y, al mismo tiempo, dispone de un ejército numeroso y disciplinado, que les garantiza a los ciudadanos una paz interior, sólo él podrá decir algo que no es lícito en un Estado libre: ¡razonad tanto como queráis y sobre lo que queráis, pero obedeced! Se muestra aquí una extraña y no esperada marcha de las cosas humanas; pero si la contemplamos en la amplitud de su trayectoria, todo es en ella paradójico. Un mayor grado de libertad civil parecería ventajoso para la libertad del espíritu del pueblo y, sin embargo, le fija límites infranqueables. Un grado menor, en cambio, le procura espacio para la extensión de todos sus poderes. Una vez que la Naturaleza, bajo esta dura cáscara, ha desarrollado la semilla que cuida con extrema ternura, es decir, la inclinación y disposición al libre pensamiento, ese hecho repercute gradualmente sobre el modo de sentir del pueblo (con lo cual éste va siendo poco a poco más capaz de una libertad de obrar) y hasta en los principios de gobierno, que encuentra como provechoso tratar al hombre conforme a su dignidad, puesto que es algo más que una máquina.
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