Criado por xiodanny vasquez
mais de 7 anos atrás
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Cecilia era una abeja común. Vivía en un panal que estaba cerca de una granja y su trabajo –como el de sus compañeras– consistía en hacer miel. Pero Cecilia tenía un problema. Era distraída. Cada vez que salía al campo en busca de flores se entretenía con las rayas de una cebra, o se hacía amiga de una mariposa y se iba a jugar por allí.Apenas se dejaba tiempo para tomar el polen y el néctar de las flores y por eso, cuando volvía al panal, se metía en su celdilla y se quedaba frita.Un día, la temible abeja reina, la que mandaba en el panal donde Cecilia vivía, reunió a todas sus súbditas y les gritó:–El panal no es un hotel. Aquí se fabrica miel. Y al que no le gusta, se va.–Sí, mi reina –dijeron las abejas a coro. Y le rogaron a Cecilia que se fuera.Triste porque la habían echado, y más triste aún porque al no fabricar miel no la recibirían en ningún otro panal, Cecilia salió de su casa y empezó a volar. Iba de aquí para allá cuando de pronto apareció en la granja y se topó con una vaca a la que estaban ordeñando.–¿Dónde estoy? –preguntó Cecilia.–En mi oreja –le respondió la vaca–. ¿Qué se te ofrece?–Me echaron de casa y no sé dónde ir.–¿Y por qué te echaron? –preguntó la vaca.–Porque no fabrico miel –dijo Cecilia y empezó a moquear.–¿Y qué es la miel? –preguntó la vaca, mientras llenaba unos baldes de leche.–Un dulce –respondió Cecilia–. Uno que les gusta a los osos y a los humanos.–Mhhhh –mugió la vaca y tuvo una idea vacuna–. Tomá un poquito de mi leche –le dijo a la abeja– y después volvé a tu panal.Obedeciendo a la vaca, que por algo era vaca, Cecilia se dio un baño de leche, volvió corriendo a su celdilla y se puso a trabajar. En un periquete notó cómo su habitación se llenaba de dulce y esperó confiada la visita de la reina.–¡Ajá! –zumbó la abeja reina cuando probó el dulce de leche–. ¡Ajáaaa! repitió con zumbido real. No será jalea o miel pero esto sabe muy bien.Desde entonces se acabó el problema y Cecilia fabricó hasta crema.FIN.
Las ranas de una apacible y pequeña laguna estaban muy alarmadas y casi muertas de susto. El día antes el astro rey, el Sol, las había alertado que ya todo no seguiría siendo igual que antes, pues él había decidido variar su rumbo.En breve comenzaría a iluminar la Tierra solo durante seis meses, por lo que el resto del año sería una etapa de oscuridad y frialdad.Las ranas comprendieron de inmediato lo que esto significaría para la vida, tal cual la conocían.Los charcos se secarían, los ríos irían perdiendo su cauce hasta desaparecer, ellas no podrían calentarse como antes y los insectos de los que se alimentaban dejarían de existir.Desesperadas comenzaron a quejarse y a pedir a las fuerzas divinas por su conservación, no sin protestar y demandar por lo que les parecía justo a ellas.Desde lo alto una voz atendió su llamado y les preguntó:-¿Piden clemencia sólo para ustedes o para todos los seres vivientes del planeta?– Pues para nosotros. ¿Por qué habríamos de preocuparnos por otras especies? Cada cual que cuide y pida por lo suyo.-Así les irá –replicó la voz, que desde entonces se desentendió de los pedidos de las ranas por su egoísmo.Ciertamente el sol no dejó de brillar, pero desde entonces las ranas son animales con muy pocos amigos, y todo por el egoísmo de aquellas de una pequeña laguna, capaces solo de preocuparse por su bienestar y desentendidas de todo lo que les rodeaba.FIN.
