Criado por Carlos Alberto Escamilla Aguirre
quase 5 anos atrás
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Cada vez son más claras las posibilidades de los oprimidos, cuando descubren los recursos de su propia creatividad
Son también cada vez más claros los obstáculos y riesgos de esta pedagogía que integra la educación en la lucha revolucionaria
los grupos oprimidos alcancen una conciencia clara de su situación objetiva, a través de la valorización de su experiencia En oposición a la educación domesticadora o “bancaria”, que tiende a depositar en los educandos informaciones y valoraciones de la clase dominante, la educación liberadora acentúa la capacidad de todo hombre y todo grupo de ser creador de cultura y sujeto de historia
paso de la “conciencia ingenua” —que no percibe las casualidades y acepta fatalmente la propia ubicación cultural y social— a una “conciencia crítica” que capta las relaciones lógicas de la realidad Esta transición se efectúa dialécticamente, a través de la acción-reflexión, por lo cual la conciencia crítica de la opresión se adquiere sólo a través de una praxis de lucha por la liberación
Articulando elementos cristianos y marxistas, sintetizando enfoques de Hegel, Marx y Buber, ha dicho un autor, “Freire define la educación como la principal experiencia dialéctica de liberación del hombre por el hombre, que no puede realizarse sino a través de un diálogo crítico sostenido en común”, (W Schmied-Kowarzik, Pedagogie Dialectique, Munich 1974, p52)
MARX
Educación pública gratuita, obligatoria y uniforme para todos los niños, garantizando la
abolición de monopolios culturales o de conocimiento y de las formas privilegiadas de
enseñanza.
2) La combinación de la educación con la producción material (o, dicho en una de las
formulaciones de Marx, la combinación de instrucción, gimnasia y trabajo productivo). El
objetivo que aquí se persigue es la separación histórica existente entre trabajo manual y
mental.
3) La educación debe garantizar el desarrollo global de la personalidad, de todas sus
potencialidades. Aparece así todo un universo de necesidades, activando al individuo en
todas sus esferas de la vida social, incluidos el consumo, el placer, la creación y el goce de
la cultura, la participación en la vida social, la interacción con otros y la autorrealización
(autocreación).
4) A la comunidad se le asigna un papel nuevo y amplio en el proceso educativo. Estos
cambios en las relaciones de grupo de la escuela (el cambio de la competitividad a la
cooperación y la ayuda) implican una relación más abierta entre escuela y sociedad, y
se ha distinguido en la “conciencia crítica” una doble etapa: la “integradora” y la “liberadora”, según el grado de autonomía que le corresponde; se ha profundizado en los problemas de relacionar adecuadamente las acciones políticas que se dirigen a transformar la realidad con los márgenes tolerados por el poder, en función de las contradicciones sociales; se ha insistido en la necesidad de definir “utopías concretas” (es decir, representaciones de futuros deseables, válidos en un contexto dado) para desprender de ellas los “inéditos viables”, o sea las acciones posibles aún no experimentadas
Las nuevas relaciones de convivencia —basadas en el respeto, la igualdad y la participación— a que debe conducir una auténtica liberación humana, tienen que luchar contra la inercia de un sistema social, económico y político, basado en la explotación del hombre por el hombre