La exclusión social es un concepto bastante amplio, pues dentro de él incluye otros que vienen a la par, la inadaptación y la desviación que pueden ser referidas a todas aquellas personas que optan por otras conductas o estilos de vidas que son totalmente diversas a lo que nosotros le llamamos lo normal. De misma forma esta puede llegar a tener grado de exclusividad, sin embargo este será catalogado por los factores individuales, grupales y contextuales, que por un lado son rígidos por los sistemas o grupos de mayor impacto en la sociedad, los económicos, políticos y culturales que nos identifican.

La exclusión social está expuesta a los patrimonios más grandes que caracterizan la desigualdad: el género, la edad y la etnia. Estos nos pueden dirigir a todo un mosaico de factores de vulnerabilidad y exclusión, que dentro de estos destacan; el desempleo, la discapacidad, la experiencia laboral, el aislamiento y las dificultades económicas domésticas.

Se hace un hincapié en la acción política que movilice los medios colectivos de que dispone una sociedad para luchar contra la exclusión social. Para ello se debe llevar a cabo siempre a partir de un plan global, integral que abarque los diferentes ámbitos de la exclusión, laboral, educativo, económico y social. Basados en un planteamiento integral; que ofrezca el bienestar, la inclusión activa y un enfoque participativo; el cual se tenga que analizar la exclusión en primera persona.
En conclusión podemos decir que todo proceso de inclusión es un proyecto personal y colectivo, en el que se debe implicarse riesgo y responsabilidad a las personas afectadas por la exclusión.