Un ladrón que rondaba en torno a un campamento militar, robo un hermoso caballo aprovechando la oscuridad de la noche. Por la mañana, cuando se dirigía a la ciudad, paso por el camino un batallón de dragones que estaba de maniobras. Al escuchar los tambores, el caballo escapo y, junto a los de las tropa, fue realizando los fabulosos ejercicios para los que había sido amaestrado.¡Este caballo es nuestro! Exclamo el capitán de dragones. De lo contrario no sabría realizar los ejercicios. ¿Lo has robado tu? Le pregunto al ladrón. ¡Oh, yo...! Lo compre en la feria a un tratante...Entonces, dime como se llama inmediatamente ese individuo para ir en su busca, pues ya no hay duda que ha sido robado.El ladrón se puso nervioso y no acertaba a articular palabra. Al fin, viéndose descubierto, confeso la verdad.¡Ya me parecía a mí exclamo el capitán Que este noble animal no podía pertenecer a un rufián como tu!El ladrón fue detenido, con lo que se demuestra que el robo y el engaño rara vez quedan sin castigo.FIN.
Daniel se reía dentro del auto por las gracias que hacía su hermano menor, Carlos. Iban de paseo con sus padres al Lago Rosado. Allí irían a nadar en sus tibias aguas y elevarían sus nuevas cometas. Sería un día de paseo inolvidable. De pronto el coche se detuvo con un brusco frenazo. Daniel oyó a su padre exclamar con voz ronca:- ¡Oh, mi Dios, lo he atropellado!- ¿A quién, a quién?, le preguntó Daniel.- No se preocupen, respondió su padre-. No es nada.El auto inició su marcha de nuevo y la madre de los chicos encendió la radio, empezó a sonar una canción de moda en los altavoces.- Cantemos esta canción, dijo mirando a los niños en el asiento de atrás. La mamá comenzó a tararear una canción. Pero Daniel miró por la ventana trasera y vio tendido sobre la carretera el cuerpo de un conejo.- Para el coche papi, gritó Daniel. Por favor, detente.- ¿Para qué?, responde su padre.- ¡El conejo, le dice, el conejo allí en la carretera, herido!- Dejémoslo, dice la madre, es sólo un animal.- No, no, para, para.- Sí papi, no sigas - añade Carlitos. Debemos recogerlo y llevarlo al hospital de animales. Los dos niños estaban muy preocupados y tristes.- Bueno, está bien- dijo el padre dándose cuenta de su error. Y dando vuelta recogieron al conejo herido.Pero al reiniciar su viaje fueron detenidos un poco más adelante por una patrulla de la policía, que les informó de que una gran roca había caído sobre la carretera por donde iban, cerrando el paso. Al enterarse de la emergencia, todos ayudaron a los policías a retirar la roca.Gracias a la solidaridad de todos pudieron dejar el camino libre y llegar a tiempo al veterinario, que curó la pata al conejo. Los papás de Daniel y carlos aceptaron a llevarlo a su casa hasta que se curaraUnas semanas después toda la familia fue a dejar al conejito de nuevo en el bosque. Carlos y Daniel le dijeron adiós con pena, pero sabiendo que sería más feliz en libertad.FIN
Erase un príncipe muy admirado en su reino. Todas las jóvenes casaderas deseaban tenerle por esposo. Pero el no se fijaba en ninguna y pasaba su tiempo jugando con Zapaquilda, una preciosa gatita, junto a las llamas del hogar.Un día, dijo en voz alta: Eres tan cariñosa y adorable que, si fueras mujer, me casaría contigo. En el mismo instante apareció en la estancia el Hada de los Imposibles, que dijo: Príncipe tus deseos se han cumplido el joven, deslumbrado, descubrió junto a el a Zapaquilda, convertida en una bellísima muchacha. Al día siguiente se celebraban las bodas y todos los nobles y pobres del reino que acudieron al banquete se extasiaron ante la hermosa y dulce novia. Pero, de pronto, vieron a la joven lanzarse sobre un ratoncillo que zigzagueaba por el salón y se lanzo a comérselo.El príncipe empezó entonces empezó llamar al Hada de los Imposibles para que convirtiera a su esposa en la gatita que había sido. Arrepentido de su deseo, el príncipe llamó una y otra vez al Hada de los Imposibles, para que deshiciera el encantamiento, pero esta no hizo caso a sus ruegos, dejando al pobrecillo con un palmo de narices.FIN.
Pipo era un mono que siempre danzaba muy alegre de un lado para otro. Siempre andaba como loco y, por eso, siempre se metía en líos.Su mejor amigo era Titi, un conejo que siempre iba detrás de Pipo y estaba pendiente de todo lo que su amigo hacía para que evitar que se metiera en problemas. ¡Ten cuidado Pipo!, ¡No vayas por ahí!, ¡Te vas a caer!, ¡Estate quieto! – le decía continuamente.Una tarde de verano, Titi estaba tranquilamente al lado del río echándose su siesta. Pipo se acercó a Titi dando saltos:- ¡Titi!, ¡Vamos a bañarnos! ¡Quiero ir a las cascadas que hay al final del río! – le decía Pipo.- ¿Las cascadas? ¡Estás loco!, ¡No vayas allí! ¡Es peligroso!... – contestó Titi.- ¡Eres un aburrido! ¡Buuuu!– le decía sacándole la lengua el mono.Titi hizo prometerle a Pipo que no iría a las cascadas y se quedó tranquilamente durmiendo su siesta. Pero Pipo no hizo caso a su promesa y se fue a las cascadas.- ¡Guauuu! ¡Esto va a ser súper divertido! ¡Titi no sabe lo que se pierde! – pensaba Pipo mientras se metía en el agua.Cuando Titi se despertó de la siesta, no encontró a Pipo por ningún lado.- ¿Habéis visto a Pipo? – preguntó a todos los animales.Pero nadie lo había visto. Titi siguió buscando durante un buen rato pero no daba con su amigo el mono. Recordó la promesa que le había hecho de no ir a las cascadas, pero tuvo una corazonada y pensó en buscarlo allí por si acaso.Cuando estaba llegando a las cascadas, escuchó unos gritos de auxilio:- ¡¡¡¡Ayuuuuuuuudaaaaaa!!!! ¡¡¡¡Estoy atrapado!!!!! – oía a lo lejos.Titi corrió a ver qué pasaba y cuando llegó encontró que su amigo Pipo estaba enganchado en unas ramas y que no podía moverse.- ¿Pero qué haces ahí? – preguntó Titi.- Salté por la cascada y la corriente me trajo hasta aquí. ¡Me he quedado enganchado y no puedo salir! – le explicó el mono.Titi, muy disgustado porque su amigo no había cumplido con su promesa, tuvo que salir corriendo a pedir ayuda.Entre todos los animales idearon un plan para sacarlo de allí. Les costó muchísimo conseguirlo, pero al final, lograron salvar a su amigo Pipo.- ¡Gracias a todos! ¡Me habéis salvado! – dijo el mono.Y, muy triste, se acercó a su amigo Titi. Se había dado cuenta de que no debió romper su promesa y de que había sido muy egoísta poniendo su vida en peligro por un rato de diversión. Le pidió disculpas a Titi y le prometió, esta vez para siempre, que nunca más se metería en líos.FIN
Esta es la historia de una mariposa llamada Gary, era una mariposa muy común, al igual que a sus amigos y familia le encantaba volar y disfrutar del rico polen de las flores, pero había un problema, era la mariposa más pequeña de su colonia, lo cual le disgustaba mucho, ya que siempre era la que se rezagaba, la que se cansaba primero, la que no podía viajar largas distancias. Aunque nadie la criticaba por eso, ninguna otra mariposa de su colonia la tomaba muy en serio, siempre era la debilucha y pequeñita.Gary disfrutaba mucho el poder volar, ya que le parecía fascinante la forma en que los humanos, criaturas muy grandes a su parecer, se hacían cada vez mas pequeños conforme ella ganaba altura.Un buen día, sonó la alarma de la colonia de mariposas, Gary fue a investigar en seguida que era lo que había pasado. El motivo de la alarma era que la hija de la reina, la pequeña Dulce, quien a penas era una pequeña oruga, había caído a un grieta muy profunda pero con una diminuta abertura razón por la cual ninguno de los guardias podía pasar.Gary supo que había llegado el momento de demostrarles a todos de lo que era capaz, y consiguió por fin encontrarle un uso a su pequeño tamaño y se ofreció de voluntaria para traer a Dulce de regreso.La entrada de la grieta era muy pequeña, incluso a Gary se le dificultó deslizarse por la abertura, pero lo logró. Descendió hasta lo más profundo y encontró a la pequeña Dulce llorando desesperada y con miedo.– No llores más pequeña – Dijo Gary – vine aquí a rescatarte.La pequeña oruga se asustó, pues no esperaba que alguien fuera a rescatarla. Cuando el susto se le pasó, dejó de llorar y fue lo más rápido que pudo hasta donde estaba Gary, quien la levantó sin mucho esfuerzo y salieron de la grieta.Todas las demás mariposas quedaron sorprendidas y aplaudieron el acto heroico de Gary, quien fue nombrada con un titulo real por su servicio al reino.Después de esa experiencia Gary aprendió que debemos de usar nuestras cualidades para hacer cosas buenas y jamás debemos de permitir que nuestra forma física sea un impedimento para que seamos felices.FIN
Había una vez una araña de cuadro, de esas tan artísticas que habitan en los sótanos de los museos, donde los cuadros permanecen olvidados durante años para que puedan tejer impresionantes telarañas. Nuestra araña era la mejor tejedora del museo, y su casa era realmente espectacular. Todos sus esfuerzos estaban dedicados al cuidado de su telaraña, que consideraba la más valiosa del mundo.Pero con el tiempo, aquel museo reorganizó sus pinturas, y empezó a encontrar sitio para algunos de los cuadros del sótano. Muchas arañas se dieron cuenta y fueron precavidas, pero la nuestra no le daba importancia a todo aquello: no pasa nada, decía sólo serán unos pocos cuadros. Y siguieron saliendo más y más cuadros, pero la araña seguía aferrada a su telaraña, ¿dónde voy a encontrar un sitio mejor que éste?, se decía. Hasta que una mañana temprano, sin tiempo para reaccionar, se llevaron su cuadro, y con él a la araña, pegada a su teleraña. La araña se dio cuenta entonces de que sólo por no querer perder su telaraña iba a acabar en la sala de exposiciones, y en un alarde de valentía y decisión, decidió abandonar su magnífica telearaña, a la que tanto esfuerzo había dedicado.Y menos mal que lo hizo, porque así se salvó de los insecticidas de la sala de exposición. Y no sólo por eso, sino porque en su huída, después de pasar muchas dificultades, acabó en un pequeño jardincito escondido, donde encontró un rinconcito tan tranquilo, que allí pudo tejer una tela aún mejor, y ser una araña mucho más feliz.FIN
Había una vez una madre lechuza que había tenido unas hermosas lechuzas con un color muy bonito. Hubo una que salió muy rara, distinta a sus hermanas, ella se llamaba Julieta.Julieta era una lechuza muy estricta, ella fue creciendo cada vez más. Cuando era una lechucita se dio cuenta que era una lechuza mágica.Julieta creció, y siendo ya una adulta se alejó a una cabaña donde los animales podían ir ahí a decirles las cosas que querían y poder ver su futuro.Un día, vino un búho llamado David, y le dijo a la lechuza que quería ver su futuro. Julieta vio el futuro de David, en él estaba ella con David. Asombrada y confundida se lo confesó al búho.Al día siguiente, la lechuza pensativa por lo que había divisado en el futuro de aquel búho, intentó presagiar el suyo, cuando de repente se le acercó su hermana, ella se llamaba Livia y le dijo que también quería ver su futuro. Julieta se lo contó, al oírlo Livia explotó de alegría.Livia se quedo feliz y se fue. A continuación llegó el búho y Julieta le contó el futuro de ella y David no lo podía creer; en el futuro decía…:– “Tú y David serán amigos y después harán una pareja, y seréis muy felices”.Dicho y hecho, así fue. Y además, Julieta y David tuvieron hijos.FIN
